Día a día, en la vorágine cotidiana, se suceden y acumulan noticias que evidencian la deriva de una sociedad cada vez más mercantilizada, más individualista, más agresiva, más discriminatoria; en definitiva, más capitalista. Basta un somero repaso a las principales noticias y debates públicos. Y todos los partidos políticos parlamentarios participan de ella pero exageran sus discrepancias para ocultar su consenso en lo importante: el mantenimiento de esa sociedad. La rabia y la indignación que sentimos ante el continuo goteo de noticias son a menudo atropelladas por la frenética vida contemporánea y se quedan en lamentos y quizá algún improperio frente al televisor o en conversaciones con compañeros del trabajo o vecinos del barrio. Pongamos juntas algunas de esas noticias más recientes y pintemos un cuadro de rabiosa actualidad para despertar en el lector las ganas de sacudirse esa vorágine y tomar partido, implicarse, organizarse, luchar por una sociedad diferente.
Ante un nuevo 8M, algunas noticias recientes nos recuerdan cuánto falta por recorrer en el camino por la liberación de la mujer. Si en enero vimos el interrogatorio inquisitorial y revictimizador del juez Carretero a Elisa Mouliaá, en febrero conocíamos la denuncia de una alumna contra Juan Carlos Monedero por acoso sexual. Pretendiendo aprovechar frívolamente para mandar un recado a Errejón a cuenta de su infame carta, Monedero afirmaba que «no hay una persona y un personaje» y que no tenía «nada que ocultar». En Alicante y Murcia, 48 personas eran detenidas por formar parte de una organización criminal que explotó sexualmente a más de 1.000 mujeres en 2024. En febrero conocíamos el dato de que en 2023 la brecha salarial repuntó unas décimas, hasta el 19,6%. El camino para lograr la igualdad es largo y se halla lleno de obstáculos, y solo una organización masiva de las mujeres trabajadoras podrá empezar a poner freno de forma efectiva a las múltiples desigualdades y violencias que sufren.
El Gobierno de coalición incrementa el SMI en 50 euros mensuales, pero la subida esconde una pequeña sorpresa: como 1.184 ya debe de parecerles un salario más que suficiente para afrontar el coste de la vida en nuestro país, deciden no ajustar el IRPF –como venía haciéndose– para que el SMI siga exento de tributar. Así, de 700 € más al año, algunos verán retenidos hasta 300. Mientras, las grandes fortunas siguen con sus ridículas tributaciones. El PSOE cumple su habitual papel de apretar a los de abajo mientras afirma gobernar para ellos. Por su parte, Sumar se indigna y anuncia que intentará por todos los medios que quienes perciben el SMI no tengan que tributar. Pero en rueda de prensa Yolanda Díaz sostiene que toda esa gente que cobraba 1.134 euros era «pobre» y que ahora «ha abandonado esa condición» al pasar a cobrar 1.184. ¿Cómo se las arreglarían los ministros para no ser pobres con 1.184 euros?
El PSOE propone, en enmiendas al proyecto de Ley de Función Pública, ampliar la jubilación forzosa de los funcionarios hasta los 72 años, en lugar de los 70 actuales. Si uno echa un vistazo a las principales medidas o propuestas de los distintos partidos en las últimas décadas relacionadas con la jubilación, todas van encaminadas a prolongar la vida laboral. Como crece la esperanza de vida, trabajemos más años, en lugar de aprovecharlo para disfrutar más del descanso tras toda una vida trabajando.
El último Barómetro del CIS nos devolvía una terrible fotografía: la del colapso de nuestra atención primaria. De media, esperamos 8,7 días para poder acudir a nuestro médico o médica de familia, más del doble que hace una década, cuando la media era 3,5 días. El 52,9% espera más de seis días y hasta un 23% esperó once días o más. Con estos plazos, ¿quién puede cuidar su salud? ¿Dónde queda el «Estado del bienestar» en el que algunos insisten? De hecho, ¿no son acaso las propias administraciones públicas las que llevan años deteriorando conscientemente nuestro sistema público de salud con infrafinanciación, falta de recursos y constantes externalizaciones y privatizaciones? ¿Y cómo casa todo eso con el reciente aumento por parte del Gobierno de un 41,2% de la prima que paga a las aseguradoras privadas de Muface?
Más allá de nuestras fronteras, el imperialismo se muestra a tumba abierta. De la mano de Trump, Estados Unidos propone a Ucrania, a cambio de su apoyo financiero y para lograr un acuerdo de paz, una oferta por la que se llevaría el 50% de todos los beneficios de las nuevas explotaciones de minerales estratégicos de Ucrania, lo que le permitiría competir con el gran exportador mundial de algunos de estos materiales: China. Distintas administraciones, misma naturaleza de las relaciones internacionales: la búsqueda por parte de los Gobiernos de ventajas para los monopolios de su país. Pero una bronca televisada mundialmente puede dar al traste con el acuerdo. Vivimos tiempos inciertos, convulsos, volátiles.
El Gobierno de coalición juega en el ámbito internacional a la ambivalencia. Mientras, meses y meses tarde, ya con decenas de vidas palestinas segadas, el Ejecutivo aprobaba en mayo de 2024 el reconocimiento al Estado de Palestina, recientemente conocíamos la noticia de que 60.000 piezas de armamento han salido en aviones desde España a Israel, en una ruta que aún sigue operativa. Lejos de impedirlo, son cómplices del genocidio contra el pueblo palestino.
Por si este sombrío cuadro no despierta aún en el lector las ganas de hacer algo por transformar el estado de cosas actual, o por si la resignación o el miedo se imponen, sirvan unos ejemplos de quienes ya han dado ese primer paso y se están movilizando, sobreponiéndose a la resignación y al miedo.
El 26 de febrero, las plantillas de Correos iban a la huelga. Ese mismo día, la comunidad educativa en Euskadi alzaba la voz yendo también a la huelga, Madrid lo hacía un par de días antes y en Cantabria hoy se vislumbra también una huelga en el horizonte cercano. Más allá de nuestras fronteras, el 28 de febrero Grecia acudía masivamente a una huelga general en el segundo aniversario del accidente de trenes que en 2023 causó la muerte de 57 personas. Impresionaba ver las calles de Atenas llenas a rebosar. En Alemania, los aeropuertos de Múnich y Hamburgo vivían a finales de febrero sendas jornadas de huelgas de 48 horas para reivindicar mejoras salariales.
Que el miedo y la resignación no venzan a la rabia y la indignación. Confiemos en nuestras propias fuerzas y organicémonos ante los tiempos convulsos que vivimos y que vendrán. Un nuevo 8M es un buen motivo para recordar que fueron cientos de miles de mujeres trabajadoras quienes con su arrojo y su participación masiva hicieron posible por primera vez un Gobierno de trabajadores y campesinos, de los históricamente desposeídos. Acabar con la desigualdad y la discriminación, acabando con la sociedad de clases, será sin duda un camino largo y escabroso, pero que el ejemplo de cientos de miles de mujeres anónimas nos haga tener esperanza, mirar lejos y dar pasos firmes.