La redacción de Nuevo Rumbo hemos podido estar con los compañeros y compañeras de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en sus protestas, y hemos tenido la oportunidad de hablar más detenidamente con Yamani Eddogmmi, miembro del Comité de Empresa de Madrid, sobre el conflicto que mantienen actualmente ante la decisión unilateral de una subida salarial de hasta casi un 29% a las categorías más altas de la ONG.
Nuevo Rumbo: Por contextualizar, ¿qué es CEAR y de quién depende económicamente?
Yamani Eddogmmi: CEAR en principio es una ONG, no voy a entrar en la historia porque es de sobra conocida. No obstante, el problema no es el origen o la historia, sino lo que es actualmente: en este momento CEAR es una empresa, así lo reconoce la propia directora general de la misma, como cualquier empresa que presta sus servicios al Estado. Personalmente, no lo critico, pero conviene saberlo, y lo digo porque no es lo mismo trabajar para una empresa que para una ONG.
NR: El pasado 21 de febrero realizasteis paros en varias sedes de España. ¿A qué se debió? ¿En qué momento os encontráis ahora?
YE: Efectivamente, la plantilla de CEAR nos movilizamos el 21 de febrero y entre otras cosas organizamos paros y concentraciones; las razones son que el 21 de diciembre la dirección de la empresa nos convocó a todas las RLPT (Representantes Legales de las Personas Trabajadoras) y nos anunció que iba a haber una nivelación salarial, eufemismo para decir que se van a subir el salario los y las mejor posicionados salarialmente, es decir, a los y las jefas se les iba a subir su nómina en unos porcentajes inverosímiles, entre un 13% y un 29%, y además con efecto retroactivo desde enero de 2023. Dicha subida, además, se produce tras años de denuncia por parte de los comités para que se aumente la plantilla, porque está infradotada, y la respuesta siempre ha sido que no hay dinero; pero que casualidad, cuando se trata de subir el salario a los mejor posicionados salarialmente sí que había
En este momento hemos logrado abrir una mesa de negociación, el propósito es una revisión salarial. Veremos si finalmente la empresa cumple con lo acordado o volvemos de nuevo a las movilizaciones.
NR: La situación actual viene de lejos, el crecimiento de la plantilla, aunque probablemente insuficiente para la carga de trabajo, ha sido vertiginoso en los últimos años debido al aumento de refugiados o solicitantes de asilo, ¿cómo se explica que una ONG suba salarios exclusivamente a los altos cargos cuando la plantilla ha sido denominada en épocas de crisis (por ejemplo, durante la pandemia) de «trabajadores esenciales»?
YE: Para mí la respuesta es sencilla, desde siempre en nuestro sector hemos confundido la ONG con la empresa. Pensamos que con que una empresa adopte el modelo organizativo de una ONG es suficiente. Por más que CEAR tenga la estructura o el pasado de una ONG, no deja de ser una empresa, CEAR no es patrimonio de sus miembros como ONG, todo lo contrario, es propiedad de la tecnoestructura, esto es, de la junta directiva, cuyos miembros han adquirido una idea patrimonial sobre la entidad, hasta tal punto que la directora general no tuvo ningún reparo en anunciar a toda la plantilla que ya somos una gran empresa. Eso solo lo hace porque su marco mental es de CEO de una empresa, de lo contrario no lo podría ni si quiera haber concebido.
NR: ¿Cuál es la realidad de vuestras condiciones de trabajo y cómo se traduce eso en la atención a las personas con las que trabajáis a día de hoy? ¿Las movilizaciones irán a más?
YE: Lo que voy a explicar a continuación resulta dramático: para el sector CEAR no es de «lo peor», de hecho tenemos un convenio «bastante bueno» en comparación, esto se debe a que hemos estado negociando más de tres años para por fin sacar un convenio que es bueno pero solo si lo comparamos con el drama que se vive en el sector de la intervención social. Si tu coges las tablas salariales de nuestro convenio, hay categorías que están muy por debajo de 17mil euros (16.288€). Eso es una verdadera tragedia, y aun así la empresa saca pecho diciendo que tiene uno de los mejores convenios del sector, nótese aquí la mentalidad patrimonial de la que hablaba antes, un convenio no es mérito de la empresa, nunca lo es, más bien de los Comités de Empresa, y ahí los tienes sacando pecho.
Pero el verdadero problema es la enorme carga laboral, los grandes ratios, y eso en el contexto de nuestro trabajo es un verdadero problema. Nosotros no fabricamos zapatos, nosotros atendemos a personas que están en peor situación que todos/as nosotros/as. Nuestro trabajo consiste esencialmente en soportar una enorme carga emocional, si a eso le añades una carga laboral excesiva, es una bomba de relojería, de ahí la ansiedad, la bajas por estrés, por burnout, etc.
NR: Hace poco más de un año las plantillas de Grupo 5, otra empresa del sector de intervención social, también entraron en conflicto y se convocaron paros e incluso se llegó a la huelga. ¿Qué similitudes hay con aquél caso?
YE: Si bien se podría diferenciar entre CEAR y Grupo 5, ya que la primera aún siente ciertos complejos a la hora de expresarse como empresa aunque actúe como tal, la segunda ya se expresa como empresa y lo hace sin complejos. En lo que resta creo que no hay diferencias reseñables, ambas son empresas rentistas que viven a la sombra de lo público, ambas prestan servicios al Estado y ambas de un modo o de otro trabajan para conseguir unos objetivos en una mentalidad puramente de empresa, en el sentido mercantil. Ambas se mueven en el campo de la competitividad. Competir significa en nuestro sector pujar a la baja. Cuando pujas a la baja, solo puedes compensarlo si degradas el servicio, en este caso o bajas la calidad del servicio o de lo que en lo economía capitalista se llama capital variable, es decir, la mano de obra, los y las trabajadoras. Nótese que ya hemos asumido que estas empresas prestan servicios, pero en nuestro sector deberíamos hablar de garantizar derechos.
NR: Los y las profesionales del sector de intervención social son de los más precarios a nivel de salarios. ¿Por qué crees que es así? ¿Qué conclusiones se extraen después de concentraciones como las del día 21 de febrero?
YE: A mi juicio, la situación de nuestro sector se debe a que durante mucho tiempo primó la caridad y el asistencialismo, y sigue primando. Mientras las personas que trabajamos en el sector hemos seguido con las dos ideas anteriores, las entidades han ido evolucionando hacia el modelo de empresa. Es decir, mientras los soldados en las trincheras, como nos llamo yo, hemos seguido creyendo en el ideal de una ONG, estas, mediante la implantación de procesos de mercado, han dejado de serlo. De modo que existe un desfase enorme entre ambas esferas.
Curiosamente cuando por fin hemos empezado a darnos cuenta, la distancia es tan grande que da vértigo. Por ello entre las plantillas hay miedo, mucho miedo, porque realmente las entidades han estado tanto tiempo fuera de cualquier cuestionamiento de sus métodos que ahora que empiezan a ser cuestionadas actúan peor que cualquier empresa. Paradójicamente para justificar esto están rescatando la vieja narrativa de las ONGs, por ello a mucha gente, me refiero a las plantillas, no les agrada el método de un paro y mucho menos una huelga, el motivo es que mucha gente sigue pensando desde el marco de la caridad, el asistencialismo y asociacionismo, se confunden las empresas con las asociaciones. Desde mi punto de vista, asociaciones quedan pocas, eso porque quiero ser optimista, aunque en el fondo de mi ser sé que ya no existen las asociaciones en la intervención social. Quizás en otro ámbitos.
NR: Muchas gracias, ¡y ánimo con vuestra lucha!