Cuando leas esto quizás ya haya habido una investidura exitosa en el Congreso. Pero también puede ser que no, a la vista de la aritmética que dejaron las últimas Elecciones Generales. Tras la fallida experiencia de Feijóo, con peticiones de “tamayazo” incluidas, el contador se ha puesto en marcha y sobrevuela la carrera de San Jerónimo la sombra de la repetición electoral. Pero ¿habrá repetición? ¿Nos encontraremos el próximo enero con una situación similar a la que dejó noviembre de 2019?
Como ocurrió entonces, una repetición electoral dentro de dos meses seguramente no cambiaría radicalmente los números a grandes rasgos. Sí sería probable un fenómeno curioso: la concentración de votos hacia el PSOE y el PP, descontándolos de sus muletas SUMAR y VOX y el sorpasso dentro de los bloques nacionalistas vasco y catalán. Pero lo que parece evidente es que seguirían siendo necesarios pactos a varias bandas para garantizar una investidura. No descubro nada, estas reflexiones no son mías, son las que puede tener cualquiera que analice con un poco de frialdad la dinámica electoral de los últimos años.
Siendo entonces el escenario más probable ahora una investidura exitosa de Pedro Sánchez, sin necesidad de repetir elecciones, el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo ha sido esencialmente una puesta en escena que nos ha permitido ver qué papel quiere jugar cada quién y cuáles van a ser las líneas argumentales básicas que presidirán la próxima legislatura.
El PP ya ejerce como principal partido de la oposición, el PSOE como gobierno in pectore y todos los demás revolotean alrededor de cada uno de ellos, buscando sacar la mejor tajada posible en el período que está por venir.
Y lo que está por venir no es sólo la repetición de la coalición socialdemócrata, sino el hecho de que esa previsible coalición va a ser la que gestione el cumplimiento de los compromisos adquiridos con las autoridades europeas a cambio de esos miles de millones de euros que, bajo el pomposo amparo de la recuperación, la transformación y la resiliencia, están sirviendo para financiar a muchas empresas y empresitas para no se sabe muy bien qué.
La concreción del Plan de Recuperación a través de los 30 “componentes” a los que se comprometió el Gobierno de coalición es una losa para la mayoría trabajadora a pesar de que, esta vez, no lo hayan llamado “memorándum”, como ocurrió tras la crisis de 2008, y a pesar de que se esté realizando un importante esfuerzo de propaganda para presentarlo como una gran oportunidad para la sociedad española en su conjunto.
Conviene recordar siempre que, digan lo que digan y lo vendan como lo vendan, lo que se está “recuperando, transformando y haciendo más resiliente” es el capitalismo español. Y en ese compromiso están todas las fuerzas parlamentarias porque no conciben otro horizonte que no sea capitalista.
De esto no se habló en la investidura de Feijóo y tampoco se va a hablar en la de Sánchez. Porque la mayoría trabajadora, aunque no te lo creas, no tiene representación parlamentaria en España.