Ha transcurrido la mitad del período de Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, cuyas prioridades, según palabras de Pedro Sánchez, pasan por «la reindustrialización y garantía de la autonomía estratégica de la UE, avanzar en la transición ecológica, impulsar una mayor justicia social y económica y reforzar la unidad europea».
Con motivo de esta Presidencia, se están celebrando múltiples reuniones de ministros y funcionarios de la UE en ciudades españolas, entre las que destaca la cumbre de Jefes de Estado o de Gobierno que tiene lugar en Granada el próximo 6 de octubre. Este evento será precedido de la III Cumbre de la Comunidad Política Europea en la misma ciudad, a la que han sido invitados 20 países además de los que componen actualmente la UE.
Ante la celebración de estos eventos, el Buró Político del PCTE traslada las siguientes valoraciones a los trabajadores y las trabajadoras de Granada y al conjunto del movimiento obrero y popular de nuestro país:
1) La Unión Europea es, ante todo, una unión de Estados capitalistas en la que se diseña gran parte de las políticas que luego imponen en cada país los Gobiernos de turno. El motor de la unificación capitalista europea son los intereses de los monopolios, del gran capital. La UE es una alianza imperialista de Estados, contraria a los intereses de la clase obrera y de los sectores populares.
2) La Unión Europea existe, fundamentalmente, para garantizar la existencia de un mercado único y de gran tamaño, que concentra y centraliza el capital para permitir a los monopolios europeos competir, dentro y fuera de sus fronteras, en las mejores condiciones posibles contra los monopolios norteamericanos, chinos, rusos, japoneses o de cualquier otra potencia.
3) La Unión Europea fomenta la falsa ilusión de que existen unos valores “europeos” basados en la paz, el progreso y la libertad. Pero las principales potencias de la UE son las mismas que causaron las dos guerras mundiales y que resultaron en decenas de millones de víctimas mortales.
La realidad es que la Unión Europea tolera y blanquea el nazi-fascismo y se alía con sus herederos en países como Ucrania. La realidad es que la UE fomenta la guerra y las injerencias imperialistas no sólo en los países de su entorno inmediato, a los que además se quiere acercar a través de iniciativas como la Comunidad Política Europea, sino también en los países que en su día fueron colonias de sus integrantes, en África, América o Asia. La realidad es que esas injerencias, especialmente en África, generan oleadas de migrantes y refugiados cuyas vidas terminan muchas veces en las aguas del Mediterráneo.
La realidad es que la Unión Europea promueve la gravísima falsedad histórica que equipara al nazismo con el comunismo, olvidando que fue precisamente la Unión Soviética quien asestó el golpe mortal al nazi-fascismo. La realidad es que la campaña anticomunista amparada por las instituciones de la UE supone que varios partidos comunistas sean ilegales en países de la UE, estén en proceso de ilegalización o no puedan utilizar la simbología comunista, mientras se rehabilita a colaboracionistas nazis, o que el 9 de mayo haya pasado a ser el “día de Europa” y no el día de la victoria antifascista de los pueblos.
4) La justicia social y económica de la que presume la Unión Europea encubre una realidad tremendamente peligrosa para la mayoría trabajadora. Se pretende mejorar la rentabilidad del capital fomentando una mayor dependencia del trabajador respecto de su patrón. El modelo de la “flexiseguridad” que se quiere imponer en todos los países integrantes de la UE –del que es buen ejemplo la última reforma laboral española– no es más que la concreción de la apuesta decidida por el trabajo a demanda, por colocar al trabajador a disposición total de la empresa cuando ésta lo necesite y, a cambio, dar cobertura a los períodos en que no lo necesite a través de fondos públicos y las llamadas “políticas activas de empleo”, que no tienen otro objetivo que “reciclar” a la fuerza de trabajo en función de las necesidades de los capitalistas. La “justicia social y económica” que promueve la UE implica más explotación de la mayoría trabajadora.
5) En el momento actual, además, las políticas económicas que ha promovido la Unión Europea para remontar la crisis catalizada por la COVID-19 están siendo presentadas como ejemplo de que es posible otra gestión capitalista que no aplique la “austeridad” –promovida por la propia UE para remontar la crisis de 2008– y no ataque los derechos económicos, sociales y democráticos de la población de los países integrantes.
Denunciamos esta falsedad como un nuevo intento de sembrar confusión en la mayoría trabajadora y de justificar el apoyo a esta alianza imperialista. Insistimos en que la política económica que está desarrollando la UE no es favorable a los trabajadores y los pueblos, sino que está encaminada fundamentalmente a la defensa de los intereses de los grandes capitalistas, gravemente afectados por las peculiaridades de la última crisis capitalista. Las normas y reglas que sirvieron de justificación a la “austeridad” solamente han sido puestas en suspenso durante el tiempo necesario para remontar la crisis que estalló en 2020, pero no han sido eliminadas. A lo largo del presente curso político, la mayoría trabajadora podrá comprobar cómo, a cambio de las ingentes cantidades de dinero destinadas a la superación de la crisis catalizada por la pandemia, se exigen nuevos recortes, nuevas “reformas estructurales” y nuevos ataques contra los derechos de la mayoría obrera y popular.
6) Las autoridades europeas y los gobiernos nacionales de los países integrantes comparten la visión de que es necesario garantizar el papel de los monopolios con sede en países de la UE. Las referencias a la “reindustrialización” y a la “autonomía estratégica” de la UE sólo se entienden en ese sentido.
La reindustrialización de la que hablan está vinculada a la constatación de la extrema dependencia de los países europeos de la producción en terceros países, lo que se traduce en una debilidad de los monopolios europeos, que tienen mayores dificultades para competir con los monopolios surgidos en otras zonas del planeta. De ahí la insistencia en una mayor “autonomía estratégica” que permitiría a los miembros de la UE establecer sus propios objetivos económicos, políticos y militares sin vincularse permanentemente a los Estados Unidos y a la OTAN ni a ninguna otra potencia o bloque.
La apuesta de las instituciones europeas por la “transición ecológica” está vinculada también a esos objetivos y trata, principalmente, de beneficiar a las grandes empresas e inversores que están destinando grandes cantidades de capital al desarrollo de nuevos mercados y de nuevas fuentes de energía que reduzcan la dependencia en el suministro de terceros países que tienen sus propios intereses en el terreno internacional.
7) Por todo ello, los llamamientos a “reforzar la unidad europea” no son más que llamamientos a fortalecer y expandir una alianza estatal capitalista cuyos intereses principales son los de los capitalistas, a desarrollar un modelo económico y social basado en la explotación y que fomenta la agresividad y la injerencia imperialista, encubriéndolo todo con falsos llamamientos a la paz, al progreso y a la justicia social.
En consecuencia, el PCTE considera que la oposición a la Unión Europea debe ser frontal y en todos los terrenos, y por ello plantea como necesidad inmediata la salida unilateral de España de esta alianza imperialista en un proceso en el que debe producirse también el derrocamiento del capitalismo español y de los gobiernos que lo gestionan, que son parte integrante del entramado que hoy es la Unión Europea.
Llamamos a la movilización contra la Cumbre de Granada y apoyaremos las movilizaciones que, en las claves anteriormente expuestas, se produzcan en otras localidades españolas durante los próximos meses.