La fuerza militante de la juventud

El presente de los y las jóvenes obreros hoy está marcado por el signo de la crisis: su cronicidad, en un capitalismo agonizante pero que no termina de morir, hace que ésta sea la única realidad conocida para generaciones enteras. La secuencia de crisis, pandemia y guerra define la fisonomía de la coyuntura presente de la lucha de clases; cuyo contenido es la agudización e intensificación de las contradicciones capitalistas. Condenados a una vida de constante sensación de riesgo e incertidumbre —una vida que transcurre acelerada entre trabajo flexible y temporal, el paro y la formación intermitente— los hijos e hijas del pueblo trabajador han acabado, porque además es lo que insistentemente se nos requiere, por asumir un presente de resignación ante la miseria, la crisis, que se nos presenta como único escenario posible.

Las manos abiertas en 2008 significaron el gobierno de una propuesta de paz y de conciliación frente a las reformas laborales, frente a los desahucios y la expulsión educativa; que culminó con la conformación del ejecutivo de coalición en 2019: el mismo que hoy representa la bancarrota socialdemócrata. La socialdemocracia en el gobierno cumplió su papel y ha acabado dando forma a las tendencias del capitalismo contemporáneo: pocas concesiones y aspectos lesivos que limar han sido posibles siquiera porque los márgenes de posibilidad capitalista son cada vez más estrechos.

Hoy, las condiciones que facilitaron que fueran esas manos abiertas las que gobernaran todo un ciclo han cambiado levemente. Los jóvenes obreros, cuyo signo temporal es la palabra crisis, al igual que el conjunto de la clase obrera y el pueblo trabajador, nos encontramos en peores condiciones que en 2008. Esa es la mayor evidencia de una socialdemocracia en bancarrota que, como el capitalismo, no terminará de morir hasta que nosotros no le asestemos el golpe definitivo.

Pero para eso es necesario que hagamos por dibujar las formas en que, en este escenario, queremos que el gobierno del comunismo sobre la lucha de masas sea una realidad. Porque no es verdad que el capitalismo sea la única realidad posible: el comunismo, la liberación de toda la humanidad, se muestra necesario —y también por tanto posible— cada minuto de cada día que pasa. Ese golpe es la revolución que se disputa aquí y ahora, que hoy nos exige convertirnos en la fuerza militante que articule entorno a sí y a su propuesta a cientos, miles de jóvenes obreros que sean, nada más y nada menos, que la arcilla de la revolución.

Frente al inmediatismo, el individualismo y la concepción fragmentaria del mundo, la fuerza militante es una propuesta de organización y lucha independiente, paciente y sostenida, enfocada a la rearticulación y reagrupamiento de la clase obrera en sus espacios trabajo y estudio, en los barrios y en los pueblos; que entiende la necesidad revolucionaria de que en el proceso de respuesta a esta crisis la clase obrera y su juventud salga reforzada. La fuerza militante es un llamado a la juventud obrera, prisionera de una vida en crisis, a no resignarse: a poner toda su inteligencia, todo su entusiasmo y toda su fuerza para que esta vez sean los puños cerrados quienes gobiernen y dirijan la respuesta obrera y popular al capitalismo en crisis.

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