Durante los días 18, 19 y 20 de noviembre tendrá lugar el XI Congreso de los Colectivos de Jóvenes Comunistas. Centenares de militantes comunistas de todo el país se darán cita en este evento para definir las líneas políticas que guiarán la acción de la Juventud Comunista durante el próximo período intercongresual. No obstante, este acto no supone más que el culmen de un largo proceso iniciado meses atrás con el debate de los documentos congresuales en los colectivos de base.
El XI Congreso sesiona en un momento clave para nuestra clase. El primer trimestre de 2020 supuso el estallido de una nueva crisis mundial del capitalismo. Una crisis catalizada por la pandemia COVID-19 pero cuyas condiciones venían gestándose con anterioridad y cuyo coste ha sido asumido nuevamente por nuestra clase y, especialmente, por la juventud obrera.
Hablamos de una pérdida de poder adquisitivo de hasta un 4,4%, una tasa de paro juvenil del 30%, la temporalidad juvenil disparada hasta 69,1% puntos o tasa de emancipación antes de los 30 años de un 14,9%… Estos no son más que indicadores de la realidad de la mayoría de la juventud hoy, una realidad atravesada por el signo de la crisis, gobernada por la precariedad, la temporalidad, la incertidumbre y la pobreza generalizada.
En este contexto, la socialdemocracia ha tomado partido de forma clara. Las medidas adoptadas por el Gobierno del PSOE y UP han ido encaminadas a una modernización del capitalismo español a través de dos vías fundamentales. De una parte, una flexibilización de las relaciones laborales acorde a los intereses de la patronal que permite amortiguar los efectos de la crisis a costa de una mayor tasa de explotación de nuestra clase. Medidas como la Reforma Laboral apuntan en esta línea, asentando y profundizando en un modelo de relaciones laborales basado en la temporalidad. De otra, una transferencia de rentas del trabajo al capital en forma de diferentes incentivos al consumo. Hablamos de medidas como las ayudas al alquiler, el bono cultural joven o las bonificaciones al precio de la gasolina que, anunciadas como medidas que vienen a amortiguar los efectos de la crisis sobre nuestra clase, no dejan de suponer una transferencia directa del dinero del bolsillo de los trabajadores a las cuentas de los capitalistas.
Junto a la crisis y la gestión socialdemócrata, nos encontramos un aumento de los discursos reaccionarios que comienzan a permear en las ideas de la juventud. Estos discursos siembran en el imaginario colectivo una serie de falsos dilemas en respuesta a la situación antes descrita que desvirtúa el foco del problema y aumenta la división de nuestra clase. Sin embargo, el auténtico dilema que tiene frente a sí la juventud obrera en la respuesta a esta crisis no es más que el de elegir situarse una vez más bajo pabellón ajeno como ya ocurriese en 2008, o confiar en sus propias fuerzas.
En este difícil escenario se celebra el XI Congreso. Bajo el marco del Manifiesto Programa del PCTE, en los próximos días se debatirán y aprobarán unos documentos congresuales encaminados a abordar la difícil tarea de explicar a la juventud obrera que la superación de la crisis, como fenómeno inherente al capitalismo, pasa por la organización de nuestra clase en sus espacios de vida para la destrucción de este sistema. El XI Congreso sesiona con la fuerte convicción de convertir a los Colectivos de Jóvenes Comunistas en la principal organización comunista juvenil de nuestro país. Una organización capaz de dirigir el movimiento de masas juvenil bajo coordenadas revolucionarias. Una organización para romper los barrotes de esta cárcel capitalista que nos mantiene prisioneros de una vida en crisis.