El Congreso y el Senado han aprobado, a lo largo del mes de septiembre, la firma de los protocolos que permitirán la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN, después de su solicitud formal en mayo. El beneplácito de todos los países miembro de la OTAN es requisito indispensable para su ampliación y, en nuestro caso, ha servido también para visualizar con claridad cuál es el juego de las fuerzas parlamentarias socialdemócratas y oportunistas.
En una situación de guerra imperialista, cuando la escalada bélica de los últimos meses ha llevado a estos dos países nórdicos a romper su anterior postura de neutralidad, los partidos integrantes del Gobierno y sus aliados parlamentarios han vuelto a demostrar que la retórica del pacifismo burgués es muy endeble y se viene abajo a la mínima.
Ya hemos escuchado muchas veces, en boca de distintos portavoces de Unidas Podemos, que las fuerzas que componen esa muleta socialdemócrata del Gobierno están dispuestas a lo que sea con tal de no perder su sitio en el Consejo de Ministros. Algo parecido pasa con las fuerzas nacionalistas periféricas que sacan buen rendimiento al apoyo parlamentario que les prestan día sí y día también.
La retórica antibelicista, pero completamente desnortada en cuanto al análisis y la propuesta práctica, que han expresado en diversos documentos públicos fuerzas como ERC, EH Bildu, Compromís o PODEMOS, falla precisamente cuando tiene que materializarse en medidas concretas, y la vergonzosa abstención de estas fuerzas en las votaciones relativas a la ampliación de la OTAN es un magnífico ejemplo de ello.
La abstención del Coordinador Federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, expresa magistralmente cómo se solventan las contradicciones entre el programa electoral y la presencia en el Gobierno. Entre las palabras y los hechos. Por su parte, Yolanda Díaz seguramente habrá pensado que restar votos a la OTAN sería una contradicción con el espíritu sumatorio de su nueva plataforma electoral. Y a Enrique Santiago le ha salvado, quién lo iba a decir, que le echaran del Gobierno, porque así no ha tenido que repetir aquello de que “si formamos parte de una organización internacional y tenemos obligaciones, es obvio que mientras formemos parte hay que cumplirlas”.
No sorprende nada ya Llevan toda esta legislatura insistiendo en la importancia de su apoyo al PSOE, que si parar a la derecha, que si gobernar para la gente, etc. Pero la realidad es que han hipotecado la poca credibilidad que les quedaba a cambio de unas supuestas medias sociales que no son más que humo, y que sirven como para justificar la sumisión más absoluta a la OTAN y a la UE, la traición al pueblo saharaui o el abandono de toda posición mínimamente de clase, si alguna vez la tuvieron.
Nada nuevo bajo el sol, en realidad. Para ellos, como para sus antecesores, no hay sapo imposible de tragar ni línea roja que traspasar. Cualquier renuncia es válida con tal de mantener su pequeñísima parcelita de poder en la gestión del capitalismo español.