La volatilidad y el cambio son dos elementos que caracterizan fuertemente el mundo en el que vivimos. De este modo, los acontecimientos en la palestra internacional también se rigen bajo este mismo modus operandi. Si bien es cierto que los intereses de los monopolios siguen siendo el factor determinante (marcado por los intereses relativos al control de mercados, rutas de transporte, mercancías y recursos naturales, etc.), los Estados al servicio de dichos monopolios modifican su forma de actuar, en base a nuevas tácticas y estrategias de forma relativamente frecuente.
En este contexto podemos observar algunos de los movimientos de las principales potencias que se sitúan en la cúspide de la pirámide imperialista (aunque no exclusivamente éstas), sobre todo en la región del Indo-Pacífico (más concretamente en el mar oriental y del sur de China, y en Medio Oriente).
La confrontación entre China y EEUU
Es vox pópuli que la principal potencia que está en disposición de disputar la cima de la pirámide imperialista a EEUU es China. Precisamente por esa razón, poco a poco la mayoría de países están teniendo que elegir un bando u otro de forma más abierta, al margen de todas las contradicciones internas que esto pueda generar.
China está ganando una influencia económica, política, y en menor medida militar que no corresponde con el actual sistema de normas e instituciones del capitalismo mundial (establecido en gran medida en favor de los EEUU). De ahí su interés por cambiar estas normas para lograr una correlación de fuerzas que le sea más favorable y de continuar ganando hegemonía económica, política y militar en numerosos países y regiones, logrando así que su influencia se vea reflejada en el sistema internacional, ya sea formalmente o impuesta de facto.
Ante este escenario cambiante y este reordenamiento en el seno de la pirámide imperialista, los EEUU tampoco actúan como agente pasivo. Muy resumidamente, podemos observar cómo su foco de contención ha cambiado, prestando menos atención a ciertas regiones que anteriormente le eran prioritarias (como Medio Oriente) y focalizándose en la región del Indo-Pacífico y Asia Central, con miras explicitas hacia China. Numerosos documentos políticos y militares, tanto de la Casa Blanca, como de la OTAN expresan esta idea de forma abierta y sin tapujos.
Algunos ejemplos prácticos, del “Pivote hacia Asia”, iniciado con la administración Obama en 2012, son los siguientes.
– La retirada paulatina de tropas en Medio Oriente (la más reciente y sonada la de Afganistán) para poder redistribuir tropas y focalizar esfuerzos en Asia oriental.
– Reducción del gasto militar en equipo anti-insurgencia (material más típico en las guerras e intervenciones de Medio Oriente) y aumento del gasto en flota de superficie armada (útiles para poder operar con buques de guerra en terceros países).
– Creación de un centro de vigilancia especial para China dentro de la CIA.
– Impulso de alianzas internacionales, con potencias que operen en la región (o cerca) del Indo-Pacífico, tales como el QUAD (EEUU, Japón, Australia e India), AUKUS (Australia, Reino Unido y EEUU) o la alianza de inteligencia Cinco Ojos (Australia, Canadá, Reino Unido y EEUU). Cabe destacar que el AUKUS brinda a Australia submarinos de propulsión nuclear (convirtiéndose en la 7º potencia con éstos), permitiéndole así realizar actividades en zonas más lejanas, como la del Indo-Pacífico).
– Refuerzo de relaciones bilaterales con países de la región, como por ejemplo con Filipinas, potenciando el suministro de armas a este país.
La importancia del mar y la región del Indo-Pacífico en los actuales antagonismos inter-imperialistas
Se estima que por mar se transportan el 80-90% de las mercancías mundiales. Además, para China, su mar meridional y oriental es estratégico, por dos razones principales. La primera es que es la única zona fronteriza con cierta debilidad. Al contrario de las fronteras terrestres, con grandes accidentes geográficos que dificultan la invasión (grandes desiertos, cordilleras montañosas, etc.) la zonas costeras orientales concentran a la mayor parte de la población y son más “accesibles”. Por otro lado, la parte del mar a la que estamos haciendo referencia es un enclave crucial para el transporte de mercancías, por lo que su control es estratégico para cualquier país, y más aún teniendo en cuenta el ambicioso proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda” que China está llevando a cabo.
Esta salida al mar, en la actualidad, está fuertemente controlada por los EEUU con numerosas bases y portaaviones desplegados, formando dos cadenas imaginarias de islas. Como es de suponer este control norteamericano preocupa profundamente a Pekín, por lo que también está haciendo esfuerzos para poder sortearlos. Algunos de estos esfuerzos van, desde las reclamaciones fronterizas, creación de islas artificiales para obtener mayor control militar, la movilización de tropas (actualmente China ha superado a EEUU en número de buques, pero no en capacidad de tonelaje), el establecimiento de alianzas para el control de algunos puertos estratégicos (como en Sri Lanka, Singapore, Yemen o Djibouti, entre otros), o el impulso de contra-alianzas regionales y mundiales que puedan competir con las que participan los Estados Unidos, entre otros.
La cuestión de Taiwán y la visita de Nancy Pelosi
Partiendo de todo este contexto internacional, se podría decir que la reciente Guerra imperialista en Ucrania ha dado cierto respiro a China, debido a que ha obligado a que parte del foco de atención vuelva a Europa, dejando sus mares en relativa tranquilidad.
Sin embargo, la administración Biden es consciente de este hecho y no puede permitirse el lujo de dar un respiro a su enemigo declarado. Sólo en estas circunstancias se puede entender los movimientos de EEUU y la visita de Nancy Pelosi (presidenta del Congreso estadounidense) a Taiwán. Tanto para EEUU como para China es una isla estratégica, ya que forma parte de esa primera cadena imaginaria que cerca el mar chino.
Así pues, a pesar de los esfuerzos de muchos analistas de intentar explicar estos acontecimientos en base a la psicología aventurera y provocativa de determinados dirigentes, o que lo achaquen a la ya provecta edad de otros dirigentes, la verdad es que este se trata de un movimiento consciente, para redirigir la atención al foco que verdaderamente interesa a los EEUU y tantos quebraderos de cabeza está generando a Pekín: el mar sur y oriental de China.