Durante esta primavera hemos asistido a un recrudecimiento de las condiciones de vida de nuestra clase. El alza de precios, la actitud ante la guerra imperialista y los recortes camuflados como planes de ajuste muestran como al capitalismo en España se le están viendo las costuras por mucho que al timón de ese barco se sitúen las dos caras de la socialdemocracia, la nueva y la vieja.
La más que palpable crisis económica que vivimos, que ha sido camuflada bajo continuas caretas de excepcionalidad, exige hoy a nuestra clase y a su Partido una rápida respuesta. Después de dos años adormecidos por la pandemia, los monopolios han aprovechado la desmovilización que impera en nuestra sociedad para implantar su agenda y, apoyados por el gobierno, desactivar los conatos de estallidos movilizadores que ha habido en nuestro país.
El PCTE durante estos meses ha tratado de impulsar un ciclo movilizador que permita romper con la dinámica de pasividad y complacencia que ha permitido a los monopolios incrementar los grados de explotación e, incluso, aprobar una reforma laboral totalmente plegada a sus intereses. La responsabilidad que tiene el Partido Comunista hoy es la de erigirse como la garantía de que en cada uno de los sectores de la sociedad española se producen movimientos de oposición a las innumerables políticas reaccionarias que quiere implantar la patronal como medidas de solución a su crisis económica.
Estos meses, desde el Partido, hemos convocado movilizaciones contra la guerra imperialista y el papel que la OTAN ha venido desarrollando en Ucrania en los últimos años, tratando de desenmascarar el blanqueamiento realizado desde los medios de comunicación burgueses hacia la alianza atlántica y sus aliados a la vez que denunciábamos la injerencia de Rusia, quien actúa movida por los intereses de los grandes oligarcas de su país. Estas movilizaciones pretendemos que confluyan en el gran acto internacionalista que hemos convocado el 28 de mayo en Madrid, donde participarán también el Partido Comunista de Grecia (KKE) y el Partido Comunista de Turquía (TKP).
Lamentablemente, al margen de la protesta contra la situación internacional, el resto de los aspectos de la vida de nuestra clase no han tenido una respuesta en las calles a la altura de la situación que impera hoy en día, con un claro retroceso en las mismas.
Una reforma laboral hecha a medida de la patronal se ha encontrado con el beneplácito de las cúpulas sindicales y del gobierno, los cuales han pretendido presentarla como una reconquista de derechos que en la práctica no se plasma en nada tangible. La desconexión y desmovilización que hay hoy en día en las bases de los sindicatos unido a un discurso antisindical cada vez más palpable por parte de la reacción han desactivado las opciones de un amplio movimiento de oposición articulado en torno al sindicalismo de clase.
Los comunistas no somos ingenuos y sabemos que la solución pasa, en buena medida, por una reactivación de la protesta de nuestra clase allá donde desarrolla su actividad y su vida, es decir, en los tajos y en los barrios, y para ello es necesario que el movimiento sindical vuelva a asumir un papel protagónico.
El camino que queda por recorrer es largo y difícil, como difíciles son también las condiciones en las que nuestra clase trabaja y vive, pero podemos asegurar que esta dinámica de pasividad está cada vez más cerca de acabar y que la clase obrera sabrá estar a la altura del momento histórico que estamos viviendo.