La escopeta nacional

Las fotos de representantes políticos en fincas ganaderas son cada día más habituales. Por lo visto, se lleva posar ante unas decenas de vacas, ovejas o cerdos y hacer declaraciones sin sentido en apoyo de un “mundo rural” que los fotografiados la mayoría de las veces solo conocen de oídas o de las visitas de fin de semana a la finca del marqués de Leguineche de turno.

Corren a hacerse la foto con la churra, la morucha o el ibérico retinto para luego darse golpes en el pecho presentándose como los defensores de eso que llaman la “España vaciada”, del mundo rural o, ya que estamos, de las esencias patrias vestidas de caqui, tractor y boina, buscando titulares y espacios mediáticos con los que mostrarse como alternativa al actual Gobierno, como si tuviesen realmente alguna alternativa seria que proponer.

Las disputas entre los partidos que aspiran a gestionar el capitalismo español hace tiempo que son como un chiste malo, amplificadas por la atención de una prensa paniaguada que, en la mayoría de los casos, se limita a difundir la ocurrencia del día de unos y otros, fomentando la conciencia de que eso es “la política”. No es de extrañar, entonces, que haya cada vez un mayor desapego de la población hacia “los políticos”, percibidos de forma creciente como unos payasos arribistas a los que hay que padecer.

Pero, lamentablemente, esos payasos arribistas tienen todavía una gran capacidad de influencia. No es sólo que logren que medio país se ponga a discutir sobre lo que ha dicho o dejado de decir un ministro, sino que logran que no se hable de lo que no les interesa.

Mientras nos entretenemos con vacas, pollos y corrales, pasamos por alto la compra por parte del Gobierno de la SAREB (el conocido como “banco malo”), completándose así la gran jugada destinada a socializar las pérdidas de la banca tras la crisis de 2008. Mientras corren ríos de tinta sobre si la ganadería extensiva es mejor que la intensiva, perdemos de vista que casi 10 millones de personas están en riesgo de pobreza en España. Mientras vemos por la tele al presidente andaluz preguntándole a una vaca si va a votar al PP, olvidamos que más de dos millones de personas no pueden permitirse comer con regularidad carne o pescado.

Y también, mientras nos enredan con sus debates de chichinabo, están todos de acuerdo en meternos en una guerra. Se apoyan unos a otros para mandar barcos y aviones a la otra punta de Europa y se las arreglan para presentar a quien los critica por ello poco menos que como peligrosos agentes extranjeros. Sí, los lamebotas del Tío Sam están a un pelo de llamar traidores a quienes critican las decisiones que ellos toman para tener contento al Tío Sam.

En estas páginas nunca nos hemos cometido el error de confundir a la Rusia capitalista con la URSS. Tampoco somos partidarios de sustituir el enfoque de clase por la geoestrategia o de subordinar la lucha obrera y popular a la política de bloques. Nos parece un gravísimo error que termina siempre condenando a la mayoría trabajadora a ser carne de cañón.

Por eso precisamente luchamos contra la presencia de España en la OTAN. Porque es la OTAN, y los Gobiernos que nos mantienen en ella, quien nos utiliza como carne de cañón en sus disputas con otras potencias por las zonas de influencia y quien nos manda a bombardear países para que sus monopolios puedan implantarse en ellos con mayor facilidad. Nuestra lucha, por tanto, es contra los que mandan a morir a los nuestros y necesita ser combinada con la lucha de nuestros hermanos de todos los países contra quienes mandan morir a los suyos.

La historia nos ha enseñado repetidamente lo que supone subordinar los intereses de los trabajadores a los intereses de los gobiernos capitalistas. En tiempos de crecimiento de las contradicciones entre potencias arrecian el nacionalismo, el patrioterismo y la propaganda. Los Sánchez, Casados y Abascales de todos los países aparcan sus diferencias de matiz para unirse monolíticamente en lo que para ellos es una cuestión de principios: la defensa de los intereses de los capitalistas españoles en la lucha contra los capitalistas de otros lugares.

Durante los próximos meses tendremos una oportunidad magnífica para exponer estas reflexiones, toda vez que la Cumbre de la OTAN se celebrará en Madrid en junio y ahí se pretende actualizar la agenda belicista de esa alianza. Que sepan todos ellos que, a pesar de sus fotos con cerdos, vacas y pollos, no olvidamos que son los mismos que lanzaron 9.000 toneladas de bombas sobre Yugoslavia.

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