África sigue siendo más que un Río de Oro

1898. La pérdida de las últimas colonias genera una crisis sin precedentes en la sociedad española en la que se ahonda profusamente en los temarios de nuestro sistema educativo. El capitalismo español, que pese a la leyenda en torno a su profundo atraso estaba entonces ya plenamente asentado y en la necesidad de exportar sus propios capitales, encuentra una vía de escape en un continente que empieza a 14 kilómetros de sus costas.
África se vuelve objeto de deseo de nuestra burguesía y España es uno de los países que participarán en los repartos de esa región del mundo en 1885 y, principalmente, 1914.
Como resultado, consigue establecer el protectorado español de Marruecos, las provincias de Ifni (Marruecos) y del Sáhara Español (al fusionar los territorios de Saguia el Hamra y Río de Oro) y los “Territorios Españoles del Golfo de Guinea” (hoy Guinea Ecuatorial). Dichos territorios no solo serán un matadero para la clase obrera —nativa y española— en forma de explotación y guerra imperialista, sino también una lucrativa fuente de negocios para el capitalismo español.

2021. África vuelve a ser un destino para el capitalismo español que, sin tener la clara relevancia de otras regiones del mundo como Latinoamérica o la propia Europa, se encuentra con una preponderancia cada vez mayor. Podría parecer que no es un lugar que interese mucho a nuestra economía, pero los datos indican lo contrario: España, actualmente decimocuarta potencia mundial, es el décimo inversor internacional en África y es el líder indiscutible del continente en varios sectores económicos, entre ellos la construcción de infraestructuras sostenibles [1]. Y no solo eso, sino que el propio gobierno español ha impulsado en estos dos últimos años esta dinámica, con acciones como la Estrategia Horizonte África (aprobada en 2020) y el programa de acción Foco África 2023 (aprobado en 2021).

Y es que África, pese a los múltiples riesgos que detectan los inversores y a la feroz competencia imperialista, tiene varios atractivos interesantes para la burguesía española: grandes fuentes de recursos, una población creciente que emigra a las ciudades, necesidad de infraestructuras para el transporte, el almacenamiento y la telecomunicación y una industria que no para de crecer. Por ese motivo, de entre las casi 1.000 empresas españolas instaladas en el continente, casi el 17% pertenecen al sector de la construcción y la ingeniería, seguidas de lejos por las del sector agroalimentario (un 10%) y aquellas dedicadas a la extracción de materias primas y productos intermedios y a la maquinaria y componentes industriales [2].

Por otro lado, la localización de las empresas españolas nos indica qué factores influyen en las relaciones de dependencia entre países. Si bien son importantes elementos como la posición en la pirámide imperialista (en casos como los de Kenia, Egipto, Angola y, especialmente, Sudáfrica) o la vinculación lingüística (España es el principal importador de Guinea Ecuatorial, por encima de China, y hay un número significativo de empresas en países lusófonos como Angola y Cabo Verde), los capitalistas españoles prefieren instalarse en países próximos al territorio nacional: casi la mitad (47%) operan en Marruecos, porcentaje que aumenta al 63% si sumamos todos los países del Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Sáhara y Mauritania) y al 79% si incluimos todo el África occidental [3]. Esta situación se acentúa si hablamos de las más de 200 empresas canarias que operan en África, de las cuales el 86% se encuentran en África occidental y que es notoria en particular en Senegal, Marruecos, Mauritania y Cabo Verde [4].

Queda claro que África supone más que un río de oro para nuestros empresarios y su Estado. No obstante, no podemos decir que el beneficio se dé en el sentido contrario. Ejemplos no faltan: las condiciones de los talleres de Inditex en Marruecos, las operaciones bélicas en Libia y las misiones militares en seis países africanos, las tensiones entre Marruecos y Argelia por un gasoducto construido por Gas Natural en la década de los 90, el apoyo a ciertas dictaduras y el olvido del Sáhara Occidental son algunos de los casos más destacables.

La pretensión de este artículo no es realizar un extenso recorrido por los datos y los ejemplos que dan las empresas y el Estado español en África. Los pocos que se señalan aquí no son más que la punta de un iceberg que corresponde a los comunistas españoles, con ayuda de nuestros camaradas de otros países, seguir analizando en profundidad para entender el papel del imperialismo español aun en los lugares menos explorados. Cuanto mejor lo estudiemos, mejor sabremos oponernos a sus ataques no solo a la clase obrera de otros países, sino también a la del nuestro.

***

[1] Marín Egoscozábal, A. (2020). La empresa española en África Subsahariana: estrategias, experiencias y riesgos. Elcano Policy Paper 6/2020, pp. 19-20.
[2] Casa África (2021). Informe sobre las empresas españolas en África. Análisis por países, regiones y sectores, pp. 7-14.
[3] ibídem, pp. 7-14.
[4] ibídem, pp. 13-16

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