El sistema político de los Estados Unidos presume de ser una democracia que garantiza los derechos de las personas, modelo que además se esfuerza por exportar forzosamente a otros países acompañado, eso sí, de sus marines. La cruda realidad choca con este imaginario de libertad labrado a golpe de dólar por medios de comunicación, agencias, academias e instituciones.
Si preguntáramos a cualquier persona qué se debería hacer en un centro de trabajo ante la cercanía de un desastre natural, nos respondería lógicamente que el cierre del mismo y el envío de sus trabajadores a espacios seguros para evitar daños. Sin embargo, en el tan cacareado reino de la libertad norteamericano, la advertencia de una fuerte formación de tornados y amenazas meteorológicas en la zona no fue motivo suficiente para anular el turno de trabajo en una empresa de fabricación de velas en Kentucky y proteger la vida de sus trabajadores, a los que además amenazaron con despidos para aquellos que no cumpliesen con su jornada laboral. Así es la democracia Made in USA.
La prudencia ante los riesgos y la vida de las personas no están por encima de los beneficios en el capitalismo. Se ve que el mercado de velas exigía que no se parase la producción ante la campaña de la festividad judía del Janucá y de la cristiana navidad a costa de la muerte, finalmente, de nueve trabajadores. Es terrible escuchar los testimonios de los obreros de la fábrica de Kentucky en sus últimas horas, despidiéndose de familiares y amigos.
En los artículos de prensa publicados informan que la plantilla estaba compuesta, principalmente, por trabajadores migrantes a los que se les exigía diez y doce horas de jornada diaria más las horas extras. Todo para no detener una producción de veinticuatro horas durante los siete días de la semana. Había, incluso, presos que conmutaban su condena por trabajo. Según los testimonios, el más de centenar de trabajadores que estaban en el turno solicitaron que se les permitiera suspender su jornada laboral, pero fue rechazado por los capataces. Finalmente, los tornados redujeron a escombros la fábrica de donde fallecieron los nueve trabajadores.
Debemos preguntarnos por qué en un país con tan alto desarrollo industrial y tecnológico como es Estados Unidos se necesita para mantener los beneficios empresariales someter a este tipo de condiciones de trabajo a la clase obrera. Para disciplinar al conjunto de la clase obrera, el capitalismo estruja a la fuerza de trabajo migrante, a la que se la somete a todo tipo de bulos, acusaciones y obstáculos administrativos para la obtención de permisos legales de trabajo con el objetivo de disponer de una mano de obra barata y sometida a la sobreexplotación.
Y es que hablando sobre democracia nunca se habla de los centros de trabajo, donde pasamos una gran parte de nuestro tiempo, y, como vemos, muchas vidas se dejan en el camino por la búsqueda de un salario para poder sobrevivir. Es tal la dictadura del capital que tomar la decisión de no arriesgar tu vida ante un tornado no lo decides tú, sino que es tomada por la patronal. Es como lo de hablar de libertad de empresa en el capitalismo. Recordando aquella conversación con Lenin sobre la libertad en la que preguntaba: ¿para quién? y ¿para qué?
Los sindicatos en Estados Unidos deben recuperar su propia y rica historia de lucha obrera, que tuvo brillantes episodios, y fortalecerse para poder defender la vida de los trabajadores. Recuperar la organización sindical y elevar la conciencia de la clase obrera en Estados Unidos es fundamental para poder lograr la emancipación de nuestra clase.
Los mártires de Chicago que lucharon en 1887 por la jornada de 8 horas y cuyo asesinato se conmemora en el Primero de Mayo en las manifestaciones obreras de muchas ciudades del planeta nos lleva a la conclusión de que, aunque la rueda de la historia haya avanzado, nos enfrentamos a las mismas contradicciones entre el capital y el trabajo.