Colin Powell, un hombre de y para la guerra imperialista

El 18 de octubre de 2021, hace un mes, se hacía público el fallecimiento de Colin Powell a causa de las complicaciones derivadas de la enfermedad del Covid-19. Colin Powell es un militar cuya carrera creció gracias a su participación como asesor militar en la guerra de Vietnam, pasando en Vietnam del sur 7 años hasta que en 1969 volvió a EEUU (no sin su correspondiente pequeño escándalo relacionado con una queja acerca de vejaciones y ejecuciones de civiles vietnamitas). Siguió acumulando méritos militares en Panamá, cuya invasión organizó en 1989. Y se coronó con su implicación en la dirección de la intervención estadounidense en la Guerra del Golfo (1990-1991), que le valió la fama como gran estratega militar, y ejemplo de la fuerza bélica de los Estados Unidos. Y esto es solo una pequeña reseña de su participación militar en la política exterior estadounidense. Es el claro ejemplo de lo que es un hombre de y para la guerra imperialista.

Todos estos éxitos le fueron valiendo su entrada a la vida política estadounidense. Durante su trayectoria vital como militar y como político, Powell ejerció de jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, de Consejero de Seguridad Nacional y de Secretario de Estado de EEUU, desempeñando la mayoría de estos altos cargos junto al expresidente George Bush.

Pero hoy no escribimos este artículo porque Colin Powell sea un señor con muchos títulos importantes y un largo curriculum político y militar. No, escribimos este artículo por la repercusión para los pueblos del mundo que tuvieron sus decisiones, y por cómo la sangre de la clase obrera internacional mancha sus manos desde hace décadas.

Quizá a las y los lectores más jóvenes no les suene este nombre ni lo que le hizo más famoso. En 2003 el famoso militar y político Colin Powell promovió internacionalmente en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU la idea de que en Irak existían armas de destrucción masiva.

“No hay ninguna duda de que Saddam Hussein tiene armas biológicas y la capacidad para producir más, muchas más. Y tiene la capacidad para difundir esos venenos letales y esas plagas de forma que puedan causar muerte y destrucción masivas. Si las armas biológicas son demasiado terribles para ser contempladas, las armas químicas son igualmente terroríficas».

Esta mentira provocó, días después, el inicio de la invasión norteamericana en Irak.
Así, Irak estuvo bajo la invasión capitaneada por los EEUU desde el 20 de marzo de 2003 hasta el 18 de diciembre de 2011. 8 años y medio de dominio y masacre en el que estuvo implicado, entre otros, el gobierno y las fuerzas militares de nuestro país. Una guerra que dejó cientos de miles de muertos en el camino (teniendo en cuenta que las estimaciones del número de personas muertas fluctúan entre más de ciento cincuenta mil a más de un millón de personas, según fuentes), por una mentira que ocultaba los verdaderos intereses geoestratégicos de esta operación.

Habiendo pagado ese peaje de saqueo y asesinato, EEUU cumplió con creces sus objetivos imperialistas de control y dominio del país, pero las armas de destrucción masiva nunca se encontraron. Qué casualidad…

Ahora, 18 años después de aquellos momentos, ni un minuto de silencio para los asesinos de la clase obrera del mundo. Ni un minuto de silencio por quienes impulsan la guerra imperialista. Ni un minuto de silencio por quienes hacen carrera a costa de las vidas de los vietnamitas, panameños, iraquíes, etc. Ni un minuto de silencio, sino toda una vida de combate contra el imperialismo y sus gestores.

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