El pasado 26 de abril saltaba la noticia: H&M presentará un ERE que afectará a más de 1.000 familias trabajadoras y que supondrá el cierre de 30 tiendas en España, es decir, el despido del 20% de la plantilla de todo el país.1
El monopolio sueco del comercio textil argumenta que los avances tecnológicos, la digitalización y la venta on-line han cambiado las pautas de mercado, lo que obliga a la empresa a una reestructuración a nivel global para seguir siendo competitivos. La excusa hubiera podido tener cierto recorrido si H&M no hubiera registrado beneficios en 2020 o si no hubiera afirmado que tras cerrar 30 tiendas en España, pretende abrir otras 200 en todo el mundo.
Aunque H&M se ha esforzado en mostrar su a buena voluntad y en vender que es una empresa justa, igualitaria y que trabaja contra el cambio climático, la realidad acaba saliendo a flote. Los valores progresistas se esfuman cuando, aun teniendo beneficios, H&M no duda en empujar al paro a más de mil trabajadores y trabajadoras, en su mayoría jóvenes y mujeres.
La respuesta sindical no se ha hecho esperar y por todo el territorio nacional los paros y huelgas son un éxito gracias a un seguimiento masivo de las plantillas. Durante las últimas semanas han sido habituales las imágenes de tiendas donde había que echar el cierre ante el hecho de que no había nadie para trabajar en ellas. De nuevo, la fuerza de la movilización obrera demuestra que el único engranaje imprescindible en la maquinaria capitalista son los trabajadores.
En H&M, como en el resto del sector del comercio textil, la norma en el modelo de contratación es la parcialidad y los bajos salarios que supone. Así las cosas, a pesar de que la mayoría de su plantilla no cobre más que unos pocos cientos de euros, H&M pretende que durante su proceso de reorganización sea el Estado, a través de subsidios y ayudas, quien cargue con los costes salariales. Una vez finalice este proceso, a buen seguro que H&M ofrecerá nuevos puestos de trabajo basura para quienes, entre el paro y la desesperación, acepten trabajar 15 o 20 horas a la semana. Este es el futuro que nos ofrece el capitalismo: paro, y miseria sometidos al trabajo a demanda.
H&M fue una de las empresas beneficiadas por la figura de los ERTE, aplicando esta medida a las plantillas hasta en dos ocasiones desde que estallara la pandemia de la Covid19. Tras recibir exenciones fiscales y asumir el Estado buena parte de los salarios de la plantilla, H&M dejará en la calle a más de 1.000 familias trabajadoras. El caso resulta esclarecedor: las medidas adoptadas por el gobierno socialdemócrata de coalición no han acabado sirviendo para salvaguardar el empleo, sino para garantizar las ganancias de un monopolio.
En el mismo sentido podríamos hablar de la derogación de las reformas laborales, una de tantas promesas que, de tanto prometerse y no ejecutarse, llegarán (si llegan) demasiado tarde para los más de 1.000 trabajadores de H&M. Ante una normativa laboral que ataca frontalmente a la clase obrera, seguimos recibiendo promesas en el aire desde las ruedas de prensa de Moncloa, a la par que negocian por la espalda en Bruselas nuevas formas de explotación con las que seguir exprimiéndonos para garantizar el beneficio de unos pocos.
A pesar de la oscuridad ante el abismo en el que se encuentran los trabajadores y trabajadoras de H&M, estas semanas también han traído destellos de esperanza. Las muestras de solidaridad y apoyo se han multiplicado por toda España y los comunistas del PCTE hemos estado luchando junto a nuestros compañeros y compañeras en defensa de sus puestos de trabajo y por los derechos laborales de toda la clase obrera. Frente a un escenario donde las reglas del juego están hechas a medida de la patronal, la opción de romper la baraja y construir una nueva sociedad comienza a vislumbrarse como la única alternativa, como el único horizonte posible donde la clase obrera no siga perdiendo.
Hugo Carrasco