El pasado fin de semana sesionaba el Comité Central del Partido Comunista de los Trabajadores de España para analizar el escenario resultante tras las Elecciones Autonómicas en la Comunidad de Madrid y las nuevas tareas para el Partido en el contexto actual.
La dimisión de Pablo Iglesias al frente del espacio de Unidas Podemos y el abandono de todas sus responsabilidades políticas supone un cambio de ciclo, por el cual los indignados que hace 10 años salieron a las plazas en las principales ciudades de España, fundaron PODEMOS, fueron catapultados por los medios de comunicación burgueses para canalizar el descontento popular, accedieron a diferentes cotas de poder institucional en Ayuntamientos y Comunidades hasta acceder finalmente al Gobierno de España.
Pablo Iglesias se va con un Gobierno de coalición donde la nueva socialdemocracia que aspiraba a asaltar los cielos queda relegada junto al oportunismo clásico al papel de muleta de la vieja socialdemocracia del Partido Socialista Obrero Español. Por el camino, la débil movilización obrera de la crisis anterior que abrió un hueco para que la pequeña burguesía asumiese el rol dirigente de la lucha y plantease sus utópicas propuestas de reforma de la dictadura de la burguesía, se ha visto aún más debilitada, la clase obrera se ha visto desarmada ideológicamente y el movimiento obrero tiene hoy menor capacidad de respuesta a los nuevos ataques, se ha renovado la confianza de amplias masas en las instituciones burguesas y una supuesta gestión honesta, decente y favorable a las grandes mayorías.
El Gobierno de coalición socialdemócrata en España ha gestionado la pandemia anteponiendo las necesidades del capital a la protección de la salud pública. A pesar de los Estados de Alarma y la aplicación de restricciones, que han variado de unas Comunidades Autónomas a otras, ni se ha nacionalizado la sanidad privada, ni se ha cuestionado la incorporación cada día de millones de trabajadores a sus empresas como foco de transmisión del virus.
Por su parte, ante el estallido de una nueva crisis capitalista, se han inyectado miles de millones de euros a los capitalistas por diferentes mecanismos como ayudas directas, nacionalizaciones temporales o mediante los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTEs) que consisten en la asunción por el Estado de los costes laborales de los trabajadores, es decir, socializar las pérdidas empresariales con la justificación del mantenimiento del empleo. Más allá de la política comunicativa del Gobierno, el paro se incrementó desde el inicio de la crisis en 700.000 trabajadores y los despidos colectivos (Expedientes de Regulación de Empleo-EREs) se suceden.
Al mismo tiempo, se fortalecen las medidas que profundizan en la mayor flexibilización de las relaciones laborales, por lo que las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo han empeorado rápidamente, algo que se verá aún más claramente cuando los acreedores privados exijan el cobro de la deuda, recortando el gasto público y promoviendo nuevas privatizaciones. El Plan de Recuperación enviado a la Comisión Europea, cuyos detalles aún no se conocen, contiene ya algunas medidas en este sentido, una reforma laboral en ciernes, la subida de impuestos, recortes en pensiones o el cobro por el uso de autovías.
Las políticas antiobreras impulsadas desde el Gobierno de España han provocado que en los parlamentos autonómicos y ayuntamientos donde gobernaban las fuerzas de la derecha parlamentaria, Partido Popular y Ciudadanos, con o sin el apoyo de la extrema derecha de VOX, la oposición del PSOE y UP haya sido muy tibia. Su influencia en el seno de los sindicatos y las organizaciones populares se ha dejado sentir muy negativamente, ya que las movilizaciones que se han venido produciendo no han alcanzado ni la intensidad, ni la claridad ideológica necesarias para alcanzar victorias para la mayoría trabajadora.
Desde la Comunidad de Madrid el PP promovió una estrategia de confrontación institucional con el Gobierno de España, oponiéndose a las restricciones para la transmisión del virus apelando a una falsa concepción de libertad, con la que han intensificado la privatización de servicios públicos, promovido la especulación inmobiliaria, permitido la llegada masiva de turistas… De ahí que su primer lema de campaña electoral fue el de Socialismo o Libertad, que actualizaron tras la concurrencia de Pablo Iglesias al frente de Unidas Podemos, al de Comunismo o Libertad, ambos apoyados sobre la campaña de los medios conservadores y reaccionarios que tildan al Gobierno de España de socialcomunista.
Ante la convocatoria electoral, el PCTE promovió el lema de Comunismo es Libertad, negando la falsa idea de libertad promovida por la burguesía. Desde la convocatoria, el Partido ha llevado esta consigna a numerosos centros de trabajo, a los institutos y las facultades y a los barrios obreros para explicar que no existe libertad en un sistema que se construye sobre la explotación asalariada, que no hay libertad en morir en una residencia de ancianos esperando a ser atendidos, en esperar en las colas del hambre para comer gracias a la solidaridad del pueblo, en tener que aceptar cualquier trabajo porque la alternativa es el paro. La verdadera libertad para la clase obrera solo es posible acabando con la libertad de la burguesía para apropiarse del fruto de nuestro trabajo, es decir, acabando con su sistema y construyendo el poder obrero, de ahí que el trabajo partidario se articule con la consigna de Ellos o Nosotros.
El apoyo electoral cosechado es aún muy insuficiente, a pesar de que la campaña ha servido para el acercamiento al PCTE y los Colectivos de Jóvenes Comunistas de nuevos compañeros desde los sindicatos, las asociaciones vecinales y otras plataformas de lucha. Estas elecciones también suponen un fin de ciclo en la construcción partidaria, en el que tras las citas electorales de Galicia, País Vasco y Cataluña, se demuestra que en el año del centenario de la fundación del Partido Comunista de España (Sección Española de la Internacional Comunista) el PCTE está preparado para comenzar a andar el camino hacia la Revolución Socialista en España.
Alberto Sánchez Colomo