Al señor que acaba de entrar en la famosísima Casa Blanca le acompaña una imagen más afable que la de su predecesor, Mister Trump. Pero, no nos engañemos, esto no era algo difícil de lograr… Con no tener la cara naranja y no actuar esperpénticamente, tenía mucho camino andado.
Y aunque parezca una bobería, es en eso en lo que han basado su campaña en España, y la base desde la que han tratado su imagen en los telediarios, las tertulias, los periódicos, etc. ¿Y esto por qué? Porque hablar de quién es realmente Joe Biden, y cuál ha sido su implicación en la política imperialista estadounidense, haría más difícil de digerir ese apoyo a ciegas con el que ha contado en los últimos meses.
No pasa nada, para eso estamos aquí, porque Joe Biden tiene una gran “mochila” que debe conocerse, para no caer en los engaños propios de la socialdemocracia. Biden comenzó su andanza política en 1972, año en el que fue elegido senador, cargo que asumió durante varias décadas, hasta convertirse en vicepresidente con Barak Obama en 2009. Es decir, su presencia en la política norteamericana, más o menos mediática según el momento, es prolongada. Por ello es fácil sacar un retrato realista, alejado de la versión de “alternativa esperanzadora” contra Trump, porque como dijo alguno “por sus hechos los conocerás”.
Por su papel como senador y como vicepresidente, ha jugado un importante papel en la política exterior norteamericana, apoyando las intervenciones de los EE.UU. en terceros países (Irak, Afganistán, Libia…) y en conflictos internacionales como el de los Balcanes, donde el tío Joe defendió firmemente la implicación militar de su país. Igualmente, durante este largo periodo, también se ha preocupado de cuidar a quienes le cuidan. Así, ha impulsado el sector militar (al cual, por cierto, promete aumentar sus niveles de financiación para actualizar su tecnología bélica) y el sector financiero estadounidense, al que protegió con cariño durante la crisis capitalista de 2008.
Y le ha salido bien, puesto que, años más tarde, ha recibido importantes sumas de dinero de empresarios y monopolios, de estos y otros sectores, para financiar su campaña presidencial. Curioso, ¿no?, cómo en la política norteamericana no se esconde la relación entre los grandes monopolios y sus representantes políticos.
Desde su ascenso a presidente de los EE.UU., Biden se ha ocupado de iniciar su propia política de gestos en el país (estrategia que conocemos bien aquí desde la constitución en España del gobierno de coalición socialdemócrata PSOE-UP). Por ello, sus primeras medidas se basan en deshacer algunas de las medidas polémicas del trumpismo, relacionadas con la gestión de la pandemia, la inmigración, el medio ambiente…se trata de poco más que “maquillajes”.
En resumen, nada nuevo bajo el tradicional sol imperialista de Estados Unidos. Preparémonos para lo que viene y, mientras tanto, ninguna confianza en la socialdemocracia de España, ni en la de Estados Unidos.