10D en la educación valenciana: una huelga pedagógica

A JM cada nota le va a costar lo suyo. Un mar de incertidumbre donde rellenar la rúbrica le generará más dudas que dar una cifra redonda y cerrada. No deja de pensar en el qué dirán pero sabe que no puede. No puede más. Lleva dos días desde que para él se iniciaron las oposiciones donde compagina el trabajo diario en su centro, ser miembro de tribunal y la crianza en casa. Todo sazonado de un calor pegajoso y húmedo donde llevar gafas es casi un sobre esfuerzo. Las medidas higiénicas anti-COVID19 son sólo un estorbo más que lo complican todo. No hay aire acondicionado, tampoco se recomienda su uso, y son cientos los aspirantes en numerosas aulas. Son muchas las cosas de las que ha tenido que estar pendiente: calor, mascarilla, gel hidroalcohólico, calor, distribución de aspirantes, exámenes, distancia, más calor, tensión, última visita al baño de los opositores, relojes, pegatinas identificativas, retraso, el sorteo, mucho más calor… El protocolo le abruma. Está agotado de seguir evaluando y no se lo piensa.

Al tribunal de JM le tocan 9 plazas y no quiere estar corrigiendo hasta el final. Si pasan pocos, sólo tendrá que escuchar como mucho un par de días de defensa de programaciones. No seré el único, se dice así mismo, además le pagan mal y tarde. Lo tiene decidido. Elegirá a los 10 mejores, el resto fuera. Total, entrarán en bolsa sí o sí y el que ya sea interino seguirá trabajando. Cree que así es lo más justo, lo más sensato. No hacer perder el tiempo a nadie. Sólo espera no equivocarse y que los afortunados hagan su trabajo como corresponde. Con el último sorbo de horchata ha tomado la decisión, dura y compleja pero tremendamente liberadora. Le ha dado muchas vueltas al tema. Casi las mismas que a la horchata para ir derritiéndola. La decisión ha llegado con el deshielo del último sorbo del zumo de chufa. Con la presión que sufría no se concentraba en la corrección. Son temas que no conoce mucho y no son de su especialidad. A mí también me tocó pasar por 4 oposiciones, se dice. Los 45 minutos de coche de Benisa a Alicante le han dado para meditarlo y quiere acabar cuanto antes con este proceso selectivo. Ser miembro de tribunal le duele, y de ese tribunal especialmente. Su especialidad es numerosa pero las casualidades son caprichosas. Seguramente tenga que suspender a una ex-compañera de trabajo. Sabe que es una excelente docente de la que aprendió mucho pero no pasa por su mejor momento.

La mayoría de mis compañeros no son como JM, pero no nos engañemos, haberlos haylos. También los conozco que han sufrido tanto siendo tribunal que no quieren volver a repetir porque han tenido que suspender a sabiendas de que el que estaba en frente era un docente ejemplar. Esta incómoda realidad se repetirá en mayo en multitud de aulas de nuestros centros educativos. Es una de cientos y no es novedosa, salvo por el COVID-19. Se vienen repitiendo oposición tras oposición, en la educación valenciana y en toda España. Procesos selectivos que florecen gracias a leyes, nervios, miedos, esperanzas, rezos, lloros, incertidumbre, estudio y sobre todo una buena dosis de suerte. En pocos días se pare la miseria y grandeza de muchos individuos cuya vida le ha llevado a elegir ser docente en la Educación pública. Para algunos será una anécdota emotiva y gloriosa, una medalla que colgarse en el almuerzo con sus compañeros de instituto. Para la mayoría un mal recuerdo. Muchos días, con sus 24 horas llenas de esfuerzo que resumirán en un 2 o un 3. Algo que para cualquier docente, cuesta digerir.

Fruto de la experiencia acumulada durante años y tras mucho analizar la coyuntura económica y sanitaria, la Conselleria ha decidido que la fecha más adecuada y óptima sea el próximo 15 de mayo. Según ellos, el proceso debe seguir su curso natural. Así que habrá un grupo de funcionarios de carrera que deba soportar el peso de las oposiciones en el final de un curso terriblemente atípico, complejo y extenuante. Una tarea que nunca es fácil, ni grata, pero no se podrán negar. La Conselleria dice que la peor pandemia que padecemos en el último siglo para nada va a incidir en el devenir de los acontecimientos y que todo saldrá bien. Como siempre, nos venden.

La realidad, como las casualidades, es caprichosa. Estos días sabemos por la prensa que nuestra Comunidad Autónoma vuelve a ser el epicentro de la pandemia. El lector puede suponer que llegado el momento, quizás JM no pueda remover y sorber su horchata por motivos de higiene, pero para la Conselleria, salvo ese matiz, todo estará en orden y las oposiciones serán el epicentro del saber.

La contrareplica a la Conselleria es la huelga convocada en solitario por el STEPV (Sindicat de Treballadors de l’Ensenyament del País Valencià),  sindicato con una amplia mayoría en el sector. El 10 de diciembre el profesorado de Secundaria, FP, enseñanza artísticas y EOI del País Valenciano está llamado a secundar la movilización.

La coherencia como principio pedagógico

Para enteder la convocatoria de huelga hace falta claridad, sinceridad. Esto no es una huelga porque a los interinos les venga mal estudiar en pandemia o para evitar que nuevos compañeros puedan prestar servicios como docentes. Es una huelga que nace de poderosas razones. De lo pedagógico. De la conciencia de clase de unos trabajadores de la enseñanza hastiados de la enorme falta de recursos y de los constantes menosprecios a su labor diaria en las aulas. Es una huelga parida contra un gobierno autonómico que venía a rescatar personas pero sigue defendiendo un modelo selectivo de acceso que es obsoleto, antipedagógico y tremendamente subjetivo. Se lucha porque necesitamos más recursos, más personal y para eso, a día de hoy, no es necesario convocar oposiciones.

Sí, alguien lo tenía que decir y dejar por escrito. Romper el tabú y señalar el problema para que no nos hagan mirar a otro lado. Cualquiera que sea docente y se haya presentado a oposiciones sabrá que la forma de acceso a la función pública, el llamado concurso-oposición, garantiza muchas cosas menos eso que se puede leer en el Estatuto Básico del Empleado Público, “igualdad, mérito y capacidad”. No se pretende sentar cátedra sobre cuestiones legislativas, ni corresponde, ni serviría de mucho. Como tampoco sirve taparse los ojos para seguir defendiendo que este modelo de acceso es el adecuado. Ni es el mejor, ni será eterno. Afirmar lo contrario sería mentir y engañar. Hay que defender bien alto y claro que esta convocatoria de oposiciones no genera más empleo, ni puestos de trabajo. Consolida unas plazas que ya existen y que ya están ocupadas por compañeros, pero no serán éstos los que mayoritariamente se queden con las plazas. La decisión de quien se queda con los puestos de trabajo se basará en un modelo que necesita ser mejorado. Para muestra un botón, es una puerta de entrada a la docencia tan incoherente y antipedagógica que el temario de Geografía e Historia lleva décadas con un error en la fecha del titulo de un tema que todavía no ha sido subsanado.

Por todo ello, hay que hablar de la lucha por un sistema justo que garantice que los trabajadores que ya están, esos que comparten departamento, evaluaciones y café contigo, no se vayan a la calle. Esos interinos que no cuentan años, sino cursos y llenan maletas de destinos, kilómetros, horarios y cursos que nadie quiere. Lo que sobra siempre les viene bien. En esta huelga además hay que recuperar la lucha para que se incorporen muchos más compañeros y que gocen de todos los derechos. Reivindicamos eliminar todos los recortes anteriores y recuperar lo que nos robaron, reducir ratios, gozar de más recursos, más personal y mejores infraestructuras.

Ese modelo tan arbitrario será el que decida las oposiciones el 15 de mayo. Ahí veremos como JM, como funcionario de carrera, y los opositores, sean interinos o no, tendrán delante la difícil tarea de superar nervios, aulas inadecuadas, estrés, oposiciones y pandemia. Algo que no sale en los temarios pero contra lo que toca lidiar sí o sí. La Conselleria lo tiene fácil, de matrona en el parto ejercerán los funcionarios de carrera elegidos por sorteo. Para ellos no habrá las mejores condiciones posibles para evaluar sino unas buenas palmaditas en la espalda, como tantas veces.

Por eso el próximo jueves 10 de diciembre cerraremos los libros y las aulas para seguir enseñando y dar una lección más. Porque uno de los principios pedagógicos fundamentales es el ejemplo, la coherencia. Por ello saldremos a la calle para quebrar el individualismo que muchos enarbolan como excusa. Habrá cientos que seguirán pensando lo de siempre, que esta huelga no va conmigo porque a mí no me afecta, porque yo ya lo tengo todo hecho, que las huelgas no sirven. Los habrá que darán lecciones al alumnado sobre conciencia y civisimo y seguirán pensando que fueron los mejores en sus oposiciones, que ellos se lo han ganado, y que el BOE es un océano de jurisprudencia protector. No importa. El océano, se hará mar, pecera y un día se quedarán sin agua. Ahí empezarán a boquear y vendrán con ganas de lucha. Serán bienvenidos.

Poco le importa a la Conselleria si el jueves haciendo huelga somos 500, 2000 u 8000. Sabemos que al gobierno las números no le abruman, a ninguno. Escenificarán lo de siempre, el baile de cifras que se remonta al s. XIX, ese baile en el que la patronal siempre intenta salir victoriosa frente a sus trabajadores para reforzar sus argumentos. Sus declaraciones de prensa corroborarán sus posiciones y dirán que su hoja de ruta sigue intacta. Nosotros debemos hacer lo mismo, seguir adelante, conscientes de nuestras debilidades pero teniendo clara la lucha. Con pedagogía para unir a todo el profesorado, el que ya está y el que está por venir. Con la subjetividad de victoria que caracteriza a los que ya le hicimos al gobierno del PP 6 días de huelga. Con esa misma dignidad con la que amanece uno para dar clase, es con la que nos tenemos que vestir el día 10.

De no ser nada a serlo todo

Si has leído hasta aquí, gracias y calma, ya se acaba. Debes saber que este artículo no está escrito contra los funcionarios de carrera a los que les toque ser miembros de un tribunal. De hecho me puede tocar a mí ser uno de ellos y acabar cargando con el terrible peso de evaluar a compañeros. Un trago amargo y desagradable que nadie en su sano juicio quiere dar. Tampoco es contra los opositores que todavía no han prestado servicios. Yo fui uno de ellos. Todos hemos pasado por ahí y queremos que se incorporen con plenos derechos a trabajar, porque algún día deberán parir, tener una mala época o cuidar de un dependiente.

Este artículo busca agitar conciencias. Borrar cualquier tipo de indiferencia, forzar a participar del debate y posicionarse. La mejor respuesta sería que generase polémica, asco, rabia o algún tipo de identificación. Que se criticase mucho. Habrá sido útil si la reflexión nos permite abandonar la comodidad como el principal refugio para evitar afrontar la realidad. Esa realidad que nos dice que si perdemos esta batalla, cualquier gobierno nos colará la que quiera. Sería maravilloso si el artículo lo leyese el señor conseller Marzà y tuviese que buscar quién es el autor. Es muy necesario que reflexione sobre el autoritarismo que la Conselleria que dirige está practicando.

Una de las mejores clases la daremos en esta huelga, porque pondrá a más de uno en su sitio, por eso tiene un profundo valor pedagógico. Porque nos dirán que no somos nada, y debemos tenerlo claro, con la lucha seremos todo.

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