Política y sindicalismo. ¿Enemigos de la clase obrera?

Son muchas las ocasiones en que la derecha, en sus diferentes grados de extremismo, nos tiene acostumbrados a declaraciones que no soportan el más mínimo análisis lógico. Cierto es que la socialdemocracia, tiempo hace preñada de neoliberalismo, nos había obsequiado con perlas para nada desdeñables en este collar del absurdo. Pero por no hacer muy extensa la retahíla veamos dos de estas joyas del pensamiento: “El problema son los políticos”, y lo dice desde una tribuna política un político.

A poco acostumbrado que se esté a buscar detrás de cada declaración el verdadero interés de quien la hace, es fácil ver que lo que le preocupa a ese político no es que siga existiendo el juego político burgués en un parlatorio donde casi todos tienen cosas que callar y desde el que los grandes capitales transnacionales patrios generan una red clientelar de corrupciones que asegura la estabilidad del sistema de explotación capitalista. El interés de ese político es distraer a la clase obrera para que se distancie, no de los políticos corruptos y de los partidos que gobiernan al dictado del capital, si no de la política en general dejando el terreno libre para que toda una camada de políticos sistémicos profesionales siga gobernando en contra de los intereses de la mayoría trabajadora, mientras ésta, asumiendo el discurso ideológico de su enemigo de clase queda indefensa en ese terreno de batalla.

“Lo que se necesita es un sindicato independiente de los partidos políticos”, y lo dice un político como parte de la presentación de un sindicato formado por mandato de un partido político (VOX). Un partido formado en sus órganos de dirección por personajes que lo más cerca que han estado en su vida de ser clase obrera es la relación de desprecio que mantienen hacia los trabajadores de sus empresas, a sus “chachas”, aparceros, etc.

Lógico es pensar, aunque siempre haya despistados, que lo que pretenden es acabar con esa otra pata en que se sustenta la lucha por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría explotada. Si logran alejar a la clase obrera de la política y convertir el concepto de sindicalismo en algo rechazable salvo si comparten los mismos intereses que la patronal habrán conseguido desarmar definitivamente las dos principales herramientas de lucha obrera. Y eso significa en términos claros más miseria económica, cultural, intelectual y moral para la clase obrera y los sectores populares.

Desgraciadamente hay ocasiones como estas en las que lo más lógico necesita ser explicado, para que llegue a todos aquellos con los que compartimos un interés objetivo en la destrucción del sistema capitalista. Es necesario luchar contra las mentiras, desvelar las medias verdades, combatir en el plano de las ideas incluso cuando parecería que no fuese necesario por lo burdas que plantean las suyas nuestro enemigo de clase. Debemos estar siempre a la ofensiva, pero sin dejar de pensar en quienes por falta de conocimientos de como realmente funcionan los mecanismos de explotación, o por enfados pueriles, puedan alejarse de la defensa de sus intereses reales.

Y en esa batalla de la lucha de clases el concepto de independencia de clase es la piedra de toque que marca el camino a seguir: Política desde el Partido de la clase obrera y sindicalismo desde la defensa de los intereses de la clase obrera e independiente de otros intereses de clase ajenos.

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