Las cifras de fallecidos se amontonan de manera vergonzosa en la Comunidad Autónoma de Madrid y en Catalunya. Desde el 1 de marzo, la administración madrileña reconoce 1.065 fallecidos. Los datos son confusos fruto de la falta de claridad de la administración. La realidad es que la cifra ha crecido un 20% respecto al año pasado. Existe un total de 475 residencias público-privadas en la Comunidad donde viven 52.031 ancianos y hay, de momento, 14.894 en aislamiento. Madrid acumula el 51% de fallecimientos por contagio en España y los ancianos, junto a los trabajadores sanitarios y de residencias de mayores, son los que más están sufriendo la pandemia.
Catalunya presenta cifras sensiblemente menores pero una gestión similar caracterizada por la superación, falta de medios y previsión. Según datos oficiales son 150 los ancianos fallecidos en Catalunya, un 22% del total de muertes por COVID-19. 64.093 personas mayores viven en un total de 1.073 residencias catalanas. La medida urgente aprobada por la Generalitat ha sido permitir que las familias se hagan cargo de sus mayores para evitar el contagio. El Ayuntamiento de Barecelona reconoce que la Unidad Militar de Emergencia (UME) ha tenido que intervenir en residencias de la ciudad condal ante la falta de respuesta del Govern.
Los trabajadores de las residencias denuncian desamparo por parte de la administración en ambas comunidades competentes en este sentido, sienten impotencia por el abandono de los ancianos, la falta de Equipos de Protección Individual (EPI), de recursos y de los medios más básicos para realizar su trabajo.
Años de recortes en ambas comunidades autónomas, junto a la apuesta por la lógica de la economía de mercado en el ámbito de la salud y esta pandemia, están tensionando de tal forma el sistema sanitario, que los propios facultativos y trabajadores reonocen estar “a pocos días” del colapso. La crisis del coronavirus está evidenciando a golpe de muertes la incapacidad de garantizar la salud de los ancianos. Los hospitales de campaña crecen al mismo ritmo que las cifras.