El viernes 14 de diciembre, el Gobierno anunciaba una subida del gasto militar en 7.300 millones de euros. Treinta años después de la histórica Huelga General, un nuevo gobierno socialdemócrata ataca los intereses de la clase obrera y continúa convirtiéndonos en una herramienta de opresión contra otros pueblos, igual que hizo el PSOE de Felipe González.
Y es que el aumento del gasto militar supone más perjuicios que un mejor uso de ese dinero en otras partidas. Debemos fijarnos en qué intereses han movido a los gobiernos a ir subiendo la partida en Defensa.
España, como miembro de la OTAN y de la UE tiene compromisos militares, siendo estos uno de los motivos del aumento en gasto militar. Pero, además, está interesado en defender su influencia en diferentes zonas geoestratégicas del mundo. La cercanía de una nueva crisis económica, se refleja a nivel mundial en diferentes tensiones interimperialistas, comerciales y bélicas. Así, todos los países están aumentando sus presupuestos militares alcanzando en 2017 el 2,2% del PIB mundial.
En esta situación la venta de material de defensa genera grandes beneficios, siendo una de las principales partidas de exportaciones de España, yendo la mayor parte de ese dinero a empresas privadas como las fábricas Expal.
Durante años se han dado más de 30 millones a diferentes compañías privadas y/o públicas, estando entre ellas el grupo Airbus, Indra, Navantia y General Dynamics/Santa Bárbara Sistemas. Es en esas sociedades mercantiles, a través de subvenciones y sin garantizar contrataciones dignas, donde el Gobierno ve la creación de los 7.000 puestos de trabajo.
En resumen, millones de euros de nuestro trabajo van a parar a empresas que fabrican y venden armas para aniquilar a otros trabajadores y trabajadoras en otros países, a miles de kilómetros pero que sufren la misma, o peor, explotación capitalista.
Alguno quizás vea con buenos ojos que se aumente el gasto militar. Lo que quizás no sabe es que el gasto en nuevo armamento duplica los sueldos de los miembros, funcionarios y laborales, de las fuerzas armadas. Y es que, en el ejército también hay lucha de clases, y mientras los altos cargos y las empresas privadas se benefician de las subidas presupuestarias, los obreros y obreras seguimos explotados con trabajos en subcontratas y ETT’s y los soldados pasando frío, humillaciones e incertidumbre sobre su futuro laboral.