Como suele ser habitual, en estas fechas nos encontramos con múltiples homenajes a la Revolución de Ochobre del 34. Estos provienen incluso de determinados sectores desde la izquierda que, como dijo Lluis Bande en su ponencia del pasado día 5 en Mieres, tenían mala conciencia con Octubre, y lo recordaban con la boca pequeña y obviando que aquellos revolucionarios sí pusieron en el centro la cuestión de la toma del poder y la construcción socialista.
Lejos de actos únicamente memorialistas, de homenajes y efemérides, para el PCTE este 90 aniversario debía ser otra cosa. Y el trabajo comenzó meses atrás. Meses en los que muchas cuestiones organizativas podían salir mal, incluidas determinadas zancadillas institucionales con las que más o menos podíamos contar y que, dicho sea de paso, existieron hasta el último momento. El militante comunista afronta la jornada de preparación y ejecución con los nervios de quien, novato e inexperto, se enfrenta con ilusión a un acto político en el que pretende situar al Partido como un referente en su tierra.
En los diversos coloquios del acto conmemorativo organizado por el PCTE se habló de unidad sindical y recuperación del sindicalismo de clase, contando con invitados de los represaliados de La Suiza, pasando por el PAME griego y la mayoría de sindicatos de Asturies; de la cultura en la revolución y la importancia de esta en la actualidad; del papel silenciado de las mujeres en los hechos de Ochobre y la necesidad de su organización junto a sus compañeros de clase… A todo esto lo acompañó, como no podía ser de otra manera, una copiosa comida, un poco de sidra y música durante todo el día –y toda la noche–. Igualmente, en la feria del libro, con una notable presencia de editoriales y librerías asturianas, pudimos intercambiar mucha de esa cultura y formación que necesitamos extender.
No podía faltar el homenaje improvisado que rendimos, ante su sorpresiva visita, a Ramón, apenas un niño cuando sobrevivió a los hechos del 34, y que lloraba ante lo que allí estaba presenciando. Un sentimiento compartido de respeto, gratitud y admiración surgió entre los cientos que se pusieron de pie para brindarle un gran aplauso que le hiciera sentir orgulloso por lo que somos y por lo que aspiramos a ser.
Cayó la noche, ambientada con ese orbayu tan característico que tanto verde nos proporciona, y llegamos al punto álgido de la jornada. El PCTE, con sus dirigentes al frente, expone sin ningún tipo de cortapisas sus aspiraciones. Cientos de personas se agolpan frente a la mesa de ponencias, se hace el silencio, la barra interrumpe el servicio y la solemnidad se hace con la carpa. Para todos esos vecinos, camaradas y amigos que han asistido al evento, la idea que impregna cada uno de los discursos no deja lugar a dudas, la consigna es clara: no estamos aquí para perder el tiempo. Nosotros no queremos sólo recordar a los revolucionarios de Ochobre, queremos emularlos. Que la consigna UHP no se quede en un eslogan vacío; que implique, desde la independencia política e ideológica, un proyecto en el que todos, independientemente de dónde vengan y en qué trabajen, sepan que son de los nuestros; no estamos dispuestos a descafeinar nuestra propuesta por falsas unidades que giren en torno a las instituciones y que combatiremos a todos aquellos que, a izquierda y derecha, quieran convencernos reiteradamente de que se puede reformar lo irreformable.
Cientos de puños se elevaron simultáneamente al aire; cientos de voces corearon por nuestra clase, por nuestra lucha, por nuestros sueños y nuestras esperanzas. La emoción asomaba dejando al descubierto toda esa rabia y sufrimiento que llevamos por dentro. Una rabia que debemos transformar en respuesta.
El día 5 de octubre en Mieres se abrió una brecha que nunca más volverá a cerrarse. Porque en Asturies, y en toda España, hay Partido.
Volveremos a hacerlo, pero esta vez venceremos.