Desde el lunes, 10 de junio, la plantilla de Mondelez, sita en Viana (Navarra), se encuentra en huelga indefinida en el marco de la lucha por la consecución de mejoras en el próximo convenio colectivo trianual, que afectará a cerca de 400 trabajadores y trabajadoras.
Desde Nuevo Rumbo entrevistamos a Javier García y Javier López, miembros del Comité de Empresa del sindicato Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB), en un comité que cuenta con 7 miembros de CCOO, 5 de LAB y 1 de ELA, y quienes tomaron unánimemente la decisión de acudir a la huelga.
NR: ¿Podéis describirnos los orígenes y principales características de la empresa?
Mondelez es una empresa multinacional de alimentación que, en Viana, fabrica distintos tipos de galletas. La compañía emplea aquí a 400 personas, más una media diaria de otras 100 a través de ETT. En Europa cuenta con 33 factorías. Está integrada por las empresas de la antigua Kraft Group y, en nuestra ciudad, está instalada desde 1959.
NR: ¿Cuáles son los antecedentes y motivos que os llevan a convocar la actual huelga indefinida?
Coincidiendo con la llegada de la nueva responsable de Recursos Humanos, observamos un cambio en la actitud de la empresa, que comienza a imponer sanciones injustificadamente y basadas en mentiras, así como medidas de amedrentamiento y extorsión de diferente tipo que van crispando a la plantilla.
En este contexto, llegamos al periodo de negociación del nuevo convenio colectivo, proceso del que se hace partícipe al conjunto de la plantilla con asambleas y demás mecanismos de participación para que aporten sus reivindicaciones.
Tras el debate posterior, finalmente presentamos a la dirección de la empresa una plataforma reivindicativa, que es rechazada de plano, o mediante vaguedades.
Las asambleas posteriores de la plantilla para valorar y decidir los pasos a dar son las que desencadenan la huelga indefinida.
NR: Hablemos de esa plataforma reivindicativa. ¿Cuáles son vuestras peticiones?
Debemos comenzar diciendo que venimos de una serie de propuestas de carácter económico y social realizadas por la plantilla, de unos 43 puntos. Tras los debates, se van perfilando paulatinamente y, finalmente, las condensamos en seis medidas, que son las siguientes:
- Incremento salarial del IPC más el 1%.
- Antigüedad del 1 % anual. Actualmente no tenemos reconocida ninguna, y estamos hablando que pedimos cerca de 200 euros anuales brutos, considerados irrenunciables al estimarlo un valor añadido que aportamos a la empresa.
- Nuestras nóminas están divididas en dos conceptos: Salario base y Plus de Asistencia y Puntualidad (PAP). Las pagas extras están calculadas respecto al salario base, por lo que pedimos que el cálculo de dichas pagas se haga contando también el PAP.
- Reducción efectiva de la jornada laboral en tres días. Actualmente tenemos una jornada anual de 1752 horas, es decir, 219 días, con algunos días de libre disposición. Queremos que quede consolidada dicha reducción.
- Jubilación parcial en la cual siga siendo el trabajador o la trabajadora quien decida si las jornadas que le restan las realiza a lo largo del año o todas seguidas.
- Mejoras ante una Incapacidad Laboral, por las que ahora sólo percibimos el 60 % de salario durante los tres primeros días, lo que está generando que haya quien acude al trabajo arrastrando una enfermedad, con objeto de no perder salario.
NR: Desde el primer día de huelga os vemos frente a las puertas de la fábrica. ¿Por qué habéis decidido esta medida?
Por la actitud de soberbia de la empresa respecto a la plantilla. Estamos hablando de que Mondelez Internacional, en los tres primeros trimestres de 2023, declaró unos beneficios netos de más de 3.750 millones de euros, disparando sus ganancias un 88 %. Mientras, nos escatima un aumento salarial mínimo y otros incrementos que, para sus propietarios, son menos que simbólicos.
Sumado todo ello a la actitud de persecución mencionada, ha generado tal exasperación entre los compañeros y las compañeras que nos hemos plantado para mostrar nuestra oposición durante las 24 horas del día. Nuestros turnos de trabajo se han transformado en turnos de guardia frente a la entrada y, obviamente, no pensamos dejarlo hasta la finalización del conflicto.
NR: ¿A qué creéis que se debe la presencia permanente de la Guardia Civil y de la Policía Foral a pocos metros de vosotros y vosotras?
Tampoco entendemos a qué viene la presencia, en algunos momentos, de hasta doce coches de la guardia civil, con cerca de 40 agentes. Esto es una protesta pacífica, donde realizamos actividades para pasar el rato, alimentarnos, escuchar música… Obviamente, cuando el personal de oficina que haciendo esquirolaje entra, les abucheamos e increpamos su actitud, porque el convenio también les afecta, así como lo que consigamos.
Aquí la única violencia existente es la ejercida por la dirección de la empresa contra algunos compañeros y algunas compañeras de oficina, que nos transmiten estar siendo víctimas de extorsión para no respaldar la huelga. E, igualmente, la sufrida por los trabajadores y las trabajadoras de ETT, a quienes se ha amenazado con represalias si acuden a concentrarse con el resto de la plantilla.
NR: ¿Cuál está siendo el respaldo de la huelga por parte del conjunto de la plantilla?
Entre los trabajadores y las trabajadoras de planta, el respaldo está siendo total, del 100 %. Estábamos expectantes porque, respecto a anteriores huelgas, ha habido un importante cambio generacional. Ha entrado gente joven, con menos cultura sindical, baza que la dirección de la empresa pensaba que jugaría a su favor. Pero nuestro trabajo sindical diario, hacer partícipes a todos y todas de los debates y decisiones, la convocatoria de asambleas abiertas…implica que el nivel de conciencia aumente y que quienes muestran más dudas terminen convenciéndose de la necesidad de sumarse a la huelga.
NR: Una huelga no se organiza, ni se convoca, de la noche a la mañana. ¿Cómo ha sido este proceso?
Ya desde octubre pasado libramos una batalla cuando la empresa quiso hacer entre la plantilla una encuesta de satisfacción, falsamente anónima, con el fin de aparentar ser una compañía interesada por la opinión de trabajadores y trabajadoras. A pesar de la presión empresarial por forzar la participación, la plantilla lo rechazó.
En definitiva, el trabajo sindical continuado ha sido fundamental para tomar conciencia de estar librando entonces la primera batalla de un pulso que se desencadenaría con la negociación del convenio.
NR: ¿Recibís amenazas por parte de la empresa sobre deslocalizaciones o chantajes similares?
Por supuesto. Ya hemos hablado de la cantidad de factorías existentes en toda Europa, y recibimos comentarios del estilo «en la fábrica de Opava (República Checa) los costes son menores», y similares.
Se nos pide que compitamos, no solo respecto a otras marcas, sino entre las factorías de la misma cadena. Incluso muestran una especie de clasificación por puntos donde estarían las más «exitosas», o sea, las que más beneficios les proporcionan.
Pero nosotros contamos con nuestras tácticas. Por ejemplo, el inicio de la huelga el pasado 10 de junio no es casual, sino que obedece a las informaciones que recibimos sobre el compromiso de la empresa con su principal cliente en el Reino Unido para suministrarle urgentemente 90 toneladas de un tipo de galleta que sólo se puede fabricar en Viana.
En definitiva, si ellos presionan, nosotros también, demostrando quién es imprescindible en la producción.
NR: ¿Encontráis a quien os critica por ir a un conflicto de este tipo, u os considera una especie de «privilegiados» por las condiciones que tenéis?
Así es. Estamos en un entorno en el que no existen muchas multinacionales, y en comparación con empresas del entorno, podemos disfrutar de unas condiciones más favorables.
Pero la realidad es que un Oficial de Primera en Mondelez está percibiendo 2.000 euros por debajo del salario medio anual en Navarra; un oficial de segunda, 3.000 menos; y un ayudante, cerca de 6.000 menos.
Nuestros salarios dependen también de que, en momentos de mayor demanda, trabajamos sábados, domingos y festivos, obviamente, a un precio más elevado. Por lo tanto, quizás tenemos salarios más altos, pero a costa de dejarnos la vida en la empresa.
NR: ¿Qué aconsejaríais entonces al conjunto de trabajadores y trabajadoras?
Que es necesario pelear porque, de lo contrario, la empresa no les va a dar nada. Es más: cuanto más bajo sea su salario, más fácil y barato le resulta al empresario el despido.
Si un empresario pudiera ganar dinero sin trabajadores o trabajadoras, lo haría sin dudar. Así, un empresario no es una ONG que ofrezca trabajo para facilitar la vida a la gente, sino que emplea a gente porque la necesita para ganar dinero.
La única salida es la pelea. Y, en este contexto, la huelga es un arma muy poderosa en nuestras manos. Bien utilizada, hace que se conquisten derechos que hoy podemos disfrutar.
Muchas gracias por atender a Nuevo Rumbo. Queremos mostraros una vez más todo el apoyo del PCTE a vuestra lucha, y seguiremos con todo interés los acontecimientos hasta vuestra victoria.