Domènec Merino, candidato del PCTC a la Generalitat: «Sólo hay un gran partido de defensa de los intereses de la burguesía y un partido de la oposición, que es la clase obrera»

El próximo 12 de mayo se celebrarán elecciones autonómicas en Cataluña, convocadas por Pere Aragonès tras no poder aprobar los presupuestos para 2024 pactados con el PSC. Desde Nuevo Rumbo entrevistamos a Domènec Merino, el candidato del PCTC a la presidencia de la Generalitat.

Nuevo Rumbo: Para empezar, ¿cómo se llega a estas elecciones? ¿Cómo analiza el PCTC la convocatoria por parte de Pere Aragonès, del presidente de la Generalitat?

Domènec Merino: Se llega a estas elecciones después de una legislatura en la que el Partido que estaba en la Generalitat, Esquerra Republicana de Catalunya, ha gobernado buena parte de este periodo en minoría, tras la ruptura de su pacto de gobierno con Junts per Catalunya. Y si una cosa ha demostrado esta legislatura es que incluso un partido gobernando en minoría es capaz de sacar adelante legislación profundamente dañina para los intereses de la clase obrera, porque en lo esencial todos los partidos del Parlament están de acuerdo en cuáles son las líneas de actuación. En ese sentido, ERC ha logrado una gran ambivalencia a la hora de lograr acuerdos con unos y con otros. Indudablemente, el PSC ha sido un gran socio, pero no ha sido el único; ha habido un consenso entre todos los partidos de la burguesía en cuáles eran las líneas de ataque contra nuestra clase.

Por ello, la decisión de Pere Aragonès de convocar elecciones anticipadas podría sorprender de primeras sin tener una serie de datos complementarios necesarios para entenderlo. ERC perfectamente podría haber prorrogado los presupuestos y haber logrado terminar la legislatura. Al convocar elecciones, lo primero que hace automáticamente Pere Aragonès es colocarle a la clase obrera un falso dilema muy potente, un chantaje, al afirmar que el Govern estaba en disposición de sacar los presupuestos más «expansivos» y «sociales» de la historia de Cataluña. Lo cierto es que la memoria de dichos presupuestos, que es pública, accesible para cualquiera, demuestra que el frío cálculo de «vamos a invertir más dinero» no equivale a más bienestar para la clase trabajadora. Esos presupuestos estaban dirigidos claramente a profundizar en el concierto de la sanidad, de la educación, en la transferencia de rentas del trabajo a rentas del capital… a desarrollar, en definitiva, cierta infraestructura que necesitan las empresas catalanas para lograr el máximo grado de rentabilidad; eran unos presupuestos que atacaban las condiciones de la clase obrera catalana, que está sufriendo: con los precios en los supermercados disparados, con cada vez mayor precariedad… El dilema que se le sitúa a la clase obrera es falso.

Y Pere Aragonès decide convocar las elecciones, fundamentalmente, por un frío cálculo parlamentario. Con la Ley de Amnistía a punto de entrar en vigor, se presumía el retorno de Carles Puigdemont a la escena política catalana, y ese retorno le trastocaba los planes electorales a Pere Aragonès. También los Comuns, cuando no votan a favor de los presupuestos, lo hacen con su propio cálculo político, y podríamos hablar del papel de comparsa que ha estado jugando la nueva socialdemocracia en los últimos años. Los Comuns necesitaban un golpe de fuerza (en este caso, fue su oposición al Hard Rock, que ni siquiera tenía una transposición directa en los presupuestos), en clave electoral, al igual que Pere Aragonès. Y a todo eso responde la convocatoria anticipada.

NR: En los últimos tiempos, hay un tema que ha suscitado importantes debates políticos y mediáticos, tanto en España como, concretamente, en Cataluña. Nos referimos a la ley de amnistía y las causas judiciales derivadas de lo ocurrido el 1 de octubre de 2017. ¿Cómo analiza el PCTC estos fenómenos? Y, sobre todo, ¿qué relación guardan todos ellos con la situación real de la mayoría trabajadora en Cataluña?

DM: La ley de amnistía, en primer lugar, certifica la derrota política del independentismo. El independentismo hace ya un tiempo largo que está replegando posiciones en Cataluña, orquestando una vuelta ordenada a las posiciones autonomistas, y necesitaba ese pacto para, en cierta forma, «morir con dignidad», dentro de sus estándares. Al respecto de esas pretensiones del independentismo, el PCTE ya hizo sus análisis en el pasado.

Yendo más allá, el Partido ha querido destacar primero que la amnistía va a archivar las causas penales contra un grupo relativamente numeroso de personas procedentes de la clase obrera y de los sectores populares que se vieron arrastrados, en su momento, por las consignas del nacionalismo, y sufrieron por ello de la violencia policial; el PCTC se alegra de que esas personas dejen de estar encausadas.

Pero, al mismo tiempo, también denunciamos cómo los principales partidos de la  burguesía y, en concreto, los independentistas, han aprovechado la ley de amnistía para colocar, «de contrabando», otras causas que ni muy remotamente tenían que ver con el propio procés. Hablamos, por ejemplo, de la pretensión de JxC de colocar el caso de Laura Borras, y muchos otros casos. También hemos denunciado cómo se ha pretendido incluir en la ley de amnistía a las fuerzas policiales que golpearon a la población en  Cataluña. Y, al mismo tiempo –y esa es la gran contradicción–, denunciamos cómo todavía se arrastran decenas y decenas de casos de sindicalistas represaliados desde las huelgas generales que vivió este país hace ya una década; no se ha hecho ningún movimiento para amnistiar a estos trabajadores perseguidos. Esto demuestra cómo, al final, la cuestión de quién entra o no en la cárcel, quién es perseguido o no penalmente o a quién se le ponen multas o no, tiene una intencionalidad política, y se puede hacer y deshacer cuando interesa en determinados centros de poder. Eso nos sirve como un argumento de refuerzo, desgraciadamente, para seguir insistiendo entre nuestros compañeros y compañeras en que la represión y la amnistía, que es su contraparte, tienen un carácter político.

NR: Con relación a esta última pregunta, queríamos conocer la posición que sostienen las y los comunistas del PCTC, en general, ante la cuestión del independentismo, y qué le trasladan a la mayoría trabajadora de Cataluña al respecto.

DM: Ya cuando empezó a ascender de nuevo en Cataluña el movimiento independentista, hace algo más de una década, el Partido emitió diferentes posicionamientos, y sobre todo en la cercanía del 1 de octubre de 2017, nosotros habíamos manifestado una posición muy clara respecto del independentismo y respecto de la otra cara de la moneda, que es el nacionalismo español.

En un contexto de fuerte crisis (recordemos el cataclismo mundial de 2008), de cada vez mayores dificultades de las grandes empresas para obtener altas tasas de rentabilidad, a los grandes empresarios les va de maravilla que la clase obrera –que independientemente de sus múltiples diferencias tiene algo en común, y es la explotación por parte de la burguesía– se enfrente entre sí. En ese sentido, la división nacional es una cuestión que el Partido ha estado denunciando, trabajando en un lado y en otro, criticando no solo lo utópico de determinadas reivindicaciones del independentismo, sino también lo reaccionario, tanto de sus claves como de las de la contraparte, el nacionalismo español, que instiga el odio entre trabajadores, en un momento en el que es más necesaria que nunca la unidad entre estos para luchar por sus derechos.

En Cataluña, la gente que se declara netamente independentista siempre ha estado en una horquilla relativamente baja, y desde luego no en el 50 % que parecían indicar las encuestas en los últimos años. El independentismo en los últimos años ha estado utilizando un discurso social a través del cual le situaban a la clase obrera, dirigiéndose a ella directamente –ha estado realizando un intenso trabajo para entrar en los barrios obreros, incluso renunciando a la cuestión de la lengua como elemento nucleador de su movimiento político, trabajando en zonas castellanoparlantes–, que con la independencia iban a mejorar sus condiciones de vida, y por lo tanto equiparando independencia con bienestar del conjunto de la población.

Ante esto, el Partido ha hecho una doble denuncia. Por un lado, situábamos que un país independiente no supone un mayor beneficio para los intereses de la clase obrera. No es cuestión de las dimensiones del país, ni del supuesto expolio fiscal: que Cataluña tuviese más recursos no significaría que la clase obrera tuviese mejores condiciones de vida, pues en un país capitalista los recursos públicos, procedentes principalmente de las rentas del trabajo, son utilizados en beneficio de las grandes empresas, no de la mayoría social. En segundo lugar, sosteníamos que no podía siquiera producirse la independencia; cuando el independentismo empezó a situar su discurso en claves de unilateralidad, dijimos que la unilateralidad no era real, y que por mucho que algunos creyesen sinceramente que se podía lograr la independencia, el movimiento independentista no tenía posibilidades de llevar a cabo sus propósitos, puesto que la unilateralidad los situaba en una posición de confrontación directa con el Estado y sus herramientas represivas, y en el momento en que se colocaba en dicha posición, pero sin querer ni poder usar la fuerza, estaba condenado a la derrota. Cuando se produce la derrota y la posterior represión, el independentismo se ha dedicado, desde hace años, a gestionar la derrota y ver cómo podían replegar velas de la manera más digna posible.

NR: Volviendo la mirada al proceso electoral del próximo 12 de mayo, ¿en qué punto se encuentra el PCTC y qué objetivos concretos se marca para estas elecciones?

DM: Las y los comunistas sabemos que, por mucho que haya votaciones con sufragio universal, una vez elegidos los representantes en el Parlamento el margen de decisión es muy pequeño. Y no sólo por las propias normas de votación del sistema, sino porque detrás están la Unión Europea, la OTAN, todo el aparato del Estado al que no se vota: el ejército, los servicios de inteligencia, los grupos de presión… Nosotros no nos dedicamos a cultivar ilusiones; no le decimos a la gente que, una vez que estemos en el Parlament, vamos a votar leyes en su beneficio ni a formar gobiernos, sino que nos presentamos precisamente en la tribuna que la burguesía ha creado para embaucar a la clase obrera para lanzar desde ese altavoz, también, al igual que hacemos en los barrios obreros y populares, un mensaje de lucha y organización. Y, por eso, el voto al Partido Comunista es siempre, pero quizás más ahora, cuando todavía somos un partido pequeño, un voto de compromiso y un voto militante. Cada voto que va al Partido Comunista es un voto que les dice a los partidos del sistema que no creemos en su sistema y sus juegos, y que nuestro ámbito de actuación es el de la lucha en los centros de trabajo, el de la lucha política, el de conquistar derechos, no suplicarlos.

NR: Y, por último, teniendo en cuenta ese objetivo de utilizar cualquier tribuna para trasladarles a la clase obrera y el pueblo trabajador un mensaje diferente del que le mandan los partidos del sistema, ¿cuál es el trabajo concreto que va a desarrollar el PCTC en estas elecciones, tanto durante la campaña como a posteriori?

DM: La consigna es clara: durante la legislatura, todos los partidos nos han demostrado que, a la hora de la verdad, todos van a una. Por tanto, nosotros queremos romper con ese falso esquema de que hay un partido de gobierno y varios partidos de oposición, o varios partidos de gobierno y varios de oposición; afirmamos que todos los partidos que están hoy en el Parlament y todos los que aspiran a entrar, excepto el Partido Comunista, están de acuerdo en las líneas esenciales: la UE, la OTAN, el capitalismo, la explotación de la clase obrera… y que por lo tanto sólo hay un gran partido de defensa de los intereses de la burguesía, independientemente de que esté fragmentado en muchas siglas, y un partido de la oposición, que es la clase obrera. La clase obrera en su conjunto debe ser la oposición no sólo a sus gobiernos y a sus parlamentos, sino también a su sistema, a su mundo y a su idea de miseria. Lo que estaremos haciendo estos días en campaña electoral y en poscampaña, a diferencia de los partidos burgueses, que sólo aparecen en nuestros barrios y nuestros centros de trabajo cuando se acercan las elecciones y luego se marchan para no verlos más hasta dentro de cuatro años, es decirles a los nuestros y las nuestras, a quienes vemos cada día, que la oposición no es a un gobierno concreto, sino al conjunto de sus leyes, sus reglas y su sistema.

En los centros de trabajo y en los barrios en los que estaremos lanzando este mensaje, tenemos unas líneas muy claras que no se corresponden necesariamente con las competencias que tiene atribuidas el Parlament de Cataluña y la Generalitat, sino que hacemos una enmienda a la totalidad de su sistema. De hecho, uno de los ejes fundamentales de nuestra labor política estos días consiste en denunciar que todos los partidos que se presentan a las elecciones, excepto el Partido Comunista, tienen en común el apoyo a la organización criminal que es la OTAN, que este año cumple 75 años de su fundación y que está preparando una carnicería mundial en competencia con otras organizaciones militares de otros países capitalistas. Y eso es particularmente importante porque en Cataluña, también, en el puerto de Barcelona, existe industria directamente vinculada con la guerra y, por lo tanto, hay en territorio catalán infraestructura que está contribuyendo de forma directa a la masacre de otros pueblos. Lanzaremos este mensaje junto con nuestro mensaje de denuncia y de impugnación a la UE (con las próximas elecciones europeas del 9 de junio en el horizonte); estaremos diciéndole a la clase obrera que lo que toca, en definitiva, es luchar y confiar únicamente en nuestras propias fuerzas.

NR: Muchas gracias por responder a las preguntas de Nuevo Rumbo, ¡y suerte en las elecciones!

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