Nuevo Rumbo: En primer lugar, quisiéramos agradeceros al Partido Comunista de Suecia (SKP) por vuestro tiempo y por haber accedido a esta entrevista en nuestro periódico.
SKP: Nos alegra poder contestar a vuestras preguntas. La cuestión del ingreso de Suecia en la OTAN es muy importante y analizarla nos da una perspectiva útil sobre el desarrollo actual del imperialismo.
Nuevo Rumbo: Para empezar, nos gustaría que nos hablaseis de la supuesta neutralidad histórica de Suecia en cuanto a la guerra. Sabemos que Suecia ha participado de una forma u otra en algunas misiones de la OTAN como por ejemplo en la Guerra de Yugoslavia, Afganistán o Libia, por lo que dicha neutralidad parece algo endeble.
SKP: La respuesta corta es que la neutralidad no es posible en el capitalismo y por lo tanto Suecia nunca ha sido realmente neutral. Si queremos ampliar la respuesta, podemos empezar retrotrayéndonos a la Segunda Guerra Mundial, cuando Suecia realizó concesiones importantes a la Alemania nazi, como permitir el paso de tropas alemanas por territorio sueco. Las exportaciones suecas fueron además de gran importancia para la maquinaria bélica nazi, al enviar a Alemania unas tres cuartas partes de la producción anual de minerales de hierro, lo que constituía una parte significativa del hierro que utilizaba la industria armamentística alemana. También los rodamientos de bolas hechos en Suecia fueron muy importantes en la producción alemana de material bélico.
En el contexto de la Guerra fino-soviética de invierno de 1939-1940, el gobierno sueco declaró a Suecia como un país no beligerante, y no como uno neutral, lo que le permitió a Suecia dar apoyo material a Finlandia y reclutar voluntarios que luchasen en el bando de Finlandia.
Durante la Guerra Fría, Suecia colaboró ampliamente con la OTAN, entre otros campos, en los de la inteligencia y la tecnología de defensa, aunque las relaciones entre Suecia y la OTAN no se formalizaron hasta 1994, cuando Suecia se unió a la Asociación para la Paz de la OTAN. Como mencionabais en vuestra pregunta, Suecia ha participado incluso con capacidad militar en operaciones de la OTAN como, por ejemplo, cuando envió cazas a desempeñar un papel de apoyo a la intervención de dicha organización en Libia. Todo ello ilustra cómo la relación de Suecia con la OTAN se remonta al periodo inmediatamente posterior a la fundación de la misma y cómo la solicitud de Suecia para entrar a la OTAN no fue un giro de 180 grados repentino por el cual se abandonó de forma abrupta la prolongada neutralidad, sino que fue el último paso de un proceso de varias décadas. Esto también revela la neutralidad de Suecia como el mito que es y que ha sido.
Nuevo Rumbo: Según tenemos entendido, en torno a la posición de «neutralidad» de Suecia ha habido un relativo consenso hasta la década de los 90. Nos gustaría saber un poco más cuáles han sido los debates, tanto de la clase gobernante como entre la clase obrera, respecto al papel de vuestro país en la OTAN.
SKP: Debe contemplarse la posición de «neutralidad» de Suecia en el contexto de tener una superpotencia socialista al otro lado del mar Báltico: la Unión Soviética. Con la contrarrevolución, la caída del socialismo en Europa y de la URSS, comenzó a resquebrajarse el consenso sobre la neutralidad, al liberarse y volverse por tanto menos importantes las tensiones en torno al Báltico. Otro aspecto es que el movimiento obrero sueco se mantuvo relativamente bien organizado en la época de la Guerra Fría y la burguesía no podía desdeñar el efecto de la organización popular que se dirigía contra la guerra de Vietnam y que podía potencialmente volverse contra una hipotética propuesta oficial de ingresar en la OTAN.
Dada la posición ventajosa en la que se encontraba la industria sueca tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, al no haber sufrido la devastación de la guerra, como sí ocurrió en casi todo el resto de Europa, la neutralidad tenía un cierto atractivo, y favoreció las relaciones y algo de mayor relevancia aún: el comercio con cualquiera que pagase por los productos suecos.
Aun así, para la burguesía la Unión Soviética era la mayor amenaza y un factor unificador. Con la caída de la URSS, los distintos intereses burgueses, más estrechos, se reafirmaron unos contra otros con más firmeza. Hay otro argumento: la caída del socialismo concedió al capital, y en concreto al occidental, la oportunidad de conseguir una suerte de acumulación originaria de capital en Europa oriental, donde el capital pudo entrar en un territorio prácticamente virgen, lo que también suavizó las constantes contradicciones del capitalismo, puesto que el capital de distintos países pudo expandirse al mismo tiempo. La situación ahora ha cambiado de nuevo, y la burguesía sueca se ha unificado de nuevo, sin grandes conflictos internos, y se encuentra unida concretamente en su deseo de unirse a la OTAN.
En cuanto al papel de Suecia en la OTAN, el ingreso se ha presentado sobre todo como una necesidad para garantizar la seguridad de Suecia, en concreto contra la agresión rusa. Se ha hablado sobre lo que puede aportar Suecia a la OTAN, tanto por parte de la OTAN como por la del estado y el gobierno suecos, pero generalmente se ha hablado sobre la cuestión de cómo Suecia fortalece las capacidades defensivas de la OTAN contra agresiones externas. Apenas se menciona que sería inevitable que se envíen tropas suecas a futuras misiones de la OTAN a países de fuera de la OTAN para combatir, matar y morir allí, esto se señala casi exclusivamente por parte de la oposición organizada a la OTAN.
Nuevo Rumbo: ¿Cuál consideráis que es la razón principal por la que la clase dominante sueca ha optado por su entrada en la OTAN?
SKP: La fachada de la neutralidad ha perdido su valor para la burguesía sueca, al agudizarse la competencia y las contradicciones en el imperialismo; ahora es más importante poder garantizar los intereses en el escenario mundial. Ser miembro de la OTAN cimentará con firmeza la posición de Suecia como miembro de pleno derecho del bloque imperialista euroatlántico occidental y ayudará a garantizar los intereses mundiales del capital monopolista sueco.
Nuevo Rumbo: De vuelta a la actualidad, ¿cuál es la posición oficial del Gobierno sueco respecto a la guerra imperialista en Ucrania y qué papel creéis que puede cumplir en el seno de la OTAN?
SKP: El Gobierno sueco, ya sea el Gobierno de derechas actual o el anterior Gobierno «rojiverde» socialdemócrata, ha sido un gran defensor del Gobierno de Zelenski, habiendo aportado más de 2.200 millones de euros (con las tasas de intercambio del momento en el que se escribe esto) en ayuda a Ucrania desde febrero de 2022, la mayoría de la cual es ayuda militar. Esta ayuda incluye no solo munición y formación de personal ucraniano, sino también artillería avanzada, tanques y otros vehículos de combate blindados.
La imagen que pinta el Gobierno –y también los medios suecos en general– de la guerra imperialista en Ucrania es la de un ataque a la democracia y la libertad, y sostiene que apoyar a Ucrania es una necesidad para garantizar la seguridad de Europa. El Gobierno sueco ha prometido apoyar a Ucrania durante el tiempo que sea necesario.
En este contexto merece la pena señalar que, según el Gobierno sueco, Suecia se situaba entre los diez mayores inversores de Ucrania en el momento de la invasión rusa. Aproximadamente 90 empresas suecas estaban en activo en Ucrania en ese momento y la mayoría aún lo están. El capital sueco tiene por tanto importantes intereses en Ucrania, en el resultado de la guerra y en la reconstrucción que se espera acometer después de que concluya la guerra.
En cuanto al papel de Suecia dentro de la OTAN, el argumento para unirse a la alianza –como mencionábamos antes en una respuesta a otra pregunta– es la de salvar a Suecia de la agresión en un mundo menos seguro y estable. Esperamos que con las respuestas aportadas hasta aquí haya quedado claro que la decisión de unirse a la OTAN se basa en los intereses del capital monopolista sueco. Dado el afán de este Gobierno –y de los anteriores– por participar en las intervenciones dirigidas por la OTAN, junto con el firme apoyo actual a Ucrania, uno no debería pensar que Suecia adoptará un papel pasivo en la OTAN, o que «se despojará de su neutralidad para buscar protección» y se convertirá en una «voz de la razón» dentro de la organización. El capital sueco espera beneficiarse de este costoso proyecto y esperará que el estado sueco actúe en consecuencia.
Nuevo Rumbo: Para finalizar, ¿qué posición defiende el Partido Comunista de Suecia y qué actividades estáis llevando a cabo en contra de la OTAN y la guerra imperialista en general?
SKP: El Partido Comunista de Suecia ha condenado la invasión de Ucrania desde el principio y ha exigido el fin de la guerra. Hemos caracterizado la guerra como imperialista y rechazamos posicionarnos con uno u otro bloque imperialista; en lugar de eso, hemos declarado nuestra solidaridad con el pueblo tanto de Ucrania como de Rusia, que sufren y mueren por culpa de la guerra y no tienen nada que ganar con ella. Además, hemos condenado el apoyo del estado sueco a Ucrania y exigido el fin de toda ayuda militar.
Nuestro partido ha organizado sus propias protestas contra la OTAN, pero hay problemas con el movimiento más amplio contra el ingreso de Suecia a la OTAN, lo que nos ha llevado a decidir no participar en protestas que nos obligarían a cuestionar nuestra posición sobre el asunto. Es importante que al protestar podamos destacar la naturaleza imperialista de la solicitud de ingreso sueca y evitemos asociarnos con posiciones que crean ilusiones, muchas de las cuales se encuentran dentro del movimiento sueco contra la OTAN.
Un lema reseñable que hemos criticado es el de «ninguna alianza con los fascistas», en referencia al presidente turco Erdoğan. Este lema en concreto crea la ilusión de que ser miembro de la OTAN, o la propia organización en sí, serían algo aceptable si solo estuviese compuesto por países «democráticos», o incluso si las últimas elecciones de Turquía hubiesen tenido un resultado diferente. Nuestra oposición a la OTAN no tiene nada que ver con qué países son miembros, o con la posición política o la afiliación de los dirigentes de esos países. Nos oponemos a la OTAN porque es una organización imperialista.
Nuevo Rumbo: Muchas gracias por contestar a nuestras preguntas. Estamos seguros de que los análisis que nos habéis ofrecido de vuestro partido resultarán de gran interés para los lectores de Nuevo Rumbo. Ánimo en vuestra lucha contra el imperialismo y contra la entrada de Suecia en la OTAN.