Lunes, 24 de julio de 2023. Prácticamente todo permanece igual, a pesar de la intensa campaña electoral y los llamamientos constantes a votar para evitar los grandes males de España, que cada uno sitúa en los rivales políticos más inmediatos. Una vez finalizados los recuentos, una vez se conocen ganadores y perdedores, las vidas de los trabajadores seguirán exactamente igual. Porque después del democrático ejercicio del derecho al voto, el poder –con sus partidos– sigue asegurándose de que los consensos reales se mantengan.
Admitámoslo: todos somos conscientes de que –casi– todos los partidos que este 23J recibirán votos tienen ciertos puntos básicos que no son objeto de debate. Ninguno de ellos, pese a representar a distintos sectores de la burguesía con intereses propios, cuestiona en ningún momento qué clase social detenta realmente el poder. Ninguno de ellos, pese a opinar sobre hasta qué punto debe hacerlo, cuestiona el papel del Estado como consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa. Ninguno de ellos, sin vacilación alguna, cuestiona la propiedad privada de los medios de producción, fenómeno que mantiene a unos pocos en el poder y a la mayoría –nuestra mayoría– cada vez más hundida en la miseria. Y, por supuesto, ninguno de ellos cuestiona realmente la pertenencia de España a las distintas asociaciones internacionales de la que es miembro, incluidas la Unión Europea y la OTAN, ya sea porque creen en las bondades de dichos proyectos para “España” (es decir, para sus capitalistas) o porque, como confesaba cierto Secretario de Estado –de esos que ahora “suman” –, tenemos obligaciones.
Y vaya que sí, tenemos obligaciones. De primeras, ya en este mes de julio el gobierno español asumirá por primera vez desde 2010 la presidencia europea, garantizando durante un semestre la continuidad del trabajo legislativo de la UE. Independientemente de qué partido gobierne y de las muletas que elija para ello, el reto va a ser el mismo: fortalecer la Unión Europea y, de paso, tratar de fortalecer a los capitalistas patrios. Y nuestros capitalistas tienen mucho que ofrecer a la UE porque –oh, sorpresa para unos cuantos– no somos precisamente “una colonia” de Europa, sino una de sus principales potencias. Así pues, ¿qué van a aportar los gestores del capitalismo español a la UE?
En primer lugar, los contactos con América Latina. La distensión de la ofensiva contra Venezuela tras las sanciones a Rusia –correspondida igualmente por el gobierno del PSUV con un redoble a sus ataques contra la clase obrera venezolana y, en especial, contra el Partido Comunista de Venezuela– no solo responde a la búsqueda de nuevos mercados de petróleo, sino también a la de nuevos nichos para los monopolios europeos ahora que las relaciones comerciales con Asia y África pasan por su peor momento en décadas. Los contactos con países latinoamericanos, y en especial con México, Brasil y Argentina, son analizados con más detalle en el capítulo V del Manifiesto-Programa del PCTE, cuya lectura vuelve a ser recomendable.
En segundo lugar, cobra relevancia la gestión de la situación económica de la UE tras la pandemia y la guerra de Ucrania. La UE, como se analiza en el número 4 de Nuestra Política, cuya lectura también es altamente recomendable, se ha vuelto un bloque imperialista debilitado y ha sido superada por otros bloques. La dificultad para tomar decisiones y la necesidad de adoptar medidas cada vez más desesperadas para minimizar la siguiente crisis económica –de la cual ya existen varios indicadores–, así como la admisión de nuevos estados miembro –están las candidaturas de Moldavia y Ucrania, además de varios países balcánicos– van a obligar a reconsiderar el funcionamiento de la UE y a actualizar las medidas que tomen los distintos estados para apaciguar el más que previsible descontento social.
En tercer lugar, la situación energética, de la que ya hemos hablado con anterioridad, posiciona muy favorablemente a los poderosísimos monopolios energéticos españoles, líderes mundiales en energías renovables y principales promotores en España de la “ley de emergencia climática” aprobada en mayo de 2021. La apuesta de la UE por una transición al “capitalismo verde” procede de la lucha por no depender y por debilitar a otros bloques imperialistas, y en esta cuestión la capacidad que puedan aportar desde el gobierno español va a ser decisiva para revertir, aunque sea mínimamente, la situación de desventaja de los demás monopolios europeos.
Por último, no podemos dejar de obviar otros sectores en los que la economía española tiene una especial preponderancia dentro de la UE y a nivel mundial, como la ciberseguridad –sector además esencial en el mundo venidero, cuando se recrudezcan aún más las luchas entre potencias imperialistas– y las telecomunicaciones.
A esto se refería Pedro Sánchez a mediados de junio, cuando enumeró las prioridades de la presidencia española en cuatro ejes: reindustrialización, avance en la transición ecológica, consolidación del pilar social y refuerzo de la unidad europea. Y estos objetivos, en tanto que favorecen a los intereses nacionales en la UE, son más que aceptables para absolutamente todos los partidos del poder.
Habiendo visto ya lo mucho que les interesa la Unión Europea a nuestros capitalistas, y por tanto lo mucho que desean aportar a la misma, queda la otra parte, que es una pregunta tremendamente sencilla: ¿y qué nos aporta a nosotros, a los trabajadores y a nuestras familias?
Pues también mucho. Una guerra en Ucrania donde se utilizan arsenales “made in Spain”, y por suerte de momento solo se queda en arsenales y no en soldados. Una Política Agraria Común (PAC) que empobrece a los más pobres y beneficia a los monopolios. Una reconversión industrial donde se han primado sectores altamente temporales y precarios, como el turismo y la hostelería. Toda una ingente legislación orientada hacia la flexiseguridad y el trabajo a demanda, lo que aumenta nuestra explotación. Una política de “fronteras abiertas” en lo interno, que disfraza bajo un “puedes viajar por toda Europa” el hecho de que tu mano de obra pueda ser comprada en otro país de la UE. Otra política de “fronteras cerradas” en lo externo, que condena a la muerte por ahogamiento en todo el Mediterráneo, desde Melilla hasta Grecia, a inmigrantes y refugiados que buscan una vida mejor fuera de países esquilmados por los monopolios de la UE. Paro. Pobreza. Miseria. Ansiolíticos para sobrellevar tu vida. Un futuro que no existe. La UE nos aporta mucho, sí, pero nada de ello nos es positivo. ¿Por qué íbamos a querer estar en la Unión Europea?
Lunes. 24 de julio de 2023. Prácticamente todo permanece igual. La diferencia es que hay un único partido que sobrevive en las calles después de las elecciones. Un Partido que insiste en que hay que retomar las herramientas para construir un país distinto al que diseñan cada día los capitalistas: un país sin propiedad privada, sin capitalistas, que ha roto con la Unión Europea. Un Partido Comunista que se opone a quienes gestionan nuestra miseria y favorecen a los monopolios. Un Partido Comunista que está frente a todos los demás, simplemente porque es el único que cuestiona las bases de este sistema. El único partido al que le oirás decir que debemos romper con la Unión Europea, porque nuestra vida depende de ello.
Cuando hace falta, el PCTE es el único partido que está. Ahora es el momento de estar en el PCTE.