Todos hemos escuchado historias del franquismo que nos siguen encogiendo el corazón. Salías de casa, te detenían y poco a poco, humillación a humillación, te despojaban de toda dignidad humana donde pasabas a ser un simple saco de boxeo. Te convertías en un muñeco de trapo donde la Brigada Político Social en los 70, y la Guardia Civil y el Ejército en la posguerra, iban practicando todo tipo de vejaciones y torturas para sacarte cualquier confesión. Palizas a mujeres que suplicaban que no se les golpease más el estómago. Lanzarte por las escaleras o la ventana para luego decir que te suicidabas. Simular la asfixia con una bolsa, colgarte de los brazos hasta que te desmayases del dolor, golpes en los oídos con toallas húmedas o amenazas de acabar con tu familia. Lo propio de una dictadura que se agarró como una garrapata a la sociedad española durante varias décadas.
Con la Transición, muchos de los miles de torturados pensaron que se haría justicia sobre todos los crímenes. Pero las cunetas seguían repletas y la memoria dominante seguía siendo un ejercicio de humillación para los vencidos. Había que pasar página porque contar la verdad era abrir heridas. El silencio pareció hacerse eterno.
Muchas víctimas y familiares decidieron gritar contra ese silencio impuesto. Se organizaron y empezaron a crear asociaciones para reivindicar que la memoria seguía siendo franquista y que una supuesta democracia no podía seguir humillando a las víctimas y continuar siendo heredera de los verdugos. El gobierno tuvo que ceder a las presiones y en 2007 publicó una “ley de la memoria histórica” que fue un nuevo ˝papel mojado” como tantas otras leyes. El deseo de verdad y justicia siguió creciendo. Muchas familias se armaron de valor para recuperar la verdad. Nos regalaron imágenes de valor que son difíciles de describir, escarbando dignidad en las cunetas, inundando de valentía el silencio de la noche sevillana ante los miserables aplausos de la familia de Queipo de Llano. Nos seguían enseñando que hacer memoria no era una opción, sino labrar un futuro.
El 19 de octubre de 2022 estas familias vieron cómo se publicó una nueva “Ley de la Memoria Democrática”. Más allá de los análisis jurídicos y de las novedades y mejoras que introduce, que las hay, la ley habla de verdad, de justicia y de reparación pero no sienta las bases para hacer nada de esas tres afirmaciones tan necesarias, habla de verdad pero no permite investigar, se nombra las justicia más de 30 veces pero no permite juzgar y se vanagloria de reparar pero no permite indemnizar a las víctimas.
No me corresponde a mí un análisis jurídico, puesto que no soy abogado, pero numerosas organizaciones, poco sospechosas de comunistas, denuncian que la nueva ley sigue sin avanzar en los elementos claves. Y es que 40 años después del final del franquismo ningún gobierno del PSOE se atreve a juzgar los crímenes de la dictadura. La ley de Amnistía aprobada en 1977 y denunciada por numerosas organizaciones internacionales junto a la propia ONU por el incumplimiento del derecho internacional y por suponer un tapón para que se juzguen los delitos de lesa humanidad, sigue siendo un muro infranqueable. No derogar esa ley y la manifiesta nula voluntad del PSOE por hacer justicia empañan cualquier avance por mucha ley que se apruebe. Dicen una cosa y acto seguido la niegan por la vía de los hechos.
En mayo, el PSOE y el PP, votaron en contra de una propuesta de diferentes formaciones socialdemócratas coordinada por la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina contra los Crímenes del Franquismo (CEAQUA) para reformar el Código Penal y permitir que los crímenes del franquismo no sean imprescriptibles. Ya que por mucha “ley de la memoria democrática” que se apruebe, gracias a la Ley de Amnistía, los jueces siguen rechazando querellas para juzgar los crímenes franquistas.
Estos actos del PSOE siguen perpetuando la impunidad franquista, que dura ya más años que la propia dictadura, y cada vez menos víctimas podrán conocer. Vamos camino del centenario de la guerra y todavía hay quien niega verdad, justicia y reparación a las víctimas.