La mugre del capitalismo lleva a los pueblos a la miseria, a la barbarie, pero frente a esto, el movimiento obrero griego lleva muchos años marcando el ritmo a seguir para el resto de la clase obrera de Europa. El 9 de noviembre tuvo lugar en Grecia la segunda huelga general del año. Y ya van decenas en lo que llevamos de siglo.
En Grecia, igual que en muchos otros países de la UE, la inflación se cuenta con dos dígitos (12%), el precio de los productos básicos lleva tiempo disparado, mucho antes de la Guerra de Ucrania y de la pandemia, el trabajo a demanda genera incertidumbres y precariedad, los salarios menguan y el derecho a huelga y los convenios colectivos son atacados sistemáticamente por la patronal y los partidos burgueses, ya sean liberales conservadores o socialdemócratas.
Las cifras macroeconómicas demuestran que nos encaminamos hacia una gran crisis, y el normal desarrollo de este sistema nos muestra que, llegado el momento, los capitalistas destruirán fuerzas productivas a raudales, léase mucho paro y más miseria, e incrementarán la represión contra la clase obrera en lucha. Pero el movimiento obrero y sindical griego, con el Partido Comunista a la vanguardia, no se arrodilla frente a los capitalistas, ni mucho menos se permite el dislate de dejarse convencer por las falsas promesas de la socialdemocracia.
Las medidas del actual ejecutivo heleno, presidido por Kyriakos Mitsotakis, del partido Nueva Democracia, son parecidas a las de la patria del capital de Garamendi y Yolanda Díaz dándose el festín y de las cúpulas sindicales de ganchete con el Gobierno de la patronal, básicamente porque todos los gestores de la UE se mueven en los mismos parámetros que marcan los grandes monopolios del continente. En Grecia el Gobierno se ha dedicado a subvencionar el consumo con las aportaciones de las rentas del trabajo para, no solo no molestar los beneficios patronales, sino para seguir agrandándolos, generando así enormes sacrificios para la clase obrera, la que todo lo produce y todo lo arriesga. Con estas, y otras miserables medidas barnizadas de progresismo, a parte de incrementar los beneficios patronales, se pretendía dar más protagonismo a las capas de la burguesía subsidiada y desmovilizar la lucha obrera, pero no ha sido así. Hartos de chantajes, de falsos dilemas, de sirenas, Syrizas y Tsipras, el proletariado griego se ha lanzado de nuevo y masivamente a la calle, a la huelga general, y esta vez, más que antes, no lo ha hecho solo, ha sido acompañado por amplios sectores de trabajadores autónomos, agricultores, estudiantes y organizaciones populares de mujeres que ven en la lucha de la clase obrera, y no en las reivindicaciones espurias y contraproducentes de la pequeña burguesía, la única salida a los problemas que enfrenta la mayoría obrera y popular.
Una vez más, y con más fuerza, los sindicatos griegos agrupados en el Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME) han llenado de esperanza y lucha las arterias de más setenta ciudades del país. La huelga se cuece en los tajos a diario, pero ha sido especialmente durante el mes previo al 9 de noviembre, que se han ido sucediendo distintas movilizaciones para ir ensamblando las diversas luchas obreras que se esparcen por toda la geografía y empresas del país. Y esto no termina aquí. Esta huelga ha servido para seguir acumulando fuerzas, para la siguiente movilización, y la siguiente, y las que vendrán por parte de los que no se doblegarán. En el gran mitin de la huelga del día 9, el secretario general del Partido Comunista de Grecia (KKE), Dimitris Koutsoumbas, ha avisado ante la prensa que “esta gran huelga nacional envía a toda Grecia y a toda Europa, el mensaje de que el pueblo griego y su movimiento no serán cómplices ni mostrarán ninguna tolerancia con la política antipopular de los gobernantes, de los demás partidos del gran capital, de la pobreza energética y las políticas de la UE de la podredumbre del sistema capitalista.”