La pandemia ha situado al sector sanitario como uno de los principales ejes del debate público. Prueba de ello son las movilizaciones de los últimos dos años en el ámbito del transporte sanitario en toda España. El año pasado fueron Extremadura, Galicia y Castilla y León. Este año el conflicto ha estallado en Andalucía. Todas estas movilizaciones, de naturaleza diversa, dan buena cuenta del efecto que han tenido las externalizaciones en la sanidad pública. En un contexto de profunda crisis capitalista, de búsqueda de nuevos mercados y fuentes de ingresos, las grandes empresas ponen el ojo en la sanidad, con un incremento de la sanidad privada, pero también con una importante penetración de empresas en la sanidad pública.
A los fuertes recortes que comenzaron a raíz de la crisis del 2008, les siguieron externalizaciones de cada vez más servicios básicos para el funcionamiento de hospitales y centros de salud. Externalizaciones que afectan a cafeterías, limpieza, transporte y un largo etcétera que no hacen sino mermar la calidad del servicio prestado para que unos pocos puedan cosechar beneficios millonarios.
Contratos precarios, retrasos en los pagos, despidos, han sido durante años el día a día para los trabajadores de estos servicios, pero esta situación de delicado equilibrio parece haberse roto a raíz de esta última crisis. Con la necesidad de incrementar sus ganancias, las empresas han impuesto condiciones cada vez más duras a unas plantillas que ya de por si resultaban insuficientes para cubrir las amplias necesidades del sistema sanitario. A todo ello se suma la dura competencia existente en el sector para conseguir las licitaciones, que llevan a las empresas de transporte a ofrecer estimaciones falseadas de costes y beneficios que luego compensan a base de una mayor explotación de sus trabajadores y de recortes en la calidad del servicio.
Esto es precisamente lo que ha sucedido en Córdoba, tras la entrada de una nueva empresa como adjudicataria del servicio, SSG, se ha iniciado un proceso de reorganización del transporte sanitario en la provincia. Dentro del cual encontramos la no subrogación de más de 70 trabajadores de la plantilla original, pese a que esto incumple claramente el contrato de adjudicación. Parte de la plantilla, junto a los trabajadores no subrogados ha iniciado movilizaciones para tratar de frenar lo que en la práctica son despidos orientados a abaratar costes para la nueva empresa.
A este golpe a los trabajadores se han sumado otros incumplimientos del contrato, desplazamientos forzosos, aumento de los turnos de trabajo por encima de lo pactado y recortes en material e instalaciones. Todas estas maniobras siguen una estrategia clara, prestar el servicio al coste más barato posible a fin de incrementar los márgenes de beneficio.
La respuesta de la empresa a las movilizaciones ha sido contundente, despidos, coacción, amenazas y toda clase de intentos de dividir a la plantilla con el objetivo de impedir una respuesta unitaria de la misma. La administración pública, responsable en última instancia, sigue sin pronunciarse. Mientras tanto, los efectos negativos de los recortes ya se han notado entre los pacientes, citas canceladas, consultas que se retrasan, vehículos que no cumplen las especificaciones mínimas y trabajadores cansados y avergonzados por no poder prestar un servicio con la calidad adecuada.
Los representantes de los trabajadores no subrogados, y parte de los que siguen en activo ya han comunicado que continuaran las movilizaciones. Mientras tanto, de su lucha podemos extraer una serie de lecciones. En primer lugar, el nocivo efecto de las externalizaciones sobre los diversos servicios públicos, subordinando la calidad de la atención a los intereses económicos de grandes empresas. Segundo, la importancia de la unidad de los trabajadores y de la sindicación para defender sus derechos. Por último, que la mera defensa de la sanidad pública en contra de los recortes es insuficiente, solo mediante un cambio de sistema podremos construir una sanidad verdaderamente gratuita, pública y de calidad. Por ello desde el PCTE mandamos nuestro apoyo a los trabajadores del transporte sanitario y los animamos a organizarse para construir una sanidad al servicio de la mayoría trabajadora.