Alfredo Ramos sigue siendo a sus 80 años, uno de esos camaradas incombustibles. En la célula de Santander es el primero en ofrecerse a estar en un piquete desde primera hora, a repartir octavillas en un puesto del Partido o a salir a pegar carteles hasta la madrugada. La vida de Alfredo está indisolublemente ligada a la militancia política y sindical, pero los cerca de 50 años de militancia comunista a sus espaldas, no le han quitado la ilusión y la esperanza por el futuro revolucionario.
¿Cuál fue tu primera experiencia con la lucha de clases?
Empecé a trabajar como aprendiz a los 14 años en un taller de mi localidad, unos años más tarde, siendo ya oficial de 3ª con unos 18 o 19 años, hicimos una protesta para no meter horas extraordinarias por una reivindicación que queríamos que se nos pagaran más las horas extra, era una reivindicación estrictamente de tipo económico
¿Cuándo empezaste a militar en el Partido Comunista?
Si bien yo me consideraba comunista desde hace tiempo, no fue hasta finales de 1975 cuando comencé a militar en el Partido. Fue a raíz de las movilizaciones tras la muerte de Franco y, concretamente, después de asistir a una asamblea de trabajadores en lo que era la sede del sindicato vertical, donde participaron antiguos compañeros de trabajo que ya tenían una gran ligazón con comisiones obreras y un camarada que estaba impulsando el sindicato. A partir de ese momento, entablé una relación más cercana con ese camarada y acabé militando en el Partido Comunista.
¿Qué significó comenzar a militar en el Partido Comunista?
Si ahora yo digo que para mí es una gran satisfacción estar militando en el PCTE, en aquel momento también lo fue comenzar mi militancia porque lo necesitaba, era lo que sentía que debía hacer. Para mí fue un paso muy importante porque, como he dicho, yo ya me sentía comunista, pero era necesario estar en contacto con otros comunistas, debatir con ellos y poner en práctica la teoría.
Precisamente, tras el acto en el que me entregaron el carnet de militante, en 1976, antes de la legalización del PCE, que se celebró en la calle Tetuán de Santander, la dirección del Partido fue a comer al Barrio Pesquero y allí la policía les detuvo.
¿Qué has aprendido a lo largo de estos años militando en el Partido y la Juventud comunista?
Podría mencionar multitud de aprendizajes, pero si tuviera que quedarme con uno es que el Partido está por encima de todo, su inteligencia colectiva es superior a cualquier individualidad y eso hace que el Partido sea el mejor instrumento que tenemos los trabajadores para cambiar la sociedad.
¿Qué anécdotas o experiencias destacarías de tu recorrido en el Partido y la Juventud Comunista?
He tenido experiencias de todo tipo: algunas maravillosas y otras no traumáticas pero sí que muy duras, como tener que abandonar el PCE tras enfrentarnos a la dirección del Partido en Cantabria, producto de la situación de descomposición que había, o tener que dejar el PCPE por las oscuras maniobras que se estaban produciendo.
Entre las experiencias positivas, destacaría las luchas en las que he participado. Tengo especial recuerdo del trabajo desarrollado por mi célula de entonces, la de Astillero, en la lucha de reconversión en el sector naval, así como otras luchas, como la de Ferroatlántica, a unos pocos cientos de metros de mi casa, la participación en huelgas generales o cosas más sencillas, como ir a vender el Mundo Obrero a los Campos de Sport del Sardinero.
¿De todas las actividades del Partido y de la Juventud, cuál es a la que más te ha gustado asistir o te hubiera gustado asistir?
He asistido a actividades históricas, como la fiesta del PCE, del año 1978, en la que se reunieron medio millón de personas en la Casa de Campo, pero destacaría haber asistido al Congreso del Centenario del PCTE, que fue para mí especialmente satisfactorio. Ya había participado en congresos del PCE y del PCPE, pero este congreso, por su importancia histórica, dado que se debatía el Manifiesto-Programa del Partido y por haber participado en los debates en mi célula durante todo el proceso congresual, lo destacaría por encima de cualquier otro. Además, durante el discurso de clausura, el secretario general Ástor García, cuando estaba homenajeando a los camaradas que en distintos momentos y en distintas siglas habían mantenido la lucha y el hilo rojo, me dedicó unas palabras y pidió que me levantara para que todo el pleno del congreso me aplaudiera. Fue verdaderamente emotivo para mí.
¿Qué es lo que más te gusta del Partido?
Yo destacaría la democracia interna y la aplicación del centralismo democrático, pero el Partido tiene también una gran capacidad teórica y política, así como una gran fortaleza ideológica.
¿Qué te gustaría decir a todas aquellas personas que están interesados en el Partido incluso a premilitar?
Que ellos se lo pierden (risas). Les diría que la mejor forma de luchar es desde un espacio colectivo como el Partido. También les diría que fueran conscientes del papel y la labor que han tenido los comunistas en la historia de este país y del mundo, con una historia heroica de muchos de ellos.
Por último, si quieres contar alguna experiencia o reflexión más sobre la militancia en el Partido Comunista, este es tu espacio. Gracias.
No lo comenté antes, pero me gustaría poner en valor, por último, la solidaridad obrera, que yo mismo he tenido el placer de experimentar. Ya habría sufrido algún acto represivo, como mi despido tras la huelga general convocada el 12 de noviembre del 76, pero ese mismo año, en diciembre, estaba con otro camarada repartiendo octavillas y en la calle Alta de Santander nos paró la policía, nos metió en un portal y allí nos golpeó, después nos llevaron a comisaría, donde pasamos unas horas. Unos días más tarde, me llegó una multa de 57.000 pesetas, pero se organizó una colecta entre trabajadores de muchas empresas y, de hecho, el día que tuve que ir a pagar la multa al Gobierno civil, tuve que pasar por la empresa del camarada que había reunido el dinero para coger el sobre con la cantidad que tenía que pagar.