Este verano hemos vuelto a batir el triste récord de hectáreas quemadas en incendios forestales, a la pérdida de vidas humanas hay que añadir el impacto ambiental y económico para las zonas afectadas. ¿Qué está fallando para que esta sea la triste realidad de nuestro país cada año?
Las movilizaciones de los bomberos forestales nos dan una pista de ello, esos héroes de la clase obrera que arriesgan su vida para salvar nuestro bosques sufren unas condiciones laborales miserables, todos hemos visto fotos de los “bocadillos” que se les suministran para aguantar jornadas extenuantes en primera línea de fuego, o hemos conocido cómo los propios vecinos de las zonas afectadas les facilitaban agua para no morir deshidratados, pero esto es solo la punta del iceberg.
Contratos temporales por el periodo estival en algunos casos camuflados bajo el eufemismo de fijo-discontinuo, bajos salarios, medios obsoletos, falta de formación que es clave en un trabajo de tanto riesgo, no reconocimiento de enfermedades profesionales, peligrosidad, toxicidad, falta de coeficientes reductores que eviten que personas con más de 60 años tengan que estar en primera linea de fuego… y un largo etcétera. Por ello es clave la lucha por el estatuto del Bombero Forestal, por la dignidad de un sector al que se le niega hasta la labor que desempeña realizándoles contratos de peones agrícolas o de caza.
Sin duda, otra de las reivindicaciones, la salida de las empresas privadas de un sector que es de interés general, será un primer paso para mejorar las condiciones laborales, pero si lo que queremos es evitar la lógica de la especulación y la maximización de beneficios no basta con nacionalizar sin más, con cambiar a un gestor capitalista por otro.
Si lo que queremos es tener unos bomberos forestales con unas condiciones dignas, a la par que realizar una buena gestión de nuestros bosques, es necesario que sea la clase obrera la que planifique integralmente todos los aspectos de la economía, organice y administre los recursos en función de las necesidades de la población tanto en el campo como en la ciudad.
El actual, el modelo compulsivo, desaforado y caótico de producción capitalista de mercancías que genera el enriquecimiento de unos pocos mientras grandes masas de población mundial sufren desnutrición, es insostenible desde el punto de vista humano y ambiental y nos lleva a continuas y cada vez mas graves crisis.
Un modelo socialista de planificación de la economía que garantice las necesidades de la población y donde la riqueza generada colectivamente no caiga en manos privadas y se invierta en mejoras colectivas, potenciará la repoblación del entorno rural, lo cual influirá en la gestión de nuestros bosques, el aumento de la ganadería extensiva que eliminará maleza y rastrojos que son el combustible de los incendios y todo ello garantizando la soberanía alimentaria.
Al igual que hoy hacen los Bomberos Forestales, en cada sector, en cada centro de trabajo todos sabemos que la mejor forma de conseguir las reivindicaciones concretas de cada uno es organizarnos sindicalmente y pelear colectivamente por las de todos; de la misma manera, a una escala superior, la mejor forma de conseguir que esas victorias parciales de cada empresa o sector no sean cuestionadas al poco tiempo por el capital, es organizarnos políticamente y tomar el poder en nuestras manos, para acercar ese futuro lo máximo posible, la clase obrera ya posee su herramienta: ha de tomar partido.