La llegada de un otoño caliente se puede leer en los medios de comunicación. Las olas de calor que hemos sufrido en Europa, la ausencia de lluvias y el aumento del precio de los hidrocarburos por la guerra en Ucrania están en boca de todos. La prensa nos avisa de que todo esto está generando una alarma en el principal motor del imperialismo europeo, Alemania. ¿Qué hay de cierto?
“El gas es ahora un bien escaso en Alemania”. Estas son las afirmaciones del ministro de economía alemán en junio de este año en la presentación del Plan de emergencia energética para el país. No es el debate de moda en Twitter pero sí es un problema real para el capitalismo alemán. La dependencia de la economía alemana respecto al gas ruso es muy alta, un 55% antes de la invasión. El gobierno ruso tiene la capacidad de generar profundas desestabilizaciones en su vecino germano tan sólo aduciendo problemas técnicos en el Nord Stream 1. Bajo este nombre tan desconocido y rimbombante se esconde la principal arteria energética de suministro gasístico al centro de Europa. Es la vena que Gazprom usa para bombear gas para calentar las casas de los alemanes. Una vena que cada cierto tiempo se paraliza por “problemas técnicos” y cuando esto ocurre se desangran los despachos del Reichstag y los principales centros industriales tiemblan.
¿Cuál está siendo la respuesta germana? Aquí viene uno de los mayores ejemplos de cinismo político de las últimas décadas: la aprobación de un Plan de emergencia energética donde se incluye la reactivación de 27 centrales eléctricas donde se usará el carbón. Sí, ha leído usted bien, carbón. Ese mineral muy abundante en España y que podría garantizar la soberanía energética de nuestro país pero no podemos usar, esa piedra negra que se extrae de las entrañas de la tierra donde miles de mineros y regiones enteras se ganaban la vida pero era una energía sucia, eso que había que dejar de producir porque la UE así lo dictaba. Pues bien, para ahorrar gas en sus reservas estratégicas de cara el invierno, Alemania ha aprobado oficialmente volver a quemar carbón para generar energía.
Aquí tenemos el perfecto ejemplo de cómo salvar el planeta es sólo una fachada e importa bien poco porque lo fundamental es asegurar el funcionamiento del sistema y más si hablamos de Alemania.
Ahora bien, ¿es el corte de suministro de gas ruso la causa de que Alemania esté en recesión a día de hoy? Todos los expertos y economistas liberales coinciden en decir que no. La economía alemana evidencia ya claros signos de recesión, el crecimiento trimestre a trimestre es cada vez menor, la inflación aumenta, el poder adquisitivo del pueblo alemán se reduce y el modelo económico basado en la importación de gas ruso barato y exportación en masa, se agota. Todos coinciden en analizar que el otoño caliente para Alemania es casi inevitable. Las actualizaciones del Bundesbank sobre el crecimiento del PIB cada vez son a peor. Entre mayo y junio ya situaba el crecimiento anual en el 1’9% cuando en diciembre lo cifraba en el 4’2%.
El gobierno alemán está preparando a nivel propagandístico a su población para la crisis económica, ya que por supuesto será la población la que pague la crisis. En dicha crisis el precio de la luz y el gas juegan el papel de alarma, de aviso, si quisiésemos hacer una radiografía de la economía alemana. Pues bien, mientras se redacta este artículo dichos precios van en aumento en el país germano. Desde Berlín llegan incluso a acusar a Rusia de usar el gas como medida de presión política. En eso no mienten, tienen razón. Los intereses de Gazprom son pura continuidad de la política rusa por otros medios. Unas decisiones motivadas por intereses imperialistas donde ellos saben que tienen la sartén por el mango. Al inicio de este año ya dieron una demostración de fuerza al paralizar la construcción del otro gasoducto que abastecería a Alemania, el Nord Stream 2.
Pero no nos engañemos, las olas de calor y las pocas precipitaciones, es decir, la llamada “crisis climática”, no es más que un eufemismo para ocultar la realidad, una nueva crisis capitalista con causas mucho más profundas que el simple hecho del factor climático donde, por supuesto, el corte de suministro de gas agudizará todo. A nosotros también nos afectará dicha crisis. La UE sabe que Alemania es el corazón que bombea el capitalismo europeo, el centro que no puede fallar y ya está preparando al resto de miembros de la Unión. La economía y el mercado del sistema imperialista internacional están altamente interconectados y la más que probable crisis alemana tendrá sus consecuencias en toda la economía europea y las consecuencias dependerán del grado de dependencia respecto a ésta.