La condición suficiente para pagar 2000 euros por una conferencia es tener dinero de sobra para gastarlo en fruslerías. La condición necesaria es no trabajar, y que otros lo hagan por ti. Este era el público objetivo de la charla de Obama en Málaga, en el marco del Digital Enterprise Show (DES), conformado por empresarios de grandes compañías tecnológicas.
Sin embargo, no solo hay que ser empresario y gastar buena billetera, también se requiere la cabeza carcomida por una percepción que construye la identidad personal en la apariencia, necesitada del reconocimiento social más huero. Una autoimagen proyectada, tanto más preciada si es adlátere de mercancías fetiche como paisajes, comidas, ropa, sitios de moda, actividades de aventura… o por la cercanía a líderes mundiales. Es el mecanismo psicológico del selfie, popularizado en nuestra sociedad.
Pero el Digital Enterprise Show fue más ambicioso. Quería ganar mucho dinero y eso sólo podía hacerse con un producto “exclusivo”, que escapara a esa “democratización del consumo” que se produce en otras esferas del mercado. Las latas de sopa Campbell de Andy Warhol no satisfacen los deseos de los empresarios del DES. Hay mercancías a precio de saldo que cualquiera puede consumir y posar con ellas. Se trataba de acceder a una esfera de consumo alejado de la masa.
Entonces se reunió la dirección del festival y decidieron vender “A conversation with President Barck Obama”. No era tal coloquio porque no había posibilidad de preguntas ni diálogo. Sin embargo, la conferencia sería singular, única, irrepetible, excepcional. Una mercancía-espectáculo que, al ser consumida por oídos y vista, distinguiría al comprador del resto de mortales que no pueden pagar 2000 euros por una hora escuchando a cualquier estrafalario gurú. Y es que la entrada comprometía al cliente a no realizar ninguna grabación. No se podía hacer el típico vídeo de Instagram con Obama de fondo hablando.
Se trataba de vender “algo más”, una mercancía que, consumida y sin vestigio alguno, otorgase una experiencia “única” al comprador. Ese vacío en el registro digital haría posible que los empresarios asistentes tuvieran una experiencia singular, inefable e intransmisible a los demás. Decir que has estado en una conferencia de Obama es, para cierto tipo de personas muy repelentes, algo que las sitúa en un plano que levita sobre la cotidianidad del común de los mortales. Debía oler fuerte con tanto cretino junto.
Sobre la charla, nada que no se supiera; una colección de tópicos de ideología dominante: la defensa del capitalismo inclusivo, el medio ambiente, la revolución del smartphone, las cualidades del buen líder… bagatelas a precio de oro para tontos. Cuentan que por allí andaban Pedro Sánchez y Juanma Moreno. Sobre los honorarios del expresidente, dicen que seguramente cobre medio millón de euros y que estaba muy contento por Málaga. Desde luego, vivir a costa de los demás sienta bien… si eres un auténtico caradura.