Desenmascarando a Melenchon, Petro, Yolanda [inserte nombre del socialdemócrata de turno]

Este 2022 se han celebrado elecciones presidenciales y legislativas en Francia. Es un país ciertamente aventajado en una cuestión que está tan en boga en nuestro país como es frenar a la extrema derecha. Son expertos en conjugarse contra la extrema derecha de una forma tan hábil que cada vez es más fuerte, habiendo logrado que Marine Le Pen y su Reagrupamiento Nacional hayan alcanzado su mejor resultado histórico en las presidenciales, con un 41,5% de los votos en segunda vuelta y en las legislativas, pasando de 8 a 85 escaños y configurándose como la tercera fuerza política del parlamento francés.

Aquí nos pretenden embaucar con la misma cantinela, frenar a la reacción aplicando medidas antiobreras por parte de gobiernos socialdemócratas y liberales, apelando a esa misma clase obrera a la que cada día condenan a una mayor explotación a confiar en quienes les aprietan la soga al cuello.

No obstante, centrémonos en otro de los fenómenos particulares de la situación francesa, como es la práctica desaparición del Partido Socialista, que ha motivado una reestructuración más profunda del espectro político socialdemócrata que en nuestro país, donde el PSOE ha aguantado y ha conseguido taponar el flanco izquierdo. Como en el pasado nos irradiaran su esperanza seres de luz tales como Tsipras y Syriza o Pablo Iglesias y el primigenio Podemos, esperanzas de los suyos que pronto fueron traicionadas para respetar (nunca los cuestionaron) los estrechos márgenes de posibilidad que ofrece el capital, toca ahora el turno de otras grandes esperanzas para eso que llaman la izquierda, Boric en Chile, Petro en Colombia y, en estas latitudes, Yolanda y sus Yolanders (SUMAR lo llaman) y Melenchon y su NUAP.

El problema para estos trileros de las esperanzas de nuestra clase es que las crisis capitalistas con cíclicas, que se suceden cada vez con más frecuencia y una mayor sincronización fruto del propio desarrollo capitalista y la interdependencia. Así lo que antes costaba más tiempo en hacerse evidente, como que el PSOE es y fue una fuerza antiobrera gracias a la cual se impusieron las reformas que el capital necesitaba en España durante los 80 y principios de los 90, ahora se ve más rápido, como en el caso de Podemos, de asaltar los cielos a arrastrarse por las moquetas de la Moncloa en cuestión de pocos años.

Melenchon y su frente amplio podrán estirar el chicle un poco más dado que no van a gobernar Francia, pero por sus actos les conoceréis. Las promesas suenan muy parecidas a las de nuestros socialdemócratas patrios, limitación de precios, impuesto a las grandes fortunas, política ecológica… lo que pasa es que aquí ya les tenemos sentados en el Consejo de Ministros, recordándonos cuáles son las verduras de temporada y excusándose por no poder acometer todas las grandes promesas que le ofrecieron a los trabajadores de nuestro país.

Con la guerra de Ucrania y la implicación del bloque imperialista, la oposición de Melenchon y los suyos es de ambivalencia, a lo sumo de patalear bajito, como las fuerzas que siendo parte del Gobierno de España que acoge la cumbre de la OTAN y envían armamento para la guerra, protestan muy fuerte en twitter contra sí mismos. En cuanto a la UE no se le ha escuchado ningún cuestionamiento, defiende la ampliación a nuevos miembros, aunque utilizan una pose radical según la cual no aplicarían los tratados de la UE que entrasen en contradicción con su programa, programa que como todos sabemos la socialdemocracia siempre ha respetado.

No quiero cerrar este artículo sin antes resaltar la elevada abstención de las elecciones legislativas francesas, que llegó al 52,5%, un dato que refleja el hastío con el sistema y sus gestores, pero que está lejos de tomar una forma consciente de cuestionamiento del capitalismo y de organización. En Francia, como aquí, los revolucionarios tenemos la tarea de fortalecer las capacidades de lucha de nuestra clase, para que los trabajadores dejen de albergar esperanzas en quienes nada pueden ofrecerles y confíen únicamente en sus propias fuerzas.

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