Últimamente está cogiendo cuerpo la posibilidad de un Pacto de rentas en el marco de un Plan Nacional de Respuesta al Impacto de la Guerra cuyo objetivo sería proporcionar estabilidad desde la perspectiva de los costes salariales y los beneficios empresariales.
¿Qué es entonces un pacto de rentas? Es un acuerdo entre el poder político, representado por el Gobierno, y los denominados agentes sociales, para limitar el aumento de los salarios, así como el crecimiento de los beneficios empresariales.
Como siempre, toda propuesta de este tipo se viste con el manto de lo razonable. Y en momentos de dificultad puede parecer razonable arrimar el hombro para, entre todos, salir adelante. Pero veamos qué oculta este tipo de propuesta.
Aceptar un pacto de rentas significa en primer lugar aceptar la corresponsabilidad con lo que está sucediendo cuando en ningún momento ha sido responsabilidad de la clase obrera el estallido de la crisis o la decisión de meternos en una guerra que la está profundizando. Desde 2008 llevamos encadenando situaciones de crisis de rentabilidad de los capitales que se han ido enfrentando siempre con el mismo modelo de solución: aumentar la productividad y disminuir los salarios. Algo que ha traído como consecuencia un empobrecimiento generalizado de la clase obrera que hemos visto cómo se disparaba hasta casi el 15% el número de los denominados trabajadores pobres. Hombres y mujeres que a pesar de tener trabajo no ganan lo suficiente para tener acceso a una vida digna y se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. Aceptar la corresponsabilidad es una traición al conjunto de la clase obrera y en especial a estos últimos.
Es conveniente recordar también cómo durante estos 14 años de crisis encadenadas, que han sido provocadas por el propio modelo especulativo que es intrínseco al modo de producción capitalista, los datos nos demuestran que el número de millonarios ha aumentado y las grandes fortunas han incrementado sus valores mientras la clase obrera sufría las consecuencias en forma de paro, pobreza y precariedad viendo menguado su poder adquisitivo. Esto es lo que el capital entiende por “arrimar todos el hombro” para salir de la crisis.
Hoy el escenario es: un IPC desbocado que cabalga hacia las dos cifras y hace que los salarios sean de miseria, un proceso de transición energética que ha dejado atrás a miles de familias trabajadoras y a comarcas enteras cuyo destino es el abandono, miles de millones surgidos de los impuestos que pagamos los trabajadores europeos que van destinados a inflar la cuenta de resultados de empresas multinacionales, un incremento de la productividad que se salda con despidos, el desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas por falta de recursos que sí acaban apareciendo para el envío de armas y tropas a las guerras imperialistas, una guerra que se usa de excusa para justificar la estafa de los precios de la electricidad y los carburantes cuando su subida viene de antes del inicio de la guerra y del mecanismo tramposo aprobado para fijar los costes de generación, una juventud de extracción obrera y popular a la que desde que ha nacido no conoce otra cosa que las consecuencias de la crisis y a la que se le niega un futuro digno… y podríamos seguir.
¿Y es en este escenario donde ahora nos hablan de Pacto de rentas? ¡Váyanse a la mierda!