Siguen perdiendo los trabajadores y los pueblos

En las guerras la causa aparente, el casus belli, nunca es la causa real. Nadie en su sano juicio considera que el asesinato de Francisco Fernando y su esposa por Gavrilo Princip en julio de 1914 fuera la razón del estallido la I Guerra Mundial, o que el hundimiento del Maine fuera la razón de la guerra de Cuba.

En todas las guerras imperialistas se produce un período previo de escalada, durante años se van acumulando tensiones, enfrentamientos diplomáticos, amenazas, incluso momentos de distensión y de aparente mejora en las relaciones entre potencias. Pero se va acumulando material explosivo que estalla en el momento en que una potencia considera que puede alcanzar mejor sus objetivos a través de las acciones militares que por otras vías.

En el caso de Ucrania, después de ponerse a funcionar a todo trapo la maquinaria de propaganda de las distintas potencias implicadas, hoy nos quieren obligar a escoger bando. Por una parte, los defensores de la OTAN encabezada por EEUU; por la otra, los defensores de la Rusia capitalista. Ambos nos arrojan sus pobres argumentos y nos acusan de echarnos en brazos del otro por no compartir sus postulados.

Nuestra postura sobre la OTAN ha sido siempre meridianamente clara. Nuestra oposición firme a la presencia de bases extranjeras en suelo español, a la participación de las tropas españolas en misiones imperialistas en el extranjero y la apuesta decidida por la ruptura unilateral con todas las alianzas imperialistas de las que es miembro nuestro país, incluyendo por supuesto a la Unión Europea, es una parte consustancial a nuestro proyecto. Insistimos sin descanso en que la presencia en la OTAN y en la UE son un peligro para nuestro pueblo y un obstáculo importante para el triunfo de la Revolución Socialista en España. Siempre denunciamos que la ampliación de la OTAN hacia el Este tenía como objetivo a la Rusia capitalista y que ello iba a terminar en un derramamiento de sangre. Siempre supimos, y explicamos a nuestra clase y al conjunto de los sectores populares, que la pertenencia a estas alianzas se concibió siempre por parte de las clases dirigentes españolas como una garantía reforzada de su dominio y del mantenimiento de su poder sobre la mayoría trabajadora de nuestro país. A cambio de las promesas de intervención extranjera en caso de que el capitalismo español se viese amenazado desde el interior, la tierra, el mar y el aire de nuestro país podrían ser utilizados a discreción para la agresión a otros países. A cambio de unos nuevos cien mil hijos de San Luis, las clases dirigentes y sus representantes políticos llevan años vendiéndose a potencias extranjeras, uniendo su destino a los destinos de la UE y de los EEUU.

Al mismo tiempo, nuestra postura sobre la Rusia capitalista también es clara. Quienes promovieron el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética no son dignos de ninguna confianza. Quienes manipulan la historia del primer Estado obrero triunfante, quienes difaman y calumnian a los más de 70 años de construcción socialista y, gracias precisamente a esa construcción socialista, el período más largo de paz y amistad entre los pueblos de una zona del mundo especialmente compleja, quienes aspiran a que sus monopolios y su control político estén bien asentados en los territorios que anteriormente fueron parte de la Unión Soviética o del Consejo de Ayuda Mutua Económica y más allá, no son más que otros capitalistas con otro rostro, con otro idioma, pero con los mismos objetivos para cuya consecución los trabajadores y trabajadoras no somos más que carne de cañón.

Nuestros enemigos son los dirigentes de las potencias capitalistas y de las alianzas que éstas forman para promover sus intereses más allá de sus fronteras. Nuestros aliados son los trabajadores y trabajadoras de Rusia, de Ucrania, de los países de la UE y de los Estados Unidos, todos los que en el mundo terminan siempre siendo víctimas de los juegos sangrientos de poder a mayor gloria de los monopolios. Nuestro objetivo nunca ha sido cambiar a unas potencias por otras o favorecer el ascenso de unas potencias frente a otras en nombre de un falso antiimperialismo que no es más que proimperialismo camuflado. Nuestro objetivo siempre ha sido unir a los trabajadores frente a sus enemigos comunes, frente a quienes los mandan a morir y a matar a otros trabajadores, hacer que giren sus fusiles contra sus verdaderos enemigos que, siempre, están primero en su propio país.

Pero todavía hay quienes, cegados por la propaganda y la falta de análisis serio del mundo en que vivimos, cubren su elección por un bando acusando a los que no lo hacemos de equidistancia. A ellos les decimos que pueden seguir mirando cómo se hunde el Maine o cómo se enfría el cadáver de Francisco Fernando mientras la vida y la historia les pasan por encima.

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