En los últimos meses, a colación de la aprobación de la reforma laboral, pero también con el telón de fondo del “Frente Amplio” de Yolanda Díaz, la ministra viene intensificando su agenda mediática, con ese tono que aparentemente tan del agrado resulta a sus seguidores, de pose dura y firme en lo discursivo, pero que una vez se lleva al BOE se transforma en bálsamo de aceite para quienes nos explotan.
Algunas declaraciones son especialmente cursis, repelentes o naifs… como esa de ser mujer de paz, mientras firma el envío de tropas a la guerra, la de lo bonitos que son los cuidados “de mujer”, como cuando ella le planchó el pelo a Mónica Oltra, o la que sirve de título para este artículo, la de que este Gobierno hace cosas chulísimas, pero que no saben explicarlo, en otras palabras, que debemos de ser medio tontos para no alcanzar a entender a este gobierno bienhechor que vela por nosotros.
El problema es que del mundo de yupi y brilli brilli con el que algunos enfocan la realidad no se corresponde con esta. Quizás porque no son, ni lo fueron nunca, parte de la clase obrera, a la cual quiéranlo o no, están contribuyendo decisivamente a mejorar las condiciones en que se la explota en los centros de trabajo.
Una de esas estadísticas que no suele tener demasiada vuelta de hoja es la del coste de la vida en relación a los salarios. Aquí la prueba del algodón no falla, un IPC desbocado con una subida interanual del 6,5% frente a una subida media de los salarios en los convenios colectivos del 1,47%. Hagan los malabares que quieran en sus altisonantes ruedas de prensa, pero el coste de la vida se dispara mientras que los salarios se estancan.
La luz, la gasolina, el butano o la cesta de la compra son algunos de los productos que más han subido en este periodo, que se añaden a las dificultades crónicas de acceso a la vivienda por sus elevados precios, haciendo que los salarios cada vez den menos de sí. No existe para los comunistas un salario digno, entendiendo que mientras dure la explotación capitalista, el dinero que ingresamos a final de mes es solo una mínima parte de la riqueza generada, pero es por ello una disputa fundamental con la burguesía, cuánto podemos reducir el robo de plusvalía aquí y ahora para optar a mejores condiciones de vida.
El gran catálogo de reformas puestas en marcha para mejorar las condiciones de explotación de la clase obrera de nuestro país, reclamadas por la patronal y exigidas por la UE a cambio de los fondos europeos, se completa con la reforma laboral, IMV, pensiones, LOMLOE, Ley de FP, LOSU… Con mayor facilidad por las condiciones de la pandemia que han dificultado la movilización, pero sobre todo, con la inestimable ayuda de la socialdemocracia, la burguesía está acometiendo la actualización de la explotación capitalista en España.
Además del estancamiento de los salarios, el aumento de la pobreza tiene su causa en el tipo de trabajo al que puede acceder la clase obrera, donde la temporalidad y la precariedad son la norma, consagradas en la nueva reforma laboral por la vía de la flexibilidad interna y el trabajo a demanda. Pero la patronal nos necesita, casi les valdría con que respiremos, con lo que promueven mecanismos como el Ingreso Mínimo Vital y los ERTEs para que el Estado asuma los costes de mantener la fuerza de trabajo que en otros momentos asumía la burguesía, todo a costa de aumentar deuda pública que a buen seguro vendrán a cobrar los buitres y se nos cargará a los trabajadores con nuevos ataques.
A pesar de la pedantería, puede que súper Yolanda tenga razón en que hacen cosas chulísimas, el problema es que son cosas chulísimas para la patronal.