Abandonar la resignación y pasar a la ofensiva

Con la celebración del II Congreso del PCTE se cierra una etapa. Superada ya, completamente, la crisis interna que nos llevó en 2017 a celebrar un Congreso Extraordinario bajo otra denominación, abrimos ahora una nueva fase en la que la prioridad es tener un PCTE más capaz de ejecutar todos los objetivos definidos tras muchos meses de debate interno.

Hemos aprobado un Manifiesto-Programa en el que exponemos abiertamente nuestros análisis y nuestras propuestas para la construcción del socialismo-comunismo en España. Un Manifiesto-Programa que, a partir de su inminente publicación, se abrirá para la discusión al conjunto de trabajadores y trabajadoras de nuestro país y también a las organizaciones obreras y populares que pelean a diario por la defensa de los intereses de la mayoría trabajadora y de los sectores que están llamados a conformar la alianza social con nuestra clase en la lucha contra el poder capitalista. El Manifiesto-Programa es un documento que nace con la voluntad de ser un material vivo, en el que iremos profundizando a lo largo de los años y en el que iremos introduciendo las modificaciones y novedades necesarias para que, en cada momento, sea una herramienta útil para afrontar la lucha de clases en nuestro país.

Porque la lucha de clases se agudiza y a la mayoría trabajadora le hacen falta herramientas útiles que le permitan colocarse en una posición cada vez más propicia para asestar el golpe definitivo al capitalismo español. Frente a la “utilidad” que pregonan los defensores de la gestión humanitaria del capitalismo con su presencia en las instituciones y en los gobiernos, está la utilidad de los análisis que explican los porqués de la realidad que vive a diario nuestra clase y la utilidad de los posicionamientos que formulan una propuesta completa y permanente de superación de tal situación.

A diario tenemos ejemplos de los límites de la gestión socialdemócrata del capitalismo, y cada vez más podemos comprobar que sus promesas y sus propuestas de cambio se van diluyendo hasta quedar en nada. Tanquetas en Cádiz, promoción de planes de pensiones, castigo permanente a los servicios esenciales como la sanidad y la educación, nueva reforma laboral, la organización de la cumbre de la OTAN, y un largo etcétera, demuestran que no hay diferencias en lo esencial entre las distintas propuestas de gestión capitalista.

Con esta idea en mente debe trabajar el PCTE en el nuevo período que se abre tras el Congreso, esforzándose por romper el estrecho marco mental en que quieren que la mayoría trabajadora siga atrapada, siendo conformista con la miseria, comprensiva con la explotación e inactiva ante la bancarrota del capitalismo.

Es innegable que hoy existen las condiciones para que ninguna persona pase hambre, o frío, o esté sin casa. A pesar de que existen esas condiciones, de que la ciencia, la técnica y la producción han avanzado hasta un punto en que sería enormemente fácil satisfacer las necesidades populares, nos encontramos con que hay más pobreza, con que las generaciones más jóvenes no conocen otra cosa que precariedad y paro, que se nos exige que trabajemos más años para acceder a la jubilación o que tenemos que compatibilizar dos o tres trabajos para poder llegar a fin de mes sin salir de la pobreza.

Incansablemente hay que preguntar —y preguntarse— “¿cómo es esto posible?” y luego abandonar la resignación y pasar a la ofensiva, porque esta situación no es natural ni es permanente.

No nos vamos a cansar de repetir que todas las medidas que se están adoptando, aunque se quieran presentar como avances para la mayoría trabajadora, no son más que una nueva vuelta de tuerca, una actualización, de la forma en que se ejerce en España la explotación capitalista. Por eso es necesario poner todas las trabas posibles a toda medida encaminada al empeoramiento de nuestras condiciones de vida y trabajo, y hacerlo desde la conciencia de que ese es el primer paso, al que deben seguir muchos más hasta garantizar completamente que nadie, nunca más, nos robe nuestro futuro.

El contraataque, pasar de la resistencia a la ofensiva, es esencial en estos momentos en que se están gestando importantes cambios en la economía y en el mundo del trabajo que van encaminados a que los trabajadores y las trabajadoras quedemos aún más sometidos a los intereses de la patronal y, además, se nos haga responsables de los problemas que generan otros.

Que quede claro: el capitalismo es el problema, la propiedad privada de los medios de producción es el problema, la falta de planificación centralizada y democrática de la economía es el problema, la búsqueda incesante de la rentabilidad del capital es el problema. Se nos dice que no hay alternativa, pero no es verdad. Existe otra posibilidad, existe otro camino y está en nuestras manos transitarlo a condición de que rompamos con el marco político-ideológico que nos quieren imponer.

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