El PCTE nació como resultado de los cien años de lucha de los comunistas españoles y como consecuencia de la reflexión sobre la rica experiencia histórica que dio sus primeros pasos en 1919, que cristalizó en la Conferencia de Unidad de 1921 y que, posteriormente, dio lugar a algunos de los episodios más heroicos de la lucha obrera y popular.
La reivindicación del Centenario que hace el PCTE no deriva del fetichismo de las siglas ni de la nostalgia, sino de una concepción sumamente actual y contemporánea que parte del hecho de que las tareas de los comunistas en 2021 no son sustancialmente diferentes de las tareas y objetivos que se marcaron los camaradas que participaron en la fundación del PCE como Sección Española de la Internacional Comunista.
Al calor de la Revolución de Octubre y del triunfo de los bolcheviques en Rusia, el movimiento obrero de todos los países se convulsionó. La posibilidad, ya un hecho, de la victoria revolucionaria y la puesta en marcha de la construcción socialista tuvo como principal efecto terminar de escindir al movimiento obrero entre quienes seguían empantanados en la defensa de la transformación gradual del capitalismo y que, con su actitud y su bancarrota, habían aceptado la masacre imperialista que fue la Primera Guerra Mundial, y quienes consideraban que la Revolución era la principal tarea de todo aquel que se considerase heredero de Marx y Engels.
La creación del PCE como sección de la Internacional Comunista fue expresión de dos cosas. En primer lugar, de que había en nuestro país una voluntad de trabajar políticamente en clave revolucionaria, de poner todos los esfuerzos en la tarea principal de derrocar al capitalismo español para construir una sociedad socialista. Por otro lado, la vinculación a la Internacional Comunista expresaba el profundo carácter internacionalista de quienes nos precedieron, considerando su trabajo revolucionario en España como una parte de la revolución mundial que terminaría definitivamente con la explotación capitalista.
No hay tanta diferencia entre entonces y hoy. Habrán pasado cien años, pero no han cambiado los objetivos ni las convicciones. Igual que entonces, todo nuestro trabajo se centra en desarrollar la conciencia revolucionaria de las masas y la herramienta partidaria que sea capaz de organizar la Revolución Socialista en España, entendiendo en todo momento que formamos parte de un movimiento internacional al que contribuimos con nuestro trabajo y de cuyas experiencias extraemos importantes lecciones que nos ayudan a mejorar nuestro trabajo.
La división en el movimiento obrero entre quienes defienden la vía de las reformas y quienes defendemos la completa vigencia de la Revolución, es hoy más aguda, si cabe, que en 1921. Los reformistas colaboran estrechamente con la burguesía al difundir entre la mayoría trabajadora la idea de que no hay más alternativas que elegir entre una u otra forma de gestión capitalista. Ni siquiera son ya capaces de percibir que la Revolución sigue siendo posible porque no se ha eliminado ni uno solo de los factores que la hacían posible a comienzos del siglo XX. La explotación, la alienación, la violencia y la miseria no disminuyen, sino que crecen. Las promesas de la socialdemocracia se desvanecen una y otra vez con cada nueva entrada a la gestión gubernamental de los intereses de los capitalistas.
Por eso es necesario recordar nuestra historia, nuestros orígenes, preguntarse a qué aspirábamos entonces y por qué no cabe aspirar a otra cosa distinta en nuestra época. Todas las enseñanzas de estos cien años de lucha, con sus aciertos y sus errores, debemos aprovecharlas para una sola cosa: terminar la tarea que nuestros camaradas comenzaron.