¿Cuántos Pandora hacen falta para aceptar la corrupción?

Tras 10 años del 15M y ese “no hay pan para tanto chorizo” enfocando el origen de la precariedad y miseria de la clase obrera en que los gobernantes eran corruptos, vemos como los casos de corrupción continúan y poco solucionaron los que ahora están de socios de gobierno con la vieja socialdemocracia.

Conocemos las investigaciones sobre la fortuna de Juan Carlos, seguimos las declaraciones de Villarejo y a cada nuevo dato nos sorprendemos menos. Pero la corrupción no es cosa del siglo XXI; vimos el impacto del caso de estraperlo y sufrimos las consecuencias de la frecuente corrupción durante la dictadura, encareciéndose los bienes esenciales o edificando con materiales no adecuados. Con la llegada de la democracia parlamentaria los casos de corrupción no pararon, llegando a 587 casos de corrupción en el momento actual. Este pequeño repaso ejemplifica que no importa qué forma adopte el Estado, mientras rija la lógica capitalista, mientras el interés y beneficio privado esté por encima del interés y beneficio colectivo, la corrupción se permitirá y se normalizará. Por eso las penas máximas por los delitos de corrupción son 6 años, frente a los delitos por movilizaciones por cambiar la constitución que pueden llegar a 25 años.

El caso de los Papeles Pandora, que continúa lo que comenzaron los Papeles de Panamá (año 2016) nos permite señalar la vinculación clara entre gobiernos, políticos, empresarios, delincuentes internacionales y el mundo del espectáculo, teniendo todos en común el mantenimiento del capitalismo, por muy progresistas que parezcan.
Vemos cómo están involucrados Vitorino Alonso, un mafioso, dicho coloquialmente, que siempre ha actuado contra la clase obrera siendo responsable de varios accidentes mineros, el cantante Miguel Bosé, los Legionarios de Cristo que han abusado sexualmente a más de 170 menos y se benefician de la permisividad con la enseñanza privada, Pep Guardiola, Santiago Calatrava cuyas obras disfuncionales podemos ver por toda España, Jordi Carulla Front, propietario de Agromilen y de Gallina Blanca, los exalcaldes de Ciempozuelos, los propietarios del grupo Santa Lucía, y la lista continúa con más “personalidades”.

Mientras, los gobiernos y la Unión Europea, como un canto al vacío, llaman a acabar con esta desviación de fondos, llaman al respeto al Estado en el que todos ganan. Y ya. Porque estos casos son otro ejemplo más de la lucha interimperialista donde algunos empresarios para continuar su acumulación de capital necesitan no pagar impuestos mientras otros que pueden soportar las cargas y mostrarse como honrados y responsables con el “Estado de Bienestar”.

Lo que se les olvida es que los trabajadores no sólo aportamos el pago de impuestos, si no que todo el beneficio que sacan los capitalistas es de nuestro trabajo, son beneficios que dejamos de recibir para que unos pocos sean cada vez más ricos. Lo que temen, es que en el socialismo no habrá medias tintas con los corruptos, con los que engañan a la sociedad.

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