El fin de semana del 15 al 17 de octubre se inauguró La Llorería en Madrid, una exposición donde se podía ir a llorar. La “experiencia” consistía, según la propia empresa, en un “espacio lleno de rincones ‘fotografiables’ e interactivos que reflexionan sobre los principales problemas de salud mental e invitan a la gente a inundar las redes sociales con un contenido hasta ahora ocultado”. La sala más destacada y que dio más que hablar en términos publicitarios fue el “rincón de llorar”, un espacio donde en el centro se situaba una bañera con bolas de colores, en la que te podías meter, con un teléfono para simular que llamabas a tu psicólogo. En él, te invitaban a llorar sin problemas porque “estar mal también está bien”. Al finalizar, te repartían folletos publicitarios con una primera sesión de terapia online de 60 minutos gratis, el resto pagando. Con descuento, eso sí.
Si tenemos en cuenta que dicha exposición era organizada por una agencia de publicidad (La Despensa) para promover una empresa privada (Therapychat, la primera de España en atención psicológica online), deberíamos más bien sostener que no se trata de “visibilizar” los problemas de salud mental, sino de hacer negocio a expensas de nuestro sufrimiento anímico. “La Llorería” se dirige a un nicho de mercado con base en nuestro malestar psíquico, con el aderezo de una hipócrita campaña de denuncia donde la insuficiente atención psicológica pretende ser su ariete publicitario, entrando por la ventana de oportunidad que le da la privatización de facto del sistema de salud mental, con meses de espera y citas insuficientes para ser atendido.
Pero eso no es todo. Un vistazo por las redes sociales donde ex trabajadores narran su experiencia puede dejarnos estupefactos. Califican la empresa como una clara muestra de la “uberización de la psicología”. La política laboral de Therapychat, retratan, es exigir psicólogos profesionales a demanda, según sus necesidades, en régimen de autónomos, donde los trabajadores tienen que sufragar el alta de la seguridad social, el seguro de responsabilidad civil y la colegiación. El sueldo es por horas y la cuantía ridícula. Un paradigma de cómo la uberización de la economía penetra en el conjunto de sectores productivos, también en el de la salud mental. No es retórica colegir que Therapychat es responsable de muchos de los males que quiere “visibilizar”, maltratando a sus trabajadores con unas condiciones pésimas que son causa de muchos problemas psíquicos: inestabilidad laboral, bajos salarios, presión laboral, cláusulas abusivas… por no hablar de la deficiente atención que pueden recibir los pacientes-clientes con unos trabajadores que les atienden en esas condiciones.
Seguramente, alguien puede atreverse a afirmar que “no hay mal que por bien no venga”. Que gracias a esa exposición se desestigmatizan los problemas de salud mental hoy ocultos y todavía tabú en nuestra sociedad. Sin embargo, lo que ocurre es que, en el capitalismo, cualquier reivindicación es susceptible de ser mercantilizada y traducida a códigos explotables por empresas capitalistas: “estar mal es estar bien” o “llorar es de valientes” son apelaciones a una identidad mercantilizable y segregada de un horizonte de lucha colectiva: paga y olvídate de reivindicar con tu clase social una salud pública de calidad.
Muy distintas son las reivindicaciones de los CJC en su campaña “por una vida que disfrutemos vivir”, donde plantean cómo el capitalismo provoca los problemas de salud mental y la carencia a su vez de recursos del sistema de salud público para paliarlos en sus efectos más inmediatos. Los CJC, en su campaña, combaten las causas estructurales de los problemas de salud y plantean las reivindicaciones en términos colectivos.
No se trata de la simple apelación a la libertad y expresión individual del sufrimiento de los problemas mentales sino de incorporar la reivindicación de “una vida que disfrutemos vivir” a la lucha colectiva contra el capitalismo como forma de destrucción de nuestra felicidad.