Suben los precios de los productos de primera necesidad y retrocede el poder adquisitivo de los salarios. Se alarga la edad de jubilación para acercarla al final de nuestra vida. Y generalizan la flexibilidad en el seno de las empresas para que nuestro trabajo responda mejor a las necesidades del patrón.
La precariedad y la inseguridad se hacen dueñas de nuestras vidas. Las promesas del gobierno socialdemócrata se quedan en agua de borrajas. Lo sucedido con el tarifazo eléctrico es sólo un ejemplo. La demagogia llega al punto de tratar de hacer pasar como una conquista una pérdida del poder adquisitivo del conjunto de los salarios y, particularmente, de quienes perciben el salario mínimo interprofesional.
Todo gobierno capitalista gestiona, de una u otra forma, los intereses del capital. Y esos poderosos intereses exigen incrementar la explotación sufrida por quienes viven de la venta de su fuerza de trabajo. Ningún gobierno socialdemócrata se ha escapado de esa lógica infernal y el actual gobierno de coalición tampoco lo hará.
Por eso, en la medida en que crecen sus incumplimientos, apelan crecientemente al miedo, a la lógica del mal menor. Para ello, sólo hay dos posibilidades: o admitir la explotación atenuada que dice representar la socialdemocracia o que gobierne la derecha. En realidad, la hoja de ruta es esencialmente la misma y ha sido acordada por la burguesía de los diferentes países en el seno de la Unión Europea. Puede cambiar el carácter del maquinista, puede ser diferente el uniforme del personal, pero el tren se dirige indefectiblemente y por la misma vía a preservar los beneficios empresariales a costa de todo y de todos.
Pero no es cierto que sólo existan dos posibilidades. Siempre hubo una tercera: ¡luchar! En ausencia de lucha, el cacareado diálogo social tan sólo puede conducir a formar las condiciones de nuevos retrocesos para la gran mayoría trabajadora. Así lo demuestra la historia y así sucederá de nuevo si no lo impedimos. Las movilizaciones convocadas por el PCTE contra el tarifazo han evidenciado que hay fueras sociales dispuestas a librar esas lucha. Se trata de un primer paso, necesario pero insuficiente. Durante las próximas semanas, debemos incrementar los esfuerzos por organizar a las fuerzas que se han sumado a la lucha y por atraer a aquellos sectores que van percibiendo la gravedad de la situación.
Asambleas populares
La convocatoria de asambleas populares por parte del PCTE es el primer paso para organizar a quienes perciben que es necesario iniciar un nuevo ciclo de movilizaciones. Lo hemos repetido hasta la saciedad y lo seguiremos haciendo: no es necesario estar de acuerdo con el programa del Partido para participar de las luchas, no es necesario ser comunista para participar de las asambleas.
Lo que es necesario es que quienes, como nosotros, son conscientes de que la clase obrera está sufriendo un nuevo ataque y creen que es necesaria una respuesta organizada, discutamos las reivindicaciones que el movimiento obrero y popular debe poner encima de la mesa y las formas de movilización para hacerlo. Y, en ese debate, la militancia comunista apunta algunos ejes sobre los que es necesario y urgente actuar.
Contra la carestía de la vida
No hacen falta sesudos análisis ni un gran esfuerzo para comprender que si los precios de los bienes y servicios de primera necesidad suben por encima de los salarios, tal y como está sucediendo, los trabajadores y trabajadoras seremos cada vez más pobres. Por tanto, no se puede admitir la vergonzosa política de subida del SMI, recientemente aprobada por el gobierno, y no se pueden admitir nuevos acuerdos salariales en la negociación colectiva que vuelvan a significar nuevas pérdidas de poder adquisitivo de los salarios
Contra la reforma de las pensiones
Las pensiones llevan décadas perdiendo poder adquisitivo. Al mismo tiempo, se ha ampliado el periodo a considerar para su cálculo y se ha alargado hasta los 67 años la edad legal de jubilación. La política de acercamiento de la edad real de jubilación a la edad legal de jubilación, implementada por el gobierno, mírese como se mire, se encuadra en la misma lógica. Al mismo tiempo, se lanzan globos sonda y crece la campaña para acercar la edad de jubilación a los límites de la vida. Las recientes declaraciones del ministro Escrivá sobre la necesidad de cambiar la cultura para favorecer que se trabaje hasta los 75 años, son buena prueba de ello.
Contra la nueva reforma laboral
Las fuerzas que componen el gobierno prometieron las derogación de la última reforma laboral (en el caso del PSOE) y de las dos últimas reformas (en el caso de Unidas Podemos). La realidad es que no sólo no han derogados las reformas laborales, sino que se disponen a aprobar una nueva reforma laboral que ha sido pactada con la Unión Europea en el marco del “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia”, aprobado por el gobierno para acceder a los nuevos instrumentos de financiación Next Generation EU puestos en marcha por la UE para hacer frente a la crisis capitalista.
Junto a reformas menores y propagandísticas, dirigidas a neutralizar al movimiento obrero y sindical, la nueva reforma laboral persigue modernizar las relaciones laborales para facilitar la explotación capitalista. En un mercado laboral completamente precarizado, con salarios de miseria y prácticamente sin barreras de salida, el golpe se dirige a ampliar la flexibilidad interna dentro de la empresa, esto es, a favorecer el trabajo a demanda. La Unión Europea lleva casi dos décadas situando ese objetivo bajo la lógica tramposa de la flexiseguridad. Las reformas educativas que está poniendo en marcha el gobierno son la otra cara de la moneda.
Sobre todos estos asuntos, y otros que se puedan ir sumando durante el desarrollo de las asambleas populares, cabe un amplio espacio para el acuerdo y la movilización. El PCTE no oculta sus intenciones. Para nosotros se trata de iniciar un proceso de reagrupamiento del movimiento obrero y popular, de acumular fuerzas, si se quiere, en una perspectiva de confrontación con el poder capitalista.
En ese camino que queremos recorrer, tendemos la mano sin sectarismo a quienes compartan todo o parte de nuestros propósitos y estén dispuestos a dar el paso al frente que los tiempos demandan.