Nuestro Congreso está abordando el debate de dos tesis estrechamente relacionadas. Una relativa al carácter de la época en la que vivimos y otra al análisis por parte del Partido del imperialismo en la actualidad. Su vinculación viene determinada por el hecho de que, si consideramos que con la revolución de octubre de 1917 en Rusia se inauguró la época de las revoluciones proletarias, la posición del partido de la clase obrera no puede quedar atrapada por la elección del país en el cual es preferible que el enemigo extienda sus monopolios. Dilema que sigue generando confusión en el Movimiento Comunista Internacional por el papel jugado por potencias como China.
A lo largo del documento del Congreso se analiza la construcción del socialismo en la Unión Soviética en los diversos periodos: intervención extranjera y guerra civil, la Nueva Política Económica, los planes quinquenales, la II Guerra Mundial…
El documento destaca la ofensiva, durante la época de los primeros planes quinquenales, por abolir las relaciones capitalistas, periodo en el que se lograron resultados impresionantes y una alta prosperidad social. El XX Congreso de PCUS fue el punto de inflexión con la introducción de cambios que favorecieron la ampliación de la esfera mercantil con la venta de productos y servicios por sectores privados que fortalecieron determinados intereses individuales y grupales que llevaron a esos sectores a convertirse en grupos de presión para la restauración del capitalismo. La Perestroika será finalmente el vehículo por el que esos sectores acabarán restaurando el capitalismo en la Unión Soviética.
A pesar de la derrota temporal, la experiencia de los países socialistas demostró entre otras las ventajas en la salud y educación, la inexistencia del desempleo y el acceso a la seguridad social, la cultura y el deporte y la mejora en la vida de las mujeres.
El Congreso del Centenario del PCTE analiza la experiencia de construcción del socialismo, llegando a la conclusión de que los tránsitos en los modos de producción no se producen de manera directa y en continuo ascenso, existiendo procesos de revoluciones y contrarrevoluciones. En todo caso, está vigente la tesis que afirma que el imperialismo es la antesala de la revolución socialista y por lo tanto, la necesidad del partido de nuevo tipo, que basa su actividad en la clase obrera como sujeto principal de la revolución.
La tesis “El sistema imperialista contemporáneo” parte de la definición de Lenin del imperialismo y analiza su desarrollo actual. La economía mundial está controlada por pocos monopolios, liderados por las instituciones financieras en un proceso de concentración y centralización del capital. Las economías de los diferentes países muestran una fuerte interdependencia manteniendo el papel del Estado burgués bajo una base nacional y estableciendo alianzas con otros países.
En la pirámide imperialista se recrudecen e intensifican las contradicciones en un planeta territorialmente ya repartido y bajo zonas de influencia en disputa. El imperialismo tiende a la reacción, con el crecimiento de la carrera armamentística y el aumento del gasto militar, con nuevas estrategias de golpes suaves para derrocar gobiernos, el recorte de derechos y libertades públicas y el surgimiento de fuerzas ultra-reaccionarias de corte nazi-fascista.
Además, el agotamiento del capitalismo se manifiesta en un incremento de la deuda externa, el aumento de los déficits de los países, así como su deuda pública y privada. Esto lleva a reforzar las políticas del capitalismo monopolista de estado, favoreciendo una mayor intervención a través de la propiedad estatal, la regulación de la economía y redistribución de la renta. Estas posiciones defendidas por la nueva y la vieja socialdemocracia sólo pretenden atrapar a la clase obrera bajo la lógica del mal menor y la gestión social del capitalismo.
La primacía de los monopolios implica que la producción cada vez está más socializada, en contradicción con la apropiación privada por unos pocos capitalistas. Un tercio del total de trabajadores en el mundo viven bajo la pobreza extrema sin ningún tipo de protección social. Muchos de ellos, forzados a migrar y desplazarse a los países de la cúspide imperialista.
La emergencia de países como China, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica amenaza el liderazgo mundial de los Estados Unidos, corroído por una crisis de sobreproducción desde 2008. Principalmente, la intensificación de las contradicciones se desarrolla entre Estados Unidos y China. Sin embargo, la clase obrera no debe colocarse bajo los intereses de un país capitalista u otro, ya que más allá de la agresividad y militarismo de uno, lo determinante en ambas potencias es que se desarrollan bajo relaciones capitalistas de producción. Por lo tanto, no existe un supuesto “Frente Mundial Antiimperialista” porque la inclusión de los países capitalistas sólo respondería a los intereses en disputa en la cúspide de la pirámide imperialista.
En la actualidad en China tan sólo el 22% de sus trabajadores pertenecen al sector estatal y la inmensa mayoría de las innovaciones y patentes están en manos del capital privado, con un descenso en los últimos años del aporte de los salarios a la renta nacional. Asimismo, los monopolios extranjeros tienen presencia en China y también China exporta capital a otros países.
Los documentos presentados a debate en el Congreso analizan consecuentemente que vivimos en la época del imperialismo y que existe el entrelazamiento de los distintos eslabones de la economía mundial y la interdependencia entre ellos. Por lo tanto, los objetivos de la clase obrera deben dirigirse hacia el derrocamiento del capitalismo, con independencia de la posición que ocupe cada país en la pirámide imperialista.
Redacción Nuevo Rumbo