Este 1 de enero de 2021 han entrado en vigor los permisos por nacimiento iguales e intransferibles, que establecen 16 semanas de baja para ambos progenitores, de las cuales las 6 primeras son obligatorias y el resto, de carácter voluntario. Esta medida se está vendiendo, desde ciertos sectores de la socialdemocracia, como un gran éxito para la igualdad de la mujer, justificando que, así, no se producirá una discriminación por ser madres. Sin embargo, no deja de ser un lavado de cara que no beneficia a la clase obrera y mucho menos a la mujer trabajadora.
Antes de entrar en materia, hay que recordar que los permisos de maternidad están congelados desde 1989 en 16 semanas, mientras que los de paternidad (o para el segundo progenitor) se han visto ampliados en los últimos años, hasta llegar al récord de ser los intransferibles más largos de Europa.
Veamos algunos datos para desmontar el triunfo que nos quieren vender. Desde enero hasta septiembre de 2020, 50 539 madres no pudieron acceder a la prestación por maternidad, ya que no es universal. Se han de cubrir unos requisitos de cotización variables en función de la edad. De este modo, hay que estar afiliada a la seguridad social y en alta (o asimilada al alta), y tener un periodo mínimo cotizado según la edad: a partir de los 21 años y hasta cumplir los 26, hay que tener cotizados 90 días dentro de los 7 años inmediatamente anteriores al descanso o 180 días en toda la vida laboral; a partir de los 26 años, se piden 180 días cotizados en los 7 años anteriores al inicio del descanso o 360 días a lo largo de toda la vida laboral (Fuente: Seguridad Social1).
Esto no ha cambiado en el 2021, por lo que se sigue castigando a aquellas mujeres trabajadoras en situación precaria, sin un contrato de trabajo o con contratos temporales. Sin esta protección, la mujer solo tiene dos opciones: incorporarse a su puesto de trabajo o precarizar aún más su situación económica si opta por el cuidado del menor; en muchos casos, esta segunda opción ni siquiera se puede contemplar, por la insostenibilidad de la economía familiar. También en este caso queda patente la falta de escuelas infantiles públicas y gratuitas que permitan aliviar la carga de aquellas familias que lo necesiten.
Otro dato que apoya esta visión es el número de prestaciones por nacimiento concedidas: 167.047 para el primer progenitor (habitualmente la madre) y 175.927 para el segundo progenitor (habitualmente el padre).
Al Ministerio de Igualdad se le llena la boca al decir que así no se producirá discriminación hacia la mujer trabajadora en el mercado laboral, pero lo que en realidad está haciendo es poner la natalidad y la crianza al servicio del mercado; en definitiva, del sistema capitalista, de forma que las mujeres trabajadoras seamos «productivas» (en sus términos) lo antes posible. Todo ello, invisibilizando los procesos biológicos de gestación, parto y postparto, como si el cuerpo de la mujer no cambiara durante 9 meses. Estos procesos deberían reconocerse y protegerse.
Igualmente, seguiremos discriminadas en nuestros trabajos por tener que pedir días u horas para las visitas de control del embarazo, habremos de continuar en puestos de trabajo que implican riesgos para el embarazo si así lo considera la mutua que concede la baja… Nos seguirán preguntando en las entrevistas si tenemos hijos o queremos tenerlos, porque somos las mujeres trabajadoras las que solemos hacernos cargo del cuidado de nuestros hijos e hijas cuando enferman.
Todo esto necesita un cambio real, es producto del capitalismo, cada vez más cruento, que mercantiliza nuestros cuerpos cuando le interesa (vientres de alquiler) e ignora nuestros procesos cuando le conviene (gestación).
Por otra parte, al no ser obligatorias las 10 semanas restantes, muchos padres de la clase obrera no se las podrán tomar, aunque así lo quieran, amenazados con el despido de sus puestos de trabajo o, en el mejor de los casos, coaccionados a ubicarlas donde más convenga a la empresa. De nuevo, solo los progenitores con un buen puesto de trabajo podrán disfrutar del permiso remunerado al 100%.
Todas estas nuevas medidas, al servicio del mercado, no tienen en cuenta, por supuesto, las necesidades de las familias, especialmente las de los bebés, pues no han tenido en cuenta estudios sobre la diada madre-bebé que se da durante los primeros meses de vida, ni aquellas investigaciones que demuestran un impacto en el desarrollo neurológico y psicológico del menor.
Se hace cada vez más necesario reclamar la ampliación de los permisos de maternidad, para darle a la crianza temprana la importancia que se merece.
Igone Bastida