Los sindicatos ELA, LAB, CCOO, SATSE, STEILAS Y ESK han convocado para el próximo 22 de abril una huelga en todo el sector público de Euskadi. Los sindicatos reclaman “la creación de empleo público, la consolidación del empleo temporal y de los trabajadores temporales que lo sufren y el fin de la política de privatizaciones”.
La convocatoria, que ha sido anunciada en una rueda de prensa por representantes de todos los sindicatos a excepción de UGT, afecta a todo el sector público, incluidos los trabajadores de educación y sanidad, y a todas las administraciones: Gobierno Vasco, diputaciones, ayuntamientos y Administración del Estado.
Las movilizaciones son consecuencia del contexto de deterioro que están sufriendo los servicios públicos esenciales, donde esos propios servicios sufren una falta de recursos cada vez mayor. La temporalidad en las administraciones públicas vascas es del 41%, mientras que el 58% es personal funcionario y laboral fijo. Euskadi tiene la tasa de temporalidad más alta en el sector público, con el 35,3% y más de 50.000 interinos.
Las políticas del Gobierno Vasco de los últimos años priorizan el gasto en el Tren de Alta Velocidad. Como dice Eva Domaika, en castellano, cuando algo dura una eternidad se dice que «dura más que la obra del Escorial». La construcción de la Y vasca ya ha superado a la del palacio madrileño. Pese al dicho, El Escorial tardó en construirse 21 años. La Y vasca va para los 36 desde que se proyectó. Y le quedan, como poco, 9 más.
También nos encontramos con la situación de que el Gobierno Vasco da un trato de favor a la educación concertada. Euskadi es el territorio europeo con mayor concentración de educación concertada o privada. En junio del año pasado, en plena pandemia, se subvencionó con 8 millones y medio de euros a los centros educativos privados y concertados.
La huelga en todo el sector público de Euskadi y la estrategia de lucha por la creación de empleo público, la consolidación del empleo temporal y de los trabajadores temporales que lo sufren y el fin de la política de privatizaciones, deja patente varias cuestiones. Las administraciones públicas vascas aplican una orientación mercantil y capitalista en sus políticas de contratación. Entre otras cosas porque la legislación no solo ayuda, sino que empuja en esa dirección. Plantear un cambio en este sentido no puede ser un planteamiento simple de cambio de las políticas de este gobierno. Tampoco basta un cambio de color en el gobierno.
Pese a estas consideraciones, lo realmente positivo es que los sindicatos vascos, excepto UGT, hayan sido capaces de aparcar diferencias y activar una lucha por los derechos de los trabajadores de las administraciones públicas vascas. Porqué aquí también hay que decir otra cosa. Uno de los sectores más perjudicados por las últimas crisis ha sido el sector público. Y no solo por las congelaciones salariales, que han existido, sino también porque se han precarizado y mucho, las condiciones de trabajo en ese sector.
A lo largo de los últimos años hemos podido comprobar cómo los servicios públicos han ido perdiendo financiación y calidad, mientras sus trabajadores se dejan la piel intentando garantizar servicios como la sanidad, la educación o los servicios sociales. La política constante de este gobierno ha sido la de favorecer a empresas como el IMQ, Sanitas, la red de escuelas cristianas (kristau eskola) o la red de ikastolas, que son concertadas. En Euskadi, de marzo a diciembre de 2020, fallecieron 1000 personas mayores en nuestras residencias. Muchos de ellos en residencias privadas, porque existe una falta evidente de recursos para nuestras personas mayores. Y porque la mercantilización de la atención a la tercera edad es un hecho que define a este gobierno vasco.
En estas condiciones, es de alabar que los sindicatos que han convocado esta movilización den un paso al frente. Este principio de unidad va en la buena dirección, que no es otra que oponerse a las políticas que benefician a las empresas y perjudican a los trabajadores. Las únicas soluciones que el capital y el gobierno vasco están encontrando son medidas que retrasan por poco tiempo una evidencia más dolorosa. La de que los trabajadores cada vez vivimos peor, mientras los beneficios de las grandes empresas siguen engordando los bolsillos de sus accionistas.
En lugar de hacer una reflexión general sobre la situación que vivimos, muchos se dedican a hablar del cambio. No es un mal argumento, viendo como están las cosas y lo que sufrimos por nuestros semejantes. Sin embargo, no parece que esta situación, por si misma, vaya a cambiar sola. Quienes ignoran cómo funciona la política y cómo esta afecta directamente a sus vidas tienen un sitio donde empezar a cambiar las cosas. No desde abajo y a la izquierda, como dicen algunos. Desde los centros de trabajo y contra las políticas capitalistas.
Sergio Sanz