Los sanitarios madrileños llevan meses viviendo una situación realmente insostenible en el tiempo. Tras casi un año de crisis sanitaria causada por la COVID-19, las condiciones laborales de los sanitarios y sanitarias de nuestro país en general, y de nuestra región en particular, siguen siendo muy precarias.
Recientemente, esta situación se ha visto agravada por la situación que decenas de sanitarios están viviendo debido a la apertura del Hospital de Emergencias Isabel Zendal (HEIZ) en la Comunidad Autónoma de Madrid. Han sido multitud de profesionales quienes han renunciado a su contrato laboral por el traslado forzoso de su hospital de origen.
Centrándonos en el sistema de contrataciones de la bolsa temporal de empleo público, este sistema lleva muchos años trabajando de la misma forma. Todas las ramas profesionales, y en especial las enfermeras, llevan viviendo años de precariedad y temporalidad estructural. Una situación que ha sido denunciada en multitud de ocasiones, y que, en Madrid, se intentó revertir en un primer paso consolidando el empleo de personal interino a fijo con la macroOPE de mayo de 2019. Proceso que actualmente se encuentra totalmente parado y que previsiblemente agotará el tiempo de resolución completa hasta 2022.
El sistema de contrataciones sobrevive gracias a la disponibilidad inmediata de miles de trabajadores y trabajadoras, de ese ejercito industrial de reserva, que siempre necesita cubrir una necesidad y un derecho tan básico como es trabajar. Pero es un sistema que se ha demostrado ineficaz y que no permite dar respuesta cuando surge una alta demanda de empleo, como pueden ser los periodos vacacionales de julio-septiembre.
En el caso del HEIZ, al tratarse de un hospital de titularidad pública, la bolsa de empleo público es gestionada directamente por el SERMAS (Servicio Madrileño de Salud). Durante la primera ola de la pandemia debemos recordar que el sistema de contrataciones colapsó de manera muy temprana. Esto provocó una llamada de auxilio. A Madrid tuvieron que desplazarse desde otras regiones de nuestro país, personal sanitario, para cubrir las demandas asistenciales. Pero no solo otras compañeras de otras regiones, también vimos como trabajadores jubilados del sector, como estudiantes de enfermería que no habían terminado sus rotaciones de formación, como trabajadores extracomunitarios que llevan luchando para que se les reconozca su título profesional… todos ellos fueron necesarios. Y todos insuficientes.
Tras esos meses iniciales donde cabría esperar que al menos los sanitarios obtuvieran unos mejores contratos laborales, la realidad del sistema capitalista nos golpeó de nuevo en la cara. Ya vimos algunos ejemplos durante la primera ola, contrataciones a días o por semanas, para evitar pagar bajas a causa de enfermedad profesional. Pero tras superar la primera ola, fueron cientos de profesionales los que regresaron a sus regiones de origen a trabajar, y no por nostalgia, sino porque ese mismo sistema que habían venido a reforzar, abandonando a sus familiares a cientos de kilómetros, ahora solo les daba una patada.
Han sido centenares de sanitarios los que han renunciado a renovar contratos cada mes o cada semana. A cambiar de unidad de trabajo y de compañeros casi cada día. Porque el papel que están jugando la figura de “contratos COVID” realmente están sirviendo, en los hospitales públicos, para cubrir todo ese déficit estructural, todas esas bajas maternales, bajas laborales, jubilaciones y reducciones de jornada para conciliación familiar. Si ahora estos compañeros con este tipo de contrato son movilizados a otro hospital, como diría el refranero “vestimos un santo, desvistiendo otro”.
La situación de los trabajadores del HEIZ actualmente es de muchísima indefensión, ya que trabajan de manera coercitiva bajo la amenaza de no volver a trabajar en el SERMAS durante 1 año si se niegan a ir al HEIZ. Este es un hospital que está diseñado de manera propagandística para el gobierno de Isabel Diaz Ayuso.
El HEIZ es el emblema de cómo usar el capital público para enriquecer de manera abierta, y sin ningún tipo de concurso, a las grandes empresas privadas de este país. Un claro ejemplo de su modelo de gestión, mal llamado “colaboración público-privada”. Porque el modelo de privatización de la sanidad en nuestro país, que han iniciado diferentes gobiernos tanto del PSOE como del PP, no camina hacia una suerte de aseguradoras privadas como puede ser EEUU. Más bien, camina hacia un modelo donde los gestores de lo público están al servicio de unos pocos. No nos engañemos, siempre lo están, ese es su papel. Pero ahora, de una manera aún más abierta y despiadada.