Creo que fue Abraham Lincoln quien dijo aquello de que puedes engañar a algunos algún tiempo e incluso engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. Y el gobierno de coalición debería no olvidarlo, pues a pesar de la monumental campaña de manipulación sobre la que sostiene su acción política, todo tiene un límite.
Devolución y condicionalidad de los fondos europeos
Volvamos la vista unos meses atrás. En julio de 2020, el Consejo Europeo alcanzaba un acuerdo para constituir un Fondo de Recuperación por un total de 750.000 millones de euros, llamado “Next Generation EU”, de los cuales 140.000 millones serían destinados a España. Pedro Sánchez era presentado como un héroe y, tratando de diferenciarse de lo sucedido en la anterior crisis capitalista, la propaganda del gobierno presentaba esos fondos como una especie de ayuda a fondo perdido y, además, sin estar sometidos a ningún tipo de condicionalidad.
Poco después, y a pesar del manto de opacidad con que la UE y el propio gobierno trataron de ocultar el asunto, se supo que gran parte de esos fondos no eran a fondo perdido, sino que llegarán en forma de créditos que en un futuro habrá que devolver. Poco después se confirmaron el resto de sospechas: los fondos europeos están sometidos a la condición de que los Estados miembros lleven a cabo un importante y ambicioso programa de reformas vinculadas a las recomendaciones del Semestre Europeo.
Plan Nacional de Recuperación: 170 reformas bajo el mando de la Comisión.
Tras estos episodios, y como era absolutamente predecible, la Comisión Europea toma el mando y supervisa la propuesta trasladada por la todopoderosa Viceministra Calviño, consistente en 170 reformas, algunas de las cuales han generado una aparente polémica en el seno del gobierno, en la que todos parecen dispuestos a seguir la vieja táctica de “poli bueno, poli malo”.
Ese plan de reformas, como todo lo hecho por el gobierno a lo largo del último año, se basa en la retórica digital y verde comunitaria, o lo que es lo mismo, inyectar capital a las grandes empresas europeas para que aguanten la crisis, se modernicen y ganen en competitividad frente al resto de tiburones, sean estadounidenses o de la Cochinchina, que se reparten el mercado mundial.
A pesar de que parece que el plan ha sido consultado con los “agentes sociales” en el marco del “diálogo social”, o lo que es lo mismo, en las reuniones en que la socialdemocracia ejecuta su política de conciliación de clases o, más bien, de supeditación de la clase obrera a la gran patronal; la cosa parece que genera algún recelo en la pata sindical del asunto. Y, la verdad, no me extraña. Ese plan de reformas, por ahora más secreto que el “Informe de Kruchev”, ha sido calificado de “excelente” por el Presidente del Eurogrupo y de “brillante” por el Comisario de Economía. Por tanto, mano a la pistola. Porque todo ello va acompañado de la insistencia del ministro Escrivá en recortar 30.000 millones de euros en el sistema público de pensiones.
Gato blanco o gato negro…
Y así, tras un puñado de meses en que el gobierno ha combatido a fondo el fascismo, poniendo en alerta a todo el mundo bajo la consigna de orden del Vicepresidente Segundo, llegan al Congreso de los Diputados y, tras unas horas de infarto, sacan adelante el decreto ley para el reparto de los fondos europeos con la abstención de Vox.
La cosa sería para reírse, si no fuera dramática. En realidad, poderoso caballero es don dinero, y lo que resulta evidente es que esos fondos van a ir destinados esencialmente a las grandes empresas, muy especialmente a los todopoderosos monopolios del IBEX35. Y es que el gobierno, de repente, se ha hecho también dengxaopiniano y lo mismo te pacta con EH Bildu que agradece el apoyo indirecto de la extrema derecha, o le regala un tubo de ensayo a Errejón para experimentar con la clase obrera. Gato blanco o gato negro, poco importa mientras cace ratones.
La bancada morada, a uvas…
Y, mientras los mayores cuentan con comenzar a repartir pasta a la burguesía en el mes de julio (dicen que ya tendrá el 13% de los fondos, aunque no sabemos si sucederá como con las vacunas…), la gente de la bancada morada lo pasa pipa en sus escaños y juega con sus carteras ministeriales a prohibir de mentira la publicidad de las casas de apuestas, subir impuestos a los refrescos, autodeterminarse desde los más variopintos puntos de vista y, sobre todo, en tratar de convencernos de lo positivo de que “los ERTES han llegado para quedarse”. Sí, los ERTE, esa maravillosa medida llevada al extremo por la reforma laboral de Rajoy, en 2012, que alguien prometió derogar, aunque hoy nadie se acuerde.
Pero, todo el mundo tranquilo, que para justificar la cosa y seguir engañando –-cuando menos a la propia parroquia—, Pablo Iglesias acaba de realizar un descubrimiento de alcance universal: ¡una cosa es el gobierno y otra el poder! ¡Quién lo diría…! Y, por si tan privilegiadas mentes, forjadas en duras licenciaturas, grados, postgrados…, no terminan de convencerse, siempre está ahí el coche escoba del mal menor y la correlación de fuerzas.
Lo cierto es que la política gubernamental marcha por el carril de sentido único de la Unión Europea, cuyas medidas aplaude la burguesía española y gestiona el gobierno en interés de las grandes empresas. Mientras, sigue aumentando el desempleo, los salarios no dan para vivir, nos machacan a golpe de regulaciones de empleo, se dispara el precio de la electricidad y mantienen sin luz a miles de familias; la pobreza y la miseria crecen a nuestro a alrededor y se cuentan por decenas de miles los muertos ocasionados por la pandemia; nos mantienen encadenados a la producción, de casa al trabajo y del trabajo a casa, y el recorte de derechos y libertades públicas se vuelve estructural.
Están acumulando material explosivo y, que nadie dude: terminará explotando.