Este 2021 se cumplen dos aniversarios sobre los que leerás muy poco o nada en periódicos y noticias. Dos acontecimientos que rompieron con los miedos y con el pasado. Episodios clave de eso que reivindicamos como hilo rojo de la historia.
París, 18 de marzo de 1871. Hace ya varios meses que el II Imperio deambula esperando la estocada. La guerra contra Prusia ha confirmado la catástrofe. En la capital de la Francia imperial una naciente clase obrera malvive sin más esperanza que un nuevo proceso revolucionario, el definitivo. En enero de 1871 será coronado emperador Guillermo I en la sala de los espejos de Versalles. Todo un juego simbólico. Muere un imperio para que nazca otro, esta vez, el alemán.
Thiers, ese enano monstruoso (que escribiera Marx), lo tiene claro: sobran las luchas nacionales cuando los intereses de clase están en juego. Una burguesía más corrupta que de costumbre arrodillará a la nación entera para evitar la revolución y todo porque París se mantiene firme tras 4 meses de asedio prusiano. Ese 18 de marzo la disputa por los cañones en las colinas de Montmartre serán la chispa. Como ya ocurriera otras veces, las mujeres hicieron avanzar la rueda de la Historia rebelándose contra los soldados mandados por el gobierno del enano monstruoso. Vestidas de miseria y acostumbradas a dar a luz a la prole, parirán lo nunca visto, lo inimaginable; el primer gobierno obrero de la Historia de la Humanidad. Así vendrá al mundo la Comuna de París, 72 días de dictadura del proletariado de los que este 2021 se cumplen 150 años.
Tejedoras, obreros, carpinteros, vendedoras, maestros, madres… tuvieron que construir un nuevo mundo a marchas forzadas. Inventar nuevas formas de administrar sus vidas, las fábricas, talleres, la administración, el arte, la educación, la cultura, las relaciones humanas… todo lo que podamos pensar en tan solo unas pocas semanas y escuchando los bombardeos desde Versalles. Cometieron errores imperdonables, les faltó tiempo, correctas decisiones, golpes de fuerza, acabar con la burguesía… Muchas dudas, esas que no se dieron en Versalles para masacrar a los obreros sin compasión.
Del 21 al 28 de mayo Thiers regó París de sangre. Miles de fusilados, mujeres, niños, exiliados, encarcelados. Ordenó que se exhibieran los cadáveres de los comuneros para que las generaciones futuras aprendieran la lección y no atacaran nunca más el “orden moral” del capitalismo. La burguesía hizo construir un recuerdo imborrable, un monumento, justo donde las mujeres lucharon por los cañones y se inició todo. Algo que hoy se puede visitar en Montmartre, la Basílica del Sacre Coeur.
El fracaso de ese primer asalto a los cielos permitió sacar conclusiones muy valiosas. Igual que la 1GM aceleró la bancarrota de la II Internacional y sirvió para facilitar el deslinde entre las posiciones socialdemócratas y las revolucionarias. La revolución de Octubre garantizó no cometer errores pasados y que naciera el primer estado dirigido por obreros y campesinos.
Casi 50 años después de la Comuna, la clase obrera rusa rompía el hielo y se lanzaba de nuevo a tomar el cielo por asalto. Acumulando experiencias y con condiciones favorables, en marzo de 1919, se creaba la III Internacional. Una organización pensada por y para el triunfo de la clase obrera que tuvo profundas repercusiones en nuestro país.
En España el PSOE era un partido ajeno y caduco para los intereses obreros. Los debates entre revolucionarios y socialdemócratas iban madurando, acercando lo inevitable. La agitación social y la III internacional despejaron el camino para mirar al futuro. Las contradicciones del socialismo español se acumulaban. La llegada a Madrid de M. N. Roy y M. M. Borodin como delegados de la Komintern facilitó el contacto. Así, el 15 de abril de 1920 se dio el primer paso para crear el movimiento comunista en España. Se les acusó de arrogancia, de excesiva juventud, de ser minoritarios, de escindir al partido histórico, de falta de lealtad, “el partido de los 100 niños” se les bautizó. Esos jóvenes lo tuvieron claro, la lealtad era para crear el partido que llevase a la clase obrera al poder. Entendieron el nuevo tiempo histórico. Andares determinantes y firmes hasta culminar el 14 de noviembre de 1921 con la creación de la Sección Española de la Internacional Comunista.
Les guiaba un enorme deseo de romper con el pasado, un anhelo por imitar la Revolución Bolchevique porque eso era el futuro. Queda mucho por investigar sobre el inicio del movimiento comunista en España, sobre todo desde nuestras categorías, las del marxismo. Fue un proceso complejo y no exento de contradicciones, errores y aciertos, como en todo proceso histórico. Ciertamente, el partido que nació el 15 de noviembre de 1921 estaba lejos de ser “un Partido Comunista” como sección nacional de la III Internacional, pero su paso fue el primero y hay que seguir andando ese camino.
100 años después no cabe duda de que sigue siendo imprescindible volver a tener al Partido y esto es un hecho incuestionable. Por tanto, ya no sirven las dudas, ni las ataduras, ni los autoodios, ni los objetivos ajenos, hay que tomar decisiones valientes. El hilo rojo no puede ser un recuerdo sentimental, un refugio para alimentarse de autocomplacencia y golpes en el pecho, hay que entender que es la parte fundamental de esa bandera roja que ha ido construyéndose durante más de un siglo en París, Petrogrado, Madrid… Bandera que algunos se empeñan en deshilachar y que nosotros debemos seguir haciendo inmensa.