¡Por los pelos! Desde que se celebrara el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en junio de 2016, estaban ambos gobiernos negociando, en un tira y afloja, sobre las condiciones de dicha salida. Solamente 4 años y medio han tardado en firmar un acuerdo que, tras tres prórrogas y varias dimisiones, debía estar finiquitado antes del 31 de enero de 2020, y puesto en práctica antes del 31 de diciembre del mismo año.
Tras tantas desavenencias y prórrogas, y tras este último periodo transitorio de preparación para la salida del mercado europeo y la renegociación de las condiciones comerciales, el pasado 30 de diciembre (¡in extremis!) se llegó a un acuerdo comercial definitivo entre Reino Unido y la Unión Europea.
¿Y ahora cómo va a ser viajar a Londres? ¿Y si quiero irme de Erasmus a Cambridge? ¿Qué pasará con el roaming? ¿Me clavarán por hacer alguna llamada si viajo a Irlanda del Norte? Al margen de los acuerdos sobre el uso del DNI, pasaporte o visado, de la tarjeta sanitaria europea o el seguro de salud, cuando se viaja a Reino Unido, lo más importante de este acuerdo está en el ámbito comercial. Los distintos monopolios representados en los gobiernos de la Unión Europea y Reino Unido se han puesto de acuerdo.
Para empezar, Reino Unido sale de la unión aduanera formada por la Unión Europea. Esto significa que los monopolios del país, a través de su gobierno, recuperan su capacidad de negociación y de imposición de las tarifas que consideren a la hora de comerciar, exportar e importar mercancías. Y en este contexto de negociación también se han abordado las condiciones en las que la Unión Europea comerciará con el Reino Unido, y viceversa, en esta nueva situación. Por ello, parte del acuerdo también recoge que con los pactos entre la Unión Europea y Reino Unido en cuanto al comercio de mercancías entre ambas partes, este se llevará a cabo sin aranceles por ninguno de los lados. Queda por ver cómo serán los acuerdos que Reino Unido desarrolle con países y uniones no pertenecientes a la Unión Europea, y qué tarifas resultan de dichas negociaciones.
Por supuesto, este es el acuerdo que más favorece a toda la representación de monopolios capitalistas de ambos sectores, pues permite seguir potenciando una Unión Europea imperialista, digiriendo las contradicciones internas dentro de la Unión a través de acuerdos preferentes entre Reino Unido y la Unión Europea.
Y así es como, señores y señoras, se llevan más de 4 años con dimes y diretes, con acuerdos y ultimátums, para que finalmente no cambie nada. Porque la vida de la clase obrera del Reino Unido y de los diferentes países de la Unión Europea no ha mejorado ni un ápice en estos años… A pesar de toda la campaña de los partidarios y partidarias del Brexit sobre las bondades que la ruptura les iba a traer casi por arte de magia, y a pesar también de la insistencia de la Unión Europea en presentarse como garantía de derechos y ventajas a todos los niveles, lo cierto es que esta pelea se ha librado en un campo que nos es completamente ajeno.
Poco o nada tiene la clase obrera que ganar con este reciente acuerdo. No estamos representados y representadas en esta batalla. Los y las trabajadoras peleamos en arenas muy diferentes, para ganar en condiciones de vida y en la acumulación de fuerzas para garantizar un futuro socialista para la clase. Así, peleamos en los centros de trabajo por aumentos salariales, seguridad en el empleo y mejoras en las condiciones de trabajo, y con esa misma filosofía peleamos en los barrios obreros, en los centros de estudio, en los centros sanitarios, etc. Esa sí es nuestra batalla, la que pasito a pasito va a permitir avanzar hacia la ruptura revolucionaria con el capitalismo, nuestro principal enemigo. Y esta ruptura irá de la mano de la salida unilateral de la Unión Europea, entendiendo que son dos caminos que se acompañan y que, por tanto, uno sin el otro sería insuficiente…