La ruta canaria al apartheid, el pequeño Salomón y los próceres africanos de La Habana

En estos días escuchábamos cómo Ana Oramas, portavoz de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados, generaba alarma social diciendo que Canarias «no se puede convertir en un Lesbos, Lampedusa o Moira». También la oíamos preguntar: “¿Usted iría de turismo a Lesbos a Moira o a Lampedusa…?”. Está claro a quién representan estas palabras. Ante la catástrofe humanitaria que se vive en las fronteras del sur de la Unión Europea, que se cobra la vida de miles de personas, lo importante para Oramas es mantener el sector turístico canario en beneficio de su patronal y dividiendo a la clase obrera en función de su origen. Lo que quiere decir es que son bienvenidos los turistas alemanes o ingleses, incluso con su carga viral del COVID19, pero no lo son aquellos que saltan al mar en una embarcación insegura tratando de escapar de la miseria. Una miseria que el propio imperialismo ha generado en sus países mediante el saqueo de recursos pesqueros y materiales y mano de obra empobrecida por parte de los monopolios. Se trata de un apartheid sibilino que separa dos espacios, uno con derecho a todo y otro con derecho a nada… o a conformarse con ser el eslabón inferior de la pirámide social.

Deberíamos reflexionar cómo debe ser la vida en gran parte del planeta para que a una persona le merezca la pena deambular por la Unión Europea en una especie de ruleta rusa en la que el primer premio sea un trabajo precario y mal pagado.

¿Y por qué me refiero al pequeño Salomón en el título del artículo? Cuando conocí a Salomón en el pequeño pueblo de Pesquera en Cantabria tenía ya una edad avanzada. Él nos cedió su instalación ganadera para fabricar la primera carpa del Rincón Cubano Granma y no se me olvida el relato de sus recuerdos de niño cuando tuvo que exiliarse a Francia después de la derrota en nuestra guerra nacional revolucionaria porque su familia había pertenecido al Frente Popular. Su memoria infantil retenía claramente el nulo apoyo de las autoridades francesas, que concentraron a miles de republicanos en campamentos situados en la playa de Argeles Sur Mer en condiciones infrahumanas. En palabras de Salomón: frío, hambre, sarna y ausencia de instalaciones sanitarias. Han pasado varias décadas, pero el paralelismo con la situación que se vive en estas semanas en Canarias con el hacinamiento de miles de migrantes, nos recuerda incesantemente que nuestro pueblo también fuimos refugiados.

Ahora bien, ¿y por qué el Parque de los Próceres Africanos de La Habana de este título? Porque es necesario situar que durante la descolonización africana muchos líderes levantaron a sus pueblos contra el imperialismo y en su honor fueron levantados varios monumentos en este bonito parque de La Habana. Ejemplos de la historia que deben seguir vivos para la juventud africana si no quieren verse condenados a la miseria o a la muerte en el mar.

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