Dijo Ortega Smith que sus “anticuerpos españoles” derrotarían a los “malditos virus chinos”. Cuando lo leí pensé que era fake y me recordó a aquellos productos gastronómicos (vino, jamón serrano, aceite…) a los que se les pone la cara de Franco y se dice que son de una “gran nación” de “españoles y mucho españoles”. Pues era cierto. Obviamente, la gastronomía tiene que ver con la cultura, pero tratar de vincular las propiedades organolépticas a la casposa tendencia política es un poco cutre. No obstante, vende bastante y se podría entender como una estrategia de marketing. Pero se caería en la ridiculez si se da un paso más al mundo de la biología y se dice que hay quien tiene “anticuerpos españoles” en lucha contra los “malditos virus chinos”. Los nacional-católicos anticuerpos versus los coronavirus de Jackie Chan. Surrealista pero afirmado en serio por un líder político con resonancia parlamentaria, lo que marca la temperatura del caldo de cultivo social en el que nos movemos para la posibilidad de un auge de los movimientos reaccionarios.
En las últimas semanas se han empezado a escuchar todo tipo de comentarios contra los “chinos” como esparcidores del virus, que debido a sus supuestas costumbres culinarias han ido extendiendo el Covid-19. Dejando de lado lo falaz de atribuir un carácter étnico a un elemento biológico, lo cierto es que esas declaraciones existen porque son instrumentalizadas por la extrema derecha y generan las condiciones de posibilidad para la explosión del racismo y la xenofobia que divida los trabajadores.
Y ello porque la crisis sanitaria no afecta a todos por igual. Si el virus no entiende de clases sociales, el gobierno sí. Las últimas medidas que ha tomado el gobierno y la última reunión del Consejo de Ministros que ha aprobado el estado de alarma por Real Decreto han evidenciado la toma de posición del gobierno para descargar el peso de la crisis sobre el pueblo trabajador: no se impiden los despidos masivos encubiertos, bonificaciones fiscales a empresarios, apertura de empresas accesorias al funcionamiento de los servicios mínimos a prestar a la ciudadanía, falta de seguridad en el trabajo para dependientes y transportistas… Se intenta desviar la atención de que, incluso en condiciones de crisis sanitaria, siempre se gobierna para una clase u otra. Y por ello resultan efectivos los discursos que vienen a dividir a la clase trabajadora. Se crea la base que posibilita el racismo y la xenofobia que impiden que la clase obrera responda de manera conjunta contra las medidas de ajuste que se están tomando y que se tomarán.
Por ello, del mismo carácter son aquellas afirmaciones que sitúan que la culpa de la propagación del virus son los viajes de los madrileños que se van de vacaciones o de los andaluces que retornan a sus casas. Se trata de buscar la causa en lo anecdótico, tomar la parte por el todo, situando una crisis global en la decisión individual. Divide y vencerás, también en estas condiciones. Pretenden debilitar el frente común que tienen que constituir los sectores de la clase trabajadora que peor salgan parados de esta crisis como consecuencia de la decisión del gobierno de gobernar para los grandes monopolios. El ¡No pasarán! incluso en estas condiciones, está más presente que nunca.